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Lo preocupante es cuantos “Max´s” quedan

Maximiliano Hernández “El Max” creció sin una figura paterna, ya que su padre fue ultimado violentamente hace 20 años en Alta Vista. No terminó la preparatoria, fuma mariguana desde adolescente y últimamente laboraba como elemento de seguridad privada.

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No sabía a quién iba a matar pero le pagarían cinco mil pesos por la vida de Jesús García y Roberto Castrejón. Un sujeto al que sólo conoce como Carlos lo llevó al centro de la ciudad a bordo de una motocicleta y le enseñó a lo lejos a sus víctimas. Un taxi lo estaría esperando frente a Burguer King.

Son muchas las similitudes que muestra Max, de 22 años, con Alexis, el adolescente que participó en el asesinato de la alcaldesa de Temixco, Gisela Mota, en 2015. Son el último eslabón de una organización dedicada a delinquir y traficar con drogas, pero nunca se conocen entre sí más allá del nombre de pila o el apodo, para evitar que los delaten en caso de que los detengan, como ocurrió el pasado miércoles en pleno zócalo de Cuernavaca.

En las próximas horas la carpeta de investigación por doble homicidio, tentativa de homicidio y portación de arma será judicializada y un juez de control determinará si la detención de Maximiliano fue legal.

Ayer llegó a la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Morelos una mujer que dijo ser la madre de Maximiliano. Se intuye que el muchacho declarará que fue torturado y que no conoce a quienes lo contrataron. “Me dijeron que iban a matar a mi mamá si no hacía lo que me decían”, confió a una de las personas que habló con él en los separos de la Fiscalía General donde permanecía hasta ayer mientras que policías ministeriales cateaban su casa en Alta Vista.

Como una veintena de reporteros nunca dejaron de grabarlo con sus cámaras y celulares, no podrá argumentar que no participó en el crimen, así que seguramente pedirá el juicio abreviado y será sentenciado a por lo menos 40 años de prisión. Una vida echada a perder.

Pero más allá de la dolorosa pérdida de dos seres humanos, lo realmente preocupante es ¿cuántos Max’s y cuantos Alexis más quedan en Morelos? ¿Cuántos niños producto de familias disfuncionales y sin oficio ni beneficio están listos para ser enrolados en las filas de la delincuencia organizada para matar por cinco mil pesos?

Los hechos del pasado miércoles en la calle Gutenberg son totalmente atípicos (aunque haya gente interesada en hacer parecer que todos los días hay balaceras) pero las ejecuciones son cosa de todos los días.

Todos los días, adolescentes y jóvenes a bordo de motocicletas llegan a las colonias a matar a determinados individuos por encargo de los diferentes grupos de delincuencia organizada que se disputan el territorio morelense.

Casi nunca son detenidos porque en cuestión de segundos logran su cometido y escapan en sus motonetas, que se han convertido en el vehículo perfecto para este tipo de “operaciones”.

No siempre lo hacen por necesidad. Algunos se involucran en hechos delictivos solamente por sentir la adrenalina, porque se identifican con los personajes de los narco-corridos o últimamente por piezas de rap como las que “El Max” interpretaba en su página de Facebook.

Como sociedad tenemos confianza en que la Fiscalía General del Estado esclarezca este asunto y dé con los autores intelectuales de los dos homicidios.

Sin embargo, la muerte de Jesús y Roberto debe servir para que los gobiernos estatal y municipal terminen de una vez por todas con las mafias del ambulantaje que tienen de rehén al centro de Cuernavaca.

Nunca más un Palacio de Cortés tapado de sombrillas de vendedores semifijos. No más carretillas de fruta ni vendedores de todo tipo de garnachas. Entendemos perfectamente la necesidad de la gente de allegarse de recursos, pero se tiene que ser parejo, y hay una competencia desleal con los miles de comerciantes que pagan renta e impuestos.

Por otro lado, esperamos que don Bulmaro Hernández haya entendido el mensaje que le mandó el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien afirmó que tiene entendido que el homicidio de Jesús y Roberto fue pagado por el grupo rival, es decir, el NGS.

A menos que la Fiscalía logre demostrar con pruebas suficientes que la orden provino de otro lado, para la opinión pública ya quedó la creencia de que fue el Nuevo Grupo Sindical el que los mandó matar. Vox Populi Vox Dei.

En este espacio publicamos varias veces que el NGS es un monstruo que las administraciones panistas y la perredista dejaron crecer y que se corría el riesgo de que se volviera incontrolable. Desde mi punto de vista personal, el NGS está acabado, al menos políticamente.

Intentaron incursionar en la política a través de la esposa de Ben Hur y fracasaron. Se aliaron con el gobernador Graco Ramírez, le sirvieron como su brazo armado y recibieron la respuesta de la ciudadanía el pasado 7 de junio de 2018. 

Hoy se quieren congraciar con el gobierno de Cuauhtémoc Blanco como si nada hubiera pasado. No tienen vergüenza. Suben a sus redes sociales las fotografías que se tomaron con el actual gobernador, muy sonrientes, como en su tiempo lo hicieron con Graco Ramírez y antes con Marco Adame.

Pero si algo tiene Cuauhtémoc Blanco es que no olvida. Ya lo vimos con las declaraciones que hizo después de que la ex perredista Lucy Meza aprovechó el crimen ya mencionado para atraer reflectores en el Senado de la República.

“Le pido a la senadora con todo respeto que no use estos acontecimientos para impulsar su campaña política", declaró, no sin antes recordar que Lucy Meza fue muy cercana al gobernador Graco Ramírez.

HASTA MAÑANA.

 

 

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Jesús Castillo García. Periodista con 30 años de trayectoria; Premio Estatal de periodismo 2010 y 2012. Premio Nacional de Periodismo 2013.

Jesús Castillo

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