El informe de gobierno del presidente del país me ha mostrado que las cosas no cambian, porque en el documento se pinta un mundo que no existe y no se ven a corto ni a largo plazo medidas para por lo menos disminuir un poco el tamaño de los problemas, comenzando por la violencia que ha traído la violencia iniciada por Calderón -que tuvo en sus orígenes más fines propagandísticos que reales- sin la preparación adecuada y por lo mismo ha degenerado en una guerra civil que no podemos ocultar.
Pero si no lo decimos con su nombre completo y sus apellidos nadie buscará soluciones verdaderas. Y alguien tiene que decirlo y ya está dicho.
El otro problema es el desmantelamiento de la economía local y la pérdida paulatina de soberanía en todos los rubros, desde la diplomática hasta la alimentaria.
Estamos cada vez más cerca de celebrar los 200 años del inicio del proceso de independencia de México y los habitantes de este país necesitamos urgentemente gestos creíbles de que las cosas se hacen bien o por lo menos con buenas intenciones.
Poner pantallas gigantes o exhibiciones multimedia itinerantes, como la que ayer y antier provocaron embotellamientos de media hora de duración -o quizá más- sobre la autopista del Sol no es ofrecer grandes cosas, sobre todo cuando ha trascendido lo que ganan quienes organizan esa parte de las "celebraciones" -ellos sí tienen qué celebrar- y por la visión tan incompleta que ofrecen de nuestra Historia.
En fin, por lo pronto -como señalé al principio- las cosas hay que llamarlas por su nombre.