Rafael Borrego Díaz vivía en el Distrito Federal y venía los fines de semana a trabajar a la Procuraduría de Morelos. Se ganó la confianza de Peredo Merlo y logró que lo nombrara subprocurador metropolitano, cuando tenía menos tiempo en la PGJEM que los otros dos mencionados.
El hábil funcionario se convirtió muy pronto en el brazo derecho del procurador, no solamente para atender cuestiones jurídicas sino incluso políticas y de relaciones públicas. Estuvo tan cerca de Peredo Merlo que el brazo de la justicia también lo alcanzó a él, cuando a principios de 1997 la Subprocuraduría de Investigaciones Especializada en Delincuencia Organizada (SEIDO) de la entonces Procuraduría General de la República detuvo al procurador morelense, al subprocurador metropolitano y a varios elementos de la Policía Judicial tras la muerte de un detenido (Jorge Nava “El Moles”) en los separos del edificio de la avenida Zapata.
Debe decirse que Rafael Borrego salió libre y con el paso del tiempo quedó totalmente exonerado. Hoy es litigante en materia civil y hasta hace unos meses tenía su despacho en la avenida Morelos, en el edificio donde hoy está el Instituto de la Mujer.
José Luis Urióstegui, el otro joven abogado, continuó su carrera y fue subsecretario de Gobierno, Consejero Jurídico del Gobierno estatal y procurador de Justicia al inicio del sexenio de Sergio Estrada Cajigal, cargo al que renunció porque el mandatario no quiso cambiarle al jefe de la Policía Ministerial, Agustín Montiel.
A la par que dirige su prestigiado despacho jurídico, José Luis Urióstegui intentó ser presidente municipal en dos ocasiones sin lograrlo, y lo más seguro es que lo intente por tercera ocasión.
El tercer joven abogado, Fernando Blumenkron Escobar, ha tenido una trayectoria ascendente: se quedó como encargado de despacho de la Procuraduría de Justicia tras la detención de Carlos Peredo Merlo; luego fue nombrado como director del Fideicomiso del Lago de Tequesquitengo y después como secretario técnico del gabinete.
Fue secretario de Seguridad Pública a nivel estatal y después emigró a la ciudad de México donde ingresó a la Procuraduría General de la República a nivel central, primero en la Oficialía Mayor, después en la Subsecretaría de Derechos Humanos y finalmente como director general de Atención a Víctimas del Delito.
Regresó a Morelos para ser designado magistrado del Tribunal Estatal Electoral del 2008 al 2014. De ahí ha desempeñado algunas “chambitas” en el programa Prospera y últimamente en el Instituto de Procesos Electorales y Participación Ciudadana.
Pues bien, es Fernando Blumenkron Escobar quien acaba de aceptar la dirección del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado del municipio de Cuernavaca.
No sabemos exactamente por qué, pero después de andar en “las grandes ligas”, de tener una magistratura y de tener las características necesarias para hacerse cargo de cualquiera de las secretarías del Gobierno estatal, el (ya no tan) joven abogado viene a hacerse cargo de una dependencia que podría ser su tumba políticamente hablando.
Y es que todo mundo sabe que el SAPAC ha venido sufriendo durante los últimos 20 años un saqueo descarado no sólo en lo que se refiere a ingresos económicos, sino también en agua que no se cobra, bombas que no se cambian, aviadores, etcétera.
Para empezar, el pasado miércoles que tomó protesta como director, recibió un sistema con 12 pozos sin energía eléctrica por falta de pago, y 26 colonias con graves problemas de desabasto. Ya el presidente municipal, Antonio Villalobos Adán, declaró que “la deuda del SAPAC con la CFE es impagable”.
Luego entonces, por más que Fernando Blumenkron sea un excelente jurista, y con una fama de intachable, no se entiendo por qué ponerlo en una posición tan desprestigiada y hasta peligrosa. No hay que olvidar que la penúltima directora, Isabel Sotelo, fue asesinada apenas unas semanas después de que dejó el cargo, lo mismo que un trabajador del área de control vehicular.
No en balde esa dependencia parece más bien un cuartel de la Policía, rodeada de guaruras que causan temor a las personas que acuden a pagar sus recibos, lo mismo que las camionetas al parecer blindadas, en las que se desplazan los altos funcionarios del Sistema de Agua Potable.
En esa posición se requiere a un administrador (que tenga habilidades de mago) o bien un ingeniero hidráulico, y ni Blumenkron, ni su director operativo Alfredo Socorrro, tienen esa profesión.
Confiamos en que Fernando siempre ha sabido salir avante en todos los cargos que ha desempeñado, y que si no logra solucionar completamente los problemas del SAPAC, por lo menos sí los reduzca un poco, sobre todo la corrupción que ha venido imperando desde el más modesto de los trabajadores hasta los directivos.
Además, el sindicalismo tiene ahogada a esa institución. El Nuevo Grupo Sindical y lo que queda de la CTM siempre están exigiendo más dinero y la nómina ya no aguanta un trabajador más, ni sindicalizado ni de confianza.
Sui Géneris el equipo que estará con Fernando Blumenkron: Alfredo Socorro, ex policía judicial; Héctor Maganda, ex policía federal; Jonathan Rebollo, ex agente del Ministerio Público, y Reyna Rosales, ex directora del Penal de Atlacholoaya.
Por lo pronto, tienen el beneficio de la duda.
HASTA EL LUNES.