La intención de quien la subió es insinuar que tanto David Martínez como Alejandro Vera fingieron sus secuestros con intenciones publicitarias.
Sin embargo, para quien esto escribe, lo más relevante de esas dos fotografías es que en ambas aparece Adriana Pineda Fernández, ostentando el mismo cargo.
Conocemos a Adriana desde hace muchos años. Fuimos compañeros de trabajo en la entonces Procuraduría de Justicia del Estado, a donde ingresó muy joven, estuvo algunos años y después se fue a trabajar al Distrito Federal.
La volvimos a ver en el sexenio de Graco Ramírez. El tabasqueño la puso en diversas áreas de la Fiscalía e incluso la propuso para ser titular de la misma pero el Congreso no la aceptó.
En una muy breve plática con ella nos enteramos que todo ese tiempo, desde que dejó la Procuraduría morelense hasta que regresó con Graco Ramírez, Adriana Pineda se estuvo desempeñando en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) el organismo que, debiéndose dedicar al combate de todos aquellos delitos que representaran un riesgo para el país, se entretenía espiando a los personajes que el gobierno (priísta, luego panista y después priísta nuevamente) consideraba como un riesgo político.
Hoy, con otro nombre, el CISEN se dedica exactamente a lo mismo, pero hoy espía a “prianistas” que buscan desestabilizar al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Pero esa es otra historia.
Volviendo al tema de la titular de la Unidad Especializada en Combate al Secuestro y la Extorsión (UECS) diremos que, por sus conocimientos y ciertos programas de computación que se trajo del CISEN, Adriana Pineda se convirtió en un elemento indispensable para el gobierno de Graco Ramírez, aunque no fue fácil ganarse su confianza.
Cuando se dio aquella rivalidad entre su jefe directo, el fiscal Rodrigo Dorantes y el titular de la Comisión Estatal de Seguridad Pública, Alberto Capella, la fiscal especial vio la conveniencia de aliarse con el tijuanense, lo que fue considerado por el primero como una traición.
Así, Adriana Pineda no sólo se mantuvo durante el sexenio de Graco Ramírez, sino trascendió al siguiente gobierno. Uriel Carmona se dio cuenta muy pronto que Adriana no sólo es una eficiente servidora pública, sino imprescindible para cualquier gobierno.
Ahora bien, tanto en el caso de David Martínez como en el de Alejandro Vera y su esposa, nos consta que no fue una actuación ni nada por el estilo, sino más bien la aplicación de todos los recursos de las autoridades con el objetivo de rescatar a una persona “políticamente importante”.
En el primer caso, tuvimos acceso al expediente y presenciamos la audiencia donde un grupo de jóvenes fue vinculado a proceso por la privación ilegal de la libertad de David Martínez. Ahí quedó demostrado que la idea de secuestrarlo fue de un sobrino suyo que sabía que su tío tenía “un guardadito” para su próxima campaña para la presidencia municipal de Temixco.
Pero la gente no creyó que pudiera haber tanta eficiencia para liberar a una víctima de secuestro, y dieron por hecho que el aspirante a alcalde creó una fantasía para hacerse publicidad. Eso fue determinante para que David perdiera en las votaciones del 2015.
Una fotografía donde aparecía David todavía con las manos amarradas bajo unas escaleras, y la mirada de un agente de la Policía que parecía decirle: “venimos a liberarte”. Otra más en la casa de gobierno, con Alberto Capella, Adriana Pineda y el gobernador Graco Ramírez, todos con cara de no haber dormido esa noche. Y luego la llegada del aspirante a alcalde a bordo de una camioneta rodeada de policías con armas largas, vitoreado por decenas de personas en la cancha de usos múltiples de la colonia Lomas del Carril.
Parecía una telenovela. De no haber sido porque leímos en el parte informativo cómo buscaron en cuestión de horas los datos de unas placas, rastrearon los números telefónicos de donde provenían las llamadas, y organizaron dos grupos de policías federales, estatales y el Ejército, para buscar en dos domicilios diferentes, también nos habríamos ido con la versión del ardid publicitario.
Con todo esto lo que queremos decir es que el secuestro de Alejandro Vera y su esposa tampoco fue una actuación, como algunas personas pretenden hacerlo creer. Es evidente que la pareja pasó por un lugar, a una hora, a bordo de un vehículo con tales características que lo hacían blanco fácil para la delincuencia que desgraciadamente asola el estado de Morelos.
Unos meses antes, en esa misma zona, un amigo comunicador viajaba con su madre, una sobrina y una niña. El motor de su vehículo se calentó, por lo que decidieron orillarse y esperar a que se enfriara. En esos momentos llegaron dos sujetos y los despojaron de celulares y carteras. Ni siquiera presentaron denuncia, conscientes de que habían sido víctimas de la delincuencia, que quizás habrían muchas más víctimas de hechos similares y que las autoridades no habrían hecho absolutamente nada.
Para mala suerte de los maleantes, esta vez sus víctimas resultaron “influyentes”, y como suele ocurrir en estos casos, llamaron a Adriana Pineda, quien comenzó a rastrear los teléfonos celulares, y cuando tuvieron ubicada la casa de seguridad donde los mantenían encerrados, organizaron un mega operativo que incluyó policías preventivos estatales, ministeriales, federales y la Guardia Nacional.
Afortunadamente fueron liberados, porque en varios casos los delincuentes matan a las víctimas independientemente de si pagan o no.
Y bueno, se tiene que decir: la UECS no tiene el personal ni la estructura para tratar de la misma forma todas las denuncias.
Lo ideal sería que no hubiera secuestros, o que si los hay, todos tuvieran finales felices como el de Vera y su señora esposa.
La pregunta que se tienen que hacer quienes gobiernan esta entidad es ¿y qué van a hacer cuando ya no esté Adriana?
Y la pregunta que muchos nos hacemos es ¿el software que tiene Adriana Pineda sólo se utiliza para espiar delincuentes?
HASTA MAÑANA.