Usan toda clase de trucos para promocionar su producto, comenzando por los nombres engañosos, como los que les dan a conjuntos edificados a muchos kilómetros de Tequesquitengo pero que llevan el recurrente nombre del lago.
Lo peor es que pese a que muchas están desocupadas, aún construyen más, con la esperanza de que encontraron compradores, que definitivamente no serán morelenses sin casa, sino inquilinos del D.F. con la ilusión de tener su “casa de descanso”.
El problema es que los servicios no crecen, como tanto ha denunciado éste periódico.
Esos desarrollos –salvo excepciones que confirman la regla- usan las mismas viejas e insufrible carreteras llenas de baches y las mismas fuentes de agua que con mucho trabajo apenas se dan abasto –a veces ni eso- para surtir la demanda actual.
Entiendo que todo eso fue aprobado en el gobierno anterior, pero no comprendo como pueden mantener vigentes decisiones probadamente dañinas para la sociedad.
O por lo menos algún intento por ponerle freno.
Pero no, no se ve nada en el horizonte. Mientras, la depredación acelerada del medio ambiente que alentaron los panistas para ganarse un muy buen dinero sigue su curso.
¿Será el dinero? No me imagino…