Casualidad o no, pero la sentencia que acaba de dictar la Juez Cuarta de Distrito con sede en Cuernavaca, Griselda Sáenz Horta, de 34 años de prisión y el pago de casi dos millones de pesos, en contra de 12 policías federales que hace 7 años atentaron contra dos agentes de la CIA norteamericana, pareciera insertarse en las acciones ordenadas por el gobierno de López Obrador para congraciarse con Estados Unidos.
Por principio de cuentas, Stan Dove Boss y Jesús Hoods Garner no tuvieron que pasar por el viacrucis que sufrimos todos los que hemos sido víctimas de un delito en territorio mexicano. Es más, ni siquiera fueron requeridos para comparecer ante la Juez, sino que con la pura declaración ministerial -que se llevó a cabo en territorio norteamericano- se siguió todo el procedimiento que culminó el pasado lunes con una de las más altas condenas de las que se tenga memoria para el delito de tentativa de homicidio.
Afortunadamente, fueron absueltos los agentes Ivonne Moreno Romero y José Ortega Ortega, quienes demostraron no haber disparado en ese operativo.
¿Qué sucedió ese 24 de agosto del 2012 en Huitzilac? Depende a cual declaración quiere usted creer más.
La versión de los agentes de la CIA fue la siguiente:
“Acorralados (…) el agente de la CIA Stan Boss, conductor de la camioneta (…), le dijo a sus compañeros que se ‘haría el muerto’ para que (les) dejaran de disparar ( …), sin embargo no lo hacen y continúan disparándole al vehículo, entonces, mientras disparan, el piloto recibe dos impactos adicionales de bala, uno en el brazo derecho y otro en el muslo derecho.
“Unos cuantos segundos después de eso dejaron de disparar y miré por las ventanas, percatándome que se veían entre ellos como si no trajeran más municiones, quedando todo muy quieto, entonces los pistoleros no nos hablan, no se acercan al vehículo y el piloto sigue haciéndose el muerto", narró el también agente Chese Garner (Jesús Hoods Garner).
A Stan, su compañero al volante, el rozón de un tiro le destrozó la mitad de la oreja derecha, le incrustó los lentes en la cara y produjo un desmayo momentáneo, pero reaccionó cuando recibió otro balazo en el brazo y se dio cuenta que también empezaba a sangrar de una pierna.
“El primer impacto que sentí fue en la cabeza, en la zona del oído derecho, de atrás hacia adelante y en la mejilla, me lesionó con un rozón, de hecho me destrozó la oreja en la parte media, a consecuencia de ello perdí el sentido.
“Cuando vuelvo en sí me percato que fui impactado en el brazo derecho, pero tenía diferentes esquirlas, aproximadamente 10, las cuales no tuvieron salida, sentí otra lesión en la pierna derecha, en el muslo, igual por una bala; en ese momento me dedico a hacerme el muerto para que dejaran de atacarnos”, recuerda Stan Boss (Stan Dove Boss).
Uno de los federales vestido de civil fue el más perseverante. Al frente de su grupo, con un arma larga que en un principio a los estadunidenses les pareció que era una AK-47, disparó directamente a la altura de la ventanilla del conductor, luego en el parabrisas y el cristal del copiloto. "¡Son diplomáticos! ¡son diplomáticos!", gritaba el capitán de Fragata Fabián Molina Llera, quien también iba en el asiento posterior del vehículo, desesperado porque no salía su llamada de celular para pedirle ayuda al teniente de Fragata Leonardo Ruiz Canche, entrenador del campo de adiestramiento en "El Capulín", a donde se dirigían.
Las últimas imágenes que Boss recuerda resumen un episodio sangriento. "Yo estaba tratando de usar mi celular, pero había tanta sangre en mis manos que no pude hacer nada. "Vi que (Garner) se desplomaba enfrente del vehículo y alcancé a ver que sus piernas y toda la parte de atrás estaba llena de sangre, entonces yo intentaba abrir la puerta del vehículo".
Ahora, lo que declararon los policías federales:
Buscaban a los secuestradores de Salvador Vidal Flores, funcionario del INAH, secuestrado un día antes. Para ello fue convocada “la Unidad Operativa de Seguridad Preventiva, Estación Tlalpan” de la PF para “implementar un operativo conjunto” con los policías federales destacados en Morelos. Recibieron la instrucción de vestirse de civiles –aunque conservando el chaleco y la chamarra de la PF– y usar autos particulares.
Los automóviles en los que se desplazaban los policías federales fueron una camioneta Voyager verde, un Altima gris, una camioneta Xterra amarilla y un Chevy azul.
Jorge Alberto Vargas Camacho, quien iba con el inspector Sánchez Durán y Humberto Segovia Domínguez en el Chevy azul, en su declaración dijo que al encontrarse en el kilómetro 43, Sánchez Durán recibió una llamada de Sánchez Fonseca, quien viajaba en la Voyager.
“Indican que les disparan en la brecha Fierro del Toro, por lo que nos dirigimos para allá. Al avanzar unos 300 metros vi una camioneta negra que salía a toda velocidad. El conductor enderezó su rumbo, pero a su pasó rayó y golpeó el espejo del lado izquierdo del Chevy y continuó su trayecto hacia la carretera, por lo que descendí de la unidad y disparé al aire para disuadir a los ocupantes de la (camioneta) negra; en eso sale la Xterra y le hago señas para indicarle el rumbo a tomar.
“Nos reincorporamos a la carretera, rebasamos a la Xterra ubicándonos detrás de la camioneta negra hasta que detiene. Bajamos del Chevy. Vargas Camacho realiza algunos disparos. Otros hacen lo mismo al tiempo de que se parapetan en un cerro o detrás de sus vehículos. Después llega la Xterra, al final la Voyager”.
Una vez terminado el enfrentamiento y cuando los policías supieron a quiénes habían atacado, Garrido Franco envió a Vargas Camacho a elaborar una ficha informativa. Pero en la oficina de Tlalpan recibió una contraorden.
“Nos concentraron. Ordenaron que nos pusiéramos el uniforme y tomáramos las patrullas que teníamos asignadas porque llegarían altos mandos. El compañero Ranulfo Ruelas le preguntó a Garrido si nos apoyarían. Dijo que desde luego, pues estábamos laborando. Luego nos pidieron que nos presentáramos a la PF en Morelos. Ahí nos subieron a una sala de juntas y elementos del Jurídico de la PF nos dieron línea para rendir nuestra declaración. Nos ordenaron que dijéramos que íbamos uniformados y en vehículos oficiales y nos trasladaron a las oficinas de la PGR en Morelos”.
HASTA MAÑANA.