Si en lugar de ser entidades federativas fueran países, Guerrero tendría una deuda con Morelos que merecería por lo menos una enérgica nota diplomática. El estado que gobierna Héctor Astudillo le debe una disculpa pública a la familia de Alan Cerón Moreno, así como una indemnización económica porque sus policías se llevaron a este joven de la colonia Alta Vista de Cuernavaca, lo mantuvieron secuestrado en Chilpancingo, de donde se escapó y logró llegar hasta la agencia del Ministerio Público para comunicarse con su familia. Y de ahí, funcionarios de la Procuraduría Guerrerense y Policías Ministeriales lo entregaron a “la maña” para que lo ultimaran.
Los vecinos de la colonia Alta Vista no pueden olvidar aquella noche del 24 de diciembre del 2011. Alrededor de las 19 horas, sicarios que viajaban a bordo de varias camionetas se enfrentaron con policías municipales de Cuernavaca en la parte más baja de un valle conocido como la colonia Zacatierra. Ahí quedaron dos sicarios muertos y abandonadas seis camionetas en cuyo interior se encontraron 17 armas largas, dos cortas y un lanzagranadas.
Un segundo enfrentamiento se dio precisamente frente al módulo de Seguridad de la colonia Carolina, donde uno de los sicarios en su huida se introdujo a las oficinas de la Policía y al ver a una mujer uniformada que hacía labores de radioperadora le disparó, falleciendo al instante.
Al final, el saldo fue de tres sicarios muertos, de los cuales dos fueron identificados de inmediato: Baltazar Moreno Mora, comandante de la Policía Ministerial de Guerrero y Juan Jesús Cabrera Salazar, policía preventivo estatal también del vecino estado. Fueron detenidos Jorge Alfredo Castro Castro, Miguel Ángel Romero Peñaflor, Ezequiel Rivera Ocampo y Marcelino Calletano García, todos originarios de Chilpancingo, Guerrero.
La angustia de los padres de Alan se vio aminorada cuando, el 26 de diciembre a las 19 horas reciben una llamada telefónica de un hombre que les comunica que su hijo se encuentra en las oficinas del Ministerio Público del Distrito Judicial de Los Bravo, en Chilpancingo Guerrero, pues acababa de escapar de donde lo tenían secuestrado. Sin embargo, mayor fue su sorpresa cuando llegaron al otro día al lugar indicado y recibieron la noticia de que su hijo no estaba.
“El muchacho se desesperó y se retiró”, fue la primera absurda e inverosímil versión que escucharon en voz de Juan Falcón, el agente del Ministerio Público que había hecho la llamada. Es entonces cuando interviene el abogado Miguel Ángel Rosete Flores, quien acompaña a los padres en una nueva visita a las instalaciones de la Procuraduría de Guerrero en Chilpancingo. Primeramente se entrevistan con elementos de la Policía Municipal de Chilpancingo, quienes refieren haber encontrado a un joven que sólo vestía un bóxer negro y una playera, atado de pies y manos con cinta canela, sobre la carretera. No iba solo, lo acompañaba una joven que dijo llamarse Guadalupe.
Al parecer Guadalupe también estaba secuestrada por ser pareja de un vendedor de drogas de Chilpancingo, y suponemos que ella es quien convence a Alan de que escapen porque sabía que estaban muy cerca de la carretera.
Ambos jóvenes son entregados por la Policía Municipal al Ministerio Público, pero ella abandona las instalaciones durante el día, sin que se pueda precisar a qué hora exactamente. Alan, en cambio, no tuvo otra opción que permanecer en la agencia del MP, suponiendo que ahí estaría a salvo de sus captores.
Lo que no sabía es que los policías trabajaban para el crimen organizado, y que en cuanto se percataron de que estaba en la agencia del MP para denunciar su secuestro, simplemente ordenaron su recaptura y ejecución.
“No sabemos cómo le hicieron, pero sabemos que Alan salió por su propio pie y se subió a un vehículo de los sicarios. Quizás alguien de la Procuraduría le dijo que lo iban a llevar a Cuernavaca, o a tomarle sus datos. No sabemos, pero el hecho es que no lo sacaron violentamente”, explica el abogado Miguel Ángel Rosete, quien acompañó a la familia a buscar a Alan en Chilpancingo.
El titular de la Agencia del MP, Omar Sandoval León, de plano dijo que nunca vio a Alan; su segundo, Juan Falcón Bautista, asegura que “se desesperó y se fue”; los policías nos decían que “seguramente andaba de desmadre, pues no estaba sólo sino con una chava”, pero nadie daba información de su paradero.
“Me entrevisté con el entonces procurador de Justicia de Guerrero, quien me mostró un documento en el que la PGJ me daba respuesta a mi petición de obtener los videos tomados ese día por las cámaras de seguridad. Me decían que no había cámaras porque estaban en remodelación. Entonces le puse en su escritorio al procurador las fotos que yo tomé de las cámaras, y me dijo: vete a la PGR, aquí ningún Ministerio Público se va a atrever a investigar a sus propios compañeros”, recuerda Rosete Flores.
Luego de marchas, manifestaciones, ruedas de prensa, oficios y muchas visitas a la Procuraduría de Guerrero, “ya no soportaron la presión y buscaron la forma de que encontráramos el cuerpo para que esto terminara”, refiere.
Fue así como en mayo del 2012 la Policía Ministerial de Guerrero presentó ante el Ministerio Público a un campesino de 27 años de nombre Misael Morales Rodríguez, quien primeramente fue detenido por conducir un vehículo reportado como robado, pero ya en los separos “confesó” haber participado en el asesinato de Alan Cerón.
Dijo que un sujeto al que apodan ‘El Nariz’ y otro al que sólo conoce como ‘El chivo’, le ofrecieron trabajo como sicario y que en diciembre del 2011 le ordenaron conducir la camioneta con la que “iban a levantar a uno de la familia michoacana”, y que fueron por él a la agencia del Ministerio Público.
Asentó en su declaración que el joven se subió por su propio pie a la camioneta Mitsubishi y que se lo llevaron rumbo a Zumpango donde ‘El Nariz’ y ‘El Chivo’ lo bajaron, lo golpearon, le dieron el tiro de gracia y lo enterraron en una fosa de apenas 30 centímetros de profundidad.
Sobre ‘El Nariz’ dijo que tuvo noticias de que ya lo mataron en Tierra Colorada y al otro no lo ha vuelto a ver. Así fue como el 16 de mayo del 2012 el detenido condujo a las autoridades hasta un predio donde estaba enterrado un cadáver que las pruebas de ADN demostraron que se trataba de Alan Israel Cerón Moreno.
Misael Morales Rodríguez, único testigo de la artera ejecución del muchacho, fue asesinado en la cárcel de Chilpancingo semanas después de su ingreso. La Procuraduría de Justicia de Guerrero no realizó ninguna investigación interna para determinar qué servidores públicos entregaron o permitieron que se llevaran al joven Cerón Moreno, y por qué durante todo ese tiempo no iniciaron la denuncia correspondiente. Los servidores públicos involucrados siguen laborando normalmente.
HASTA MAÑANA.