Y es que el tabasqueño siempre ha utilizado en sus biografías de campaña, y después en la semblanza oficial como gobernador de Morelos, el dato de que fue “delegado de la Preparatoria 6 ante el Consejo Nacional de Huelga del Movimiento Popular Estudiantil de 1968”.
En repetidas ocasiones dice haber sido “perseguido político”; una de las últimas veces, en su discurso pronunciado el 25 de octubre del 2012, ante maestros normalistas.
Sin embargo, lo que no dice, es que su participación fue más bien como esquirol, y no como líder de la disidencia estudiantil.
Así lo dice su “biografía no autorizada” que circula en Internet:
“Durante la persecución y matanza de estudiantes en 1968, participó como esquirol de Gobierno Díazordacista, siempre se le acusó de ser la oreja del gobierno traicionando el movimiento estudiantil, por su relación y cercanía con el entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez”.
Que estuvo en el movimiento del 68, eso es innegable, pero por eso precisamente se esperaba que el dos de octubre de 2013 no pasara desapercibido para un gobierno que se suponía que era de izquierda.
El año anterior, se entendía, Graco estaba tan eufórico con su toma de protesta, que no tenía tiempo de recordar a sus compañeros caídos en el ataque del Ejército Mexicano a los jóvenes que se manifestaban en la Plaza de Tlatelolco. Pero ahora sí había tiempo para preparar algo, una guardia de honor, una bandera a media asta, algo que patentizara aquello de que el “dos de octubre no se olvida”.
Pero en este caso no sólo prevaleció el olvido, sino el desaire. Nadie nos lo contó, nosotros fuimos testigos de cómo, cuando ya se escuchaban las arengas de los estudiantes de la UAEM que venían en marcha al zócalo de Cuernavaca para buscar una entrevista con el mandatario estatal, éste se escabullía por la calle de Guerrero, obligando a los agentes de tránsito a hacer cortes de circulación para poder salir a toda velocidad en su Suburban y los otros cuatro vehículos y una motocicleta que conformaban su convoy de seguridad.
Y fue el entonces Rector de la UAEM, Alejandro Vera Jiménez, el que le recordó a Graco la trascendencia de esa fecha:
“Dos de octubre no se olvida, porque no queremos que se olvide, y no queremos que se olvide porque a 45 años de esa afrenta a la juventud mexicana y a sus familias desde la soberbia intransigente del poder, queremos seguir haciendo nuestras las enseñanzas de la generación del 68”.
Desde un templete instalado en la plancha del zócalo, el Rector de la máxima casa de estudios de Morelos, criticaba así a la actual administración:
“El México del 2013 está muy distante, en muchas cosas para bien, del México de 1968, pero también y hay que decirlo con todas sus letras: el México del 2013, está aún muy próximo en muchas cosas, para mal, al México de 1968. Menciono una, la desigualdad social, caldo de cultivo de la violencia estructural que nuestro país padece, que aqueja a nuestro Estado, que corroe y corrompe el tejido social de nuestras comunidades, que nos proyecta al precipicio de la
Y remató: “Hoy en esta plaza pública denunciamos la incongruencia de un gobierno que se dice de izquierda y en los hechos le da la espalda a la máxima casa de estudio del Estado”.
Ya para esos momentos el autoritario gobernador estaba siendo avisado de la osadía del joven rector y estaba ordenando una reunión, pero no en Palacio de Gobierno, sino en la residencia oficial de la colonia Reforma, a las seis de la tarde.
Y es que la inconformidad de los estudiantes y sus autoridades, se derivó de lo que consideraron un “tendencioso dictamen de la Comisión Estatal e Interinstitucional para la Formación de Recursos Humanos para la Salud que niega campos clínicos para los estudiantes de las licenciatura en nutrición”.
“Hoy a 45 años del 2 de octubre de 1968 la comunidad universitaria de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos viene a convocar a la sociedad a que se sume a su lucha en defensa de la universidad pública ante el embate de funcionarios de este gobierno que han hipotecado el interés general en aras de privilegiar los intereses privados”, decía Vera Jiménez.
En la tarde fue recibido por un molesto gobernador que consideró innecesario haber hecho la marcha.
Fiel a su costumbre, minimizó las inconformidades de los manifestantes y ordenó que se manejara un boletín al respecto.
“En las afueras de la residencia oficial, un grupo de alumnos de nutrición esperó la salida del rector Alejandro Vera, quien los sorprendió con la noticia de: “Esto ya está totalmente resuelto”, lo cual fue ovacionado por los estudiantes, quienes reconocieron la sensibilidad del gobernador Graco Ramírez para intervenir a favor de los universitarios”, decía el boletín de la Secretaría de Información y Comunicación Social del Gobierno Estatal.
A seis años de distancia, ya sabemos qué sucedió después. Graco y Vera se pelearon a muerte; el primero utilizó todo su poder para tratar de meter a la cárcel al segundo, y éste utilizó a la máxima casa de estudios para impulsarse políticamente. El que parecía que podía ser el mejor prospecto a gobernador por la vía independiente o por Morena, terminó aceptando una candidatura del Partido Nueva Alianza, misma que cambió por una dirección general en el gabinete del candidato que finalmente obtuvo el triunfo.
A la fecha, sigue defendiéndose de todos los cargos que le imputó el gobierno de Graco Ramírez en diversos juicios penales y hasta ahora los ha ganado todos, pero con la angustia de salir embarrado en la llamada “estafa maestra” que tiene a Rosario Robles en la cárcel.
HASTA MAÑANA.