Y es que en verdad tomaba y tomaba agua. No se imaginan cuánta.
Pero, bueno, con él es cosa de tener paciencia, quedarse quieto y parar la oreja. Al poco rato supe la verdad, cuando lo escuché que platicaba con el Canito, el perro que le hace compañía, un largo y escandaloso salchicha que por cuestiones genéticas está ciego (de los ojos).
Afortunadamente Pingo no tenía ninguna enfermedad, sino simplemente se preparaba para ir por la tarde a Jojutla, donde la organización que apoya a Andrés Manuel López Obrador, popularmente denominado ahora AMLOve, iba creo que a nombrar a su directiva.
El Pingo – ya saben ustedes cómo odia a los políticos- dijo que en ese acto que se celebró ayer por la tarde en la cabecera del cuarto distrito federal electoral iban a ir muchos de los que se dedican a la política desde hace muchos años y que –dijo- se iban a mezclar con los auténticos militantes perredistas que buscan en esa organización (Morena, le denominan por su acrónimo) un refugio ahora que el PRD está en manos de todos menos de la militancia.
Pingo dijo que cumpliría su amenaza de por lo menos acercarse a esos políticos a los que tanta objeción les pone y levantar su patita para hacer ya saben qué.
Por eso tomaba mucho agua, porque quería que le alcanzara. Escuché decir que, como él está chaparrito, ni no notarían emocionados como iban a estar en el intento por comenzar a agarrar los huesos preliminares.
No tengo idea de cómo le fue.