Cuando sean ex políticos ya los veré dando consejos a sus sucesores, a los que dirán precisamente eso, que no deben dejar que otros manden por ellos.
Pero por lo pronto, siguen en las mismas, en casi todos los ámbitos de la vida pública de este sufrido estado.
El caso más patético de todos es el que se escenifica en el Congreso local, donde no hay un poder real ante la falta de consenso de los 30 diputados, no sólo de los quince belicosos e interesados priistas, porque tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata y quince diputados que no son del tricolor han sido mudos testigos de la falta de autoridad en el Congreso, que ha sido muy bien aprovechada por más de un gestor para resolver los asuntos legislativos en otros espacios.
Pero lo mismo le pasa a una multitud de alcaldes, que ocupan su soberbia como única guía de actuación y que en base a eso dejan de ejercer su autoridad a cambio de hacer sentir al os demás que son poderosos.
Tal es el caso de mi sufrida tierra natal, Jojutla, donde Enrique Retiguín ha puesto el ejercicio de su autoridad en manos de parientes y de "amigos", como el tramitador de créditos César Bahena Valle.
Y ese es apenas un ejemplo, porque tristemente los casos abundan.
Por eso todos los que incurren en ese abandono de sus funciones se verán patéticos en tres años, cuando den consejos sobre el ejercicio del poder, consejos basados en la experiencia de no ejercerlo.