Si pensamos que esa fuera una película documental que denunciara con pelos y señales algún tipo de delito, las cosas seguirían igual, como si nada.
Las autoridades de todos los niveles se hacen, y de que forma, para evitar juzgar aquellos casos que luego se les pueden revertir.
No olvidemos que hace apenas dos semanas mi colega Jesús Castillo García documentó la estafa de la que fuimos víctimas los morelenses con la compra de equipo bloqueador de señales de telefonía celular, comprados a precio de oro y actualmente fuera de servicio en la cárcel de Atlacholoaya, donde se instaló y desde donde quien quiere y tiene con qué puede usar su teléfono celular desde la más recóndita de las celdas.
Todas las campañas oficiales que incitan a la ciudadanía a denunciar ilícitos no son más que pretextos para gastar dinero en radio y televisión.
La impunidad es lo que impera - e imperará- en una nación cuyos ciudadanos no son educados por la Secretaría de Educación Pública, sino por la tele. Y no es precisamente una buena educación.