Hoy se celebra el llamado “Día Mundial sin Auto” y Pingo dice que apoyará de manera entusiasta la medida. El astuto can ha proclamado que no sólo se unirá de manera personal, sino que hará campaña para que sus congéneres también participen.
Dice que eso hará que hoy sean muchos los perros lo que no usen automóvil o cualquier otro vehículo de motor, tal y como lo mandan quienes promueven la celebración de esta fecha.
Afirma que caminará y caminará todo lo que sea necesario para ahorrar a la atmósfera kilos y más kilos de bióxido de carbono. Y lo mismo harán los otros perros que logre contactar.
Incluso dice que ya tiene la promesa de la iguana verde (un reptil que no vive allí pero llega a la casa de ustedes de vez en diario a comerse las flores de mi tulipán) para que también se desplace sin vehículo, a puro pie (o pata, para ser exactos).
Por supuesto, cuando Pingo dice todo eso no puede contener una mueca de burla, porque lo dice de muy mala fe, pues por mucho que diga que se une él y toda su jauría a la celebración de un día sin auto, pues no pasa nada, porque al igual que sus amigos siempre ha sido ecológico y se mueve sólo en sus patitas, que no contaminan.
Lo mismo pasa, dice, con cosas como el “día de la paz”, donde no cambia las cosas el que mucha gente salga a la calle vestida de blanco. El cambio –afirma, y lo apoyo- sería que los policías salieran a la calle (vestidos de azul, blanco, café, rojo o el color que quisieran) a atrapar delincuentes; mientras, los agentes del ministerio público (igual, vestidos de la forma que se les ocurra) se dedican a hacer su trabajo bien hecho. Y los jueces otro tanto.
Si eso pasara, sin importar el color de su ropa, las cosas cambiarían.
Claro, quienes gobiernan también deben cooperar, asignando más recursos a la seguridad, a la creación de escuelas y fuentes de empleo y a otras cosas igualmente importantes. Y no tendría nada que ver el color del vestuario.
Eso dice Pingo y yo –como ya señalé- lo apoyo en todo.