Los universitarios mostraron lo que se ha estado incubando a partir de un régimen que perdió toda cordura y decencia y que se ha atrincherado en palacio con la sola esperanza de que el gobierno federal le abra la puerta a la impunidad.
Y pretender comparar el enojo ciudadano con aquellas expresiones que obligaron a la renuncia del general Jorge Carrillo Olea sería faltarle al respeto al ex mandatario, porque al paso del tiempo todos sabemos de dónde partió la decisión de separarlo del cargo, y quienes hoy gobiernan Morelos saben bien de qué estamos hablando, porque fueron los que le hicieron el trabajo sucio al presidente Ernesto Zedillo.
El conflicto de Carrillo fue con Los Pinos, pero esta administración los tiene con el pueblo. Para acabar pronto, aquello fue financiado con recursos federales, pero el descontento que vivimos en la entidad es real y obedece a la corrupción, impunidad y desvergüenza descarada del grupo gobernante.
Los gritos de repudio al gobierno en turno salen de lo más profundo del sentir de un pueblo que observa cómo sus gobernantes, sin el más mínimo pudor, llegaron a convertir la administración del estado en un negocio de familia que no tiene precedentes.
Si existe un poco de ética y de responsabilidad, quienes mantienen a Morelos como rehén de intereses de grupos que más se identifican con la delincuencia organizada de cuello blanco que con el servicio público, ya estarían pidiendo perdón por sus ofensas. Sin embargo, sabemos del cinismo y la ausencia de valores que mueven a quienes llegaron con un solo propósito: desmantelar al estado.
La muestra del rechazo a los gobernantes ha quedado de manifiesto, y ahora corresponde a las instancias competentes entender el mensaje e iniciar los procedimientos a que haya lugar, a fin de que se pueda corregir el rumbo y evitar un mayor daño, ya que por lo visto, aún no parecen satisfechos con todo el caos que han generado en sólo tres años.
El pueblo siempre tendrá la razón y si se equivoca, pues paga las consecuencias; parece que en esta ocasión y en el 2012 no supo elegir, pero está a tiempo de enderezar el camino, poniendo a esos aventureros en su lugar.