De acuerdo a los hallazgos de Pingo y de la iguana verde (que en días pasados destazaron al perro de un político para ver qué tenía por dentro -con la ingenua creencia que el perro del político y su amo pueden tener lo mismo en su interior- y sacar conclusiones que sirvieran a la ciencia) por ningún lado le encontraron a su motivo de estudio el órgano de la sensibilidad ellos piensan que existe algo así) y por lo tanto al no estar dotados de algo tan necesario, los políticos son como son.
Aunque usted y yo sabemos que los audaces investigadores parten de una base no del todo acertada, también nos consta que los políticos son de otra especie y que, efectivamente, no tienen ninguna sensibilidad.
Por lo tanto, aunque no tenía corazón para decirle al Pingo que el libro que piensa escribir sería una colección de obviedades, a veces pienso que dentro de su enorme ingenuidad efectivamente él ve cosas que nosotros no vemos, o que dejamos de percibir, insensibles como nos han hecho -después de tanto abuso- nuestros políticos.