Desde el principio, la medida no busca prohibir o limitar la venta de alcohol, pero quienes viven de ese negocio han sido lo suficientemente influyentes como para frenar los controles por temor a ver afectados sus intereses.
Sin embargo, lo único que se busca es que nadie conduzca un vehículo bajo los efectos del alcohol. Nadie prohíbe beber ni mucho menos.
Confiemos en que dentro de poco en los 33 municipios existan controles de alcoholemia, a fin de que las nefastas consecuencias de ese vicio, cuando se combina con el volante, dejen de afectar a Morelos, o lo hagan en una menor proporción.