Los costos de producción de la caña hace tiempo que provocaron que el azúcar dejara de ser competitivo en el mercado internacional, por lo que aunque se produzca mucha azúcar, no hay mucho entusiasmo por comprarla entre los grandes fabricantes de refrescos, dulces y alimentos chatarra, que prefieren la fructuosa, el endulzante extraído del maíz, por su mucho menor precio y mayor rendimiento.
Aunque tiene un sabor distinto al azúcar de caña, la diferencia de precio ha hecho posible el cambio de materia prima, lo que -ya lo he escrito varias veces- no ha sido correctamente informado a los que malviven de esa industria, a los que cultivan la materia prima.
Le quedan pocos años de vida a esa actividad tal y como la conocemos. La realidad económica terminará -desafortunadamente- por imponerse y agarrar con los dedos entre la puerta a los agricultores morelenses, que desde hace años podrían haber tomado medidas preventivas.
Pero como a sus explotadores (una palabra que puede traducirse correctamente como "líderes") les conviene el negocio tal y como está y no arriesgan a modificar lo que ya casi no es rentable, ni real, excepto para ellos.
No hay otra forma para explicar los grandilocuentes informes anuales, donde corre la comida y la bebida, pero que nada se dice del uso del dinero de la organización redentora.
También explica las reelecciones misteriosas y por aclamación sin que sea necesario ni un sólo voto de por medio.
Cuando la industria de la caña haga crack, ellos -los líderes salvadores- tendrán a salvo su dinero y le dejaran al gobierno el costo social de sus acciones y de la falta de previsión.
Para colmo, el etanol ya no es una salida comercial, pues el gobierno de Estados Unidos le ha retirado los subsidios y, al contrario, lo penaliza, como dice el interesante artículo de la Academia de Ciencias de Morelos que ustéd puede leer en la pagina 38 de éste periódico.