“Ahí te lo encargo. Dale pronto y lo tiras al río”, son las palabras que Jesús Lemus Barajas no olvida; esa fue la instrucción que espetó el comandante Luis Carrillo cuando –después de privarlo de la libertad– lo entregó al grupo delictivo Los Zetas para que lo asesinaran. Fue en mayo de 2008. La orden venía del entonces Presidente Felipe Calderón Hinojosa, asegura el periodista, quien en mayo de 2014 estuvo en Jojutla por primera vez y desde entonces nos honra con su amistad.
Frente a la detención en Estados Unidos del ex Secretario de seguridad pública, Genaro García Luna, el periodista afirma que el ex mandatario miente, y reitera su acusación que Felipe Calderón mandó a ejecutarlo en venganza por las publicaciones que hizo sobre la relación de su hermana Luisa María de Guadalupe Calderón Hinojosa (también conocida como “Cocoa”) con Servando Gómez Martínez, alias “La Tuta”.
“La hermana del ex Presidente Felipe Calderón le hablaba a “La Tuta” para pedirle favores, para que candidatos de elección popular fueran apoyados por el narco. Yo comienzo a publicar este tipo de relación y entonces se viene una venganza del ex Presidente Calderón, donde él ordena mi ejecución, de tal forma que un comandante de la policía ministerial me busca y me secuestra”, declaró en entrevista con el portal Sin embargo.
Lemus se salvó “de suerte”, dice, pero fue encarcelado injustamente por poco más de tres años.
“El ex Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, orquestó todo, porque él hizo y armó un expediente de cajas y cajas”, añade.
El Gobierno actual, plantea el periodista, debería iniciar una investigación exhaustiva de la red que conformó García Luna, y que el primero que debe de ser indagado es Felipe Calderón porque era su jefe directo.
“Calderón es un farsante, un loco, un mitómano. Es increíble que quiera que nos traguemos la mentira de que él no sabía lo que hacía el secretario de seguridad pública. Por supuesto que sabía y tan lo sabía que cuando yo estaba en Puente Grande, tenía de vecino de celda al ‘El Grande’, José Enrique Villarreal Barragán, el jefe de los sicarios de los Beltrán Leyva, y de la voz del ‘El Grande’ escuché las versiones de cómo era la relación de Felipe Calderón, a través de Genaro García Luna, no solo con el Cártel de Sinaloa, sino con el Cártel de Los Zetas, con el Cártel del Golfo, de La Familia Michoacana”, asegura.
Era el año 2008, el segundo del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa. La ofensiva de Gobierno federal contra “los cárteles de la droga”, llamada “Guerra contra las Drogas”, había sido declarada un año y medio antes, justo en el estado de Michoacán, donde Lemus Barajas ejercía su labor de periodista.
Lemus dirigía un periódico en La Piedad, Michoacán, en donde comenzó a publicar reportajes y notas señalando que entre Gobierno de Felipe Calderón y el Cártel de La Familia Michoacana existía una estrecha relación, concretamente entre Luisa María Calderón, “Cocoa”, y “La Tuta”, quien en ese entonces era Jefe de La Familia Michoacana.
“Es una versión que yo comencé a difundir porque la conozco de fuentes cercanas del narcotráfico, y esa versión posteriormente es referida por ‘La Tuta’ en uno de sus videos públicos que están prohibidos en Youtube. Ahí dice que la hermana del Presidente Felipe Calderón le hablaba para pedirle favores para que candidatos de elección popular fueran apoyados por el narco. Yo comienzo a publicar este tipo de relación y entonces se viene una venganza del ex presidente Calderón, él ordena mi ejecución, de tal forma que un comandante de la policía ministerial, –bajo las órdenes de Carlos Zamarripa Aguirre Zamarripa, Procurador de Justicia de Guanajuato–, me busca y se me secuestra”, cuenta.
El 7 de mayo de 2008 ocurrió la privación de la libertad de Lemus Barajas en el municipio de Cuerámaro, en el estado de Guanajuato. “El comandante Luis Carrillo me lleva y me entrega a un grupo de Los Zetas para que me ejecuten en Guanajuato, es obvio que era una orden que bajó de Felipe Calderón, a través de su amigo el Gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Olivas Ramírez; ese personaje es el que me manda secuestrar para que me desaparezcan, para que me ejecuten, y me entregan al grupo de Los Zetas. […] claramente lo escuché –y son palabras que nunca se me van a olvidar–, cómo le dijo: ‘ahí te lo encargo, dale pronto y lo tiras al río’. Esas palabras no se olvidan”, narra el periodista.
La organización Reporteros Sin Fronteras, al enterarse de la desaparición de Lemus, actuó de inmediato: emitió un comunicado donde alertaba que el periodista llevaba varias horas desaparecido y exigía su presentación con vida.
“Eso fue lo que a mí me salvó la vida, porque realmente la intención era matarme, pero cuando aparece el comunicado de RSF, el comandante va y me recoge de la casa de seguridad”, añade.
Al periodista le imputaron falsos cargos de delincuencia organizada y narcotráfico, y fue encarcelado.
“Me mandaron a la cárcel estatal de Guanajuato unos días y de ahí, argumentándonos que era un reo de máxima peligrosidad, me llevaron a la cárcel federal de Puente Grande donde pasé tres años preso. Ahí estuve con los delincuentes más peligrosos de México de aquel tiempo, como Rafael Caro Quintero, ‘El Mochaorejas’, Mario Aburto, Alfredo Beltrán Leyva, incluso ‘El Grande’”, destaca.
Jesús Lemus fue recluido bajo cargos que jamás se demostraron. El Ministerio Público jamás entregó ni una sola prueba contra el comunicador. Tres años después, se demostró su inocencia y quedó en libertad.
“Considerando que no hay ningún elemento de juicio que señale siquiera la duda de que estuviera relacionado en hechos de narcotráfico o de delincuencia organizada, [Jesús Lemus Barajas] queda exonerado de toda acusación y se le dicta sentencia absolutoria”, expone la sentencia absolutoria dictada el 11 de mayo de 2011.
Lemus Barajas se convirtió en escritor. Su estancia en prisión la canalizó a seguir su instinto de periodista y ahí entrevistó a criminales peligrosos, entrevistas y pasajes que ha revelado en diversos libros. Sin embargo, ahora vive desplazado, pues tuvo que dejar su estado por inseguridad y amenazas.
A más de ocho años de demostrar que fue encarcelado injustamente, Jesús Lemus no ha visto la justicia e incluso ni siquiera cuenta con su calidad de víctima en el registro correspondiente, mientras que los que orquestaron su captura continúan en cargos públicos. “No han perdido su calidad de funcionarios públicos, siguen actuando impunemente, trabajando como si nada hubiera pasado. A mí me destrozaron la vida y a mí destrozaron la vida y ellos siguen operando con la máxima comodidad”, asegura el tocayo y paisano.
HASTA MAÑANA.