Sorpresivo fue el anuncio, en su oportunidad, de la candidatura del famoso deportista Cuauhtémoc Blanco Bravo, para encabezar el proyecto político electoral. Muchos, sobre todo desde las trincheras opositoras y en particular de los tres grandes partidos PRI, PAN y PRD, buscaron minimizar la potencialidad del Cuau, haciendo análisis un tanto erróneos, en el sentido de que el partido adolecía de estructuras y por lo tanto la sola presencia del de Tepito no alcanzaría como para ganar.
La historia usted la sabe, pero también había una polémica social respecto a la composición de las partes, porque no se entendía cómo una figura del tamaño de Blanco Bravo, con un prestigio ganado a pulso y un reconocimiento y aprecio de propios y extraños, pudiera tener coincidencias con los dirigentes del PSD.
Era algo que pocos entendían o intentaban encontrar algún razonamiento lógico, pero no pasaron más de siete meses para que se cumplieran algunos pronósticos que obligadamente llevaban a que esa relación no podía durar mucho.
El rompimiento de Blanco con el partido sólo era cuestión de tiempo, el señor debió pintar su raya y con ello el instituto político no tiene futuro alguno, es de considerar prácticamente imposible que en lo sucesivo pudieran lograr algo como lo que pasó con el Cuau, en primera, porque no hay muchos personajes con tal nivel; y en segunda, porque con lo que vienen haciendo, ellos mismos sepultan esa posibilidad.
Entonces, pudiéramos anticipar que el PSD será una llamarada de petate, va a las elecciones del 2018 sin ninguna posibilidad de conservar siquiera la diputación local que tienen en el Congreso, ya no se diga la presidencia municipal de Cuernavaca, que ya dejaron de tenerla, porque se la llevó Blanco Bravo.