La presunción de inocencia que todos los políticos se aplican deberían pasar por una dosis elevada de transparencia y no como ahora, en la que no se puede disipar la sospecha que pesa sobre Salazar y muchos más, debido a que el órgano que debe analizar las finanzas de Jiutepec está bajo su control virtual.
De Graco, el otro “candidato” a gobernador del PRD, todos conocemos sus mañas y sus debilidades y votarán por él sólo los ciegos (en Morelos no hay periódicos en braille) y los de plano muy ingenuos.
Pero el ahora diputado local navega con bandera de inocente y puro, sin ofrecer las pruebas que avalen esa imagen que busca cultivar.
No se trata de considerarlo culpable, sino de pedirle que él mismo saque a los ciudadanos de dudas sobre las cuestiones pendientes de su manejo financiero como alcalde de un sitio que hoy aparece muy endeudado. Seguro sus conciudadanos quieren saber el motivo o la razón.
Ese vacío habla, en pocas palabras, de una incongruencia injustificable, amenos que se trate de cubrir cosas feas.
Eso, por lo menos le daría una explicación, que no una salida digna o –mucho menos- honesta.