“Mataron a Gisela Mota”, era la especie que comenzó como un rumor y que terminó por confirmarse ya entrada la mañana cuando las autoridades comenzaron a dar entrevistas.
El asesinato del titular de un Ayuntamiento en su primer día de labores era una nota que los noticiarios de todo México (casi todos con sus conductores estrellas de vacaciones) recibieron inmediatamente y colocaron como principal. Al otro día, sería nota de portada en casi todos los periódicos del país.
“Mexico mayor slain a day after taking office” divulgó de inmediato la Agencia internacional AP. Una fotografía de su corresponsal Tony Rivera, donde Gisela aparece con un vestido rojo y un chal color amarillo, levantando su mano derecha y mostrando una sonrisa, se convirtió prácticamente en el ícono a nivel mundial. Era una mujer joven, bonita, en su primer día como alcaldesa, dispuesta a luchar contra la corrupción y las injusticias, asesinada por la delincuencia organizada. Esa era la imagen que todos necesitaban.
El primero que utilizó para su beneficio político el homicidio de Gisela fue el entonces gobernador Graco Ramírez. Era del dominio público que Gisela Mota no era su candidata para Temixco, sino David Martínez, pero cuando vio el impacto mediático que estaba teniendo, perversamente cambió su discurso y se convirtió en el fan número uno de “Gisela y su mamá Juanita”.
Pero no sólo eso, sino que se aventó la puntada de decir que la habían matado por estar de acuerdo con su proyecto de la Policía del Mando Único. Esa hipótesis fue fortalecida con una conferencia de prensa que ofreció su sobrino el fiscal Javier Pérez Durón en un hotel de la ciudad de México exclusiva para medios nacionales.
La muerte de Gisela también sirvió para que el presidente municipal de Cuernavaca, Cuauhtémoc Blanco, le tomara la llamada y lo convenciera de que debía aceptar el Mando Único porque le podía pasar lo mismo. De entrada, le consiguió una escolta militar moviendo sus influencias en la Secretaría de Gobernación.
Rodrigo Gayosso, hijastro del gobernador y dirigente del Partido de la Revolución Democrática, convenció a los hacedores de Gisela Mota, Carlos Caltenco y Anastacio Solis Lezo, de encabezar un movimiento de resistencia para que quien asumiera la presidencia municipal fuera la madre de Gisela, y no la suplente como establece la ley.
Y es que la suplente era nadamenos que la concuña del entonces senador Fidel Demédicis, enemigo político de Graco.
Después de dos meses de tener tomado el Palacio Municipal, por fin le permitieron tomar posesión a la presidenta suplente, Irma Camacho, a cambio de conceder plazas importantes a la familia de Gisela y su gente más cercana. Una enfermedad que aquejaba a Irma Camacho hizo que su administración fuera muy corta. A su muerte, la ley ya permitía que el Cabildo propusiera a cualquier persona, y la votación tanto del Cabildo como del Congreso favoreció a Juanita Ocampo, madre de Gisela.
Además de Caltenco y Solís Lezo, una de las más beneficiadas con la negociación tras la muerte de Gisela, fue Jazmin Juana Solano López, designada oficial mayor y quien a la postre sería la candidata a la presidencia municipal para el 2018 pero no por el PRD, sino por la coalición Morena-PES-PT.
Todo ese grupo se aprovechó de la imagen que dejó Gisela Mota Ocampo, una joven que había llegado a la diputación federal por la vía plurinominal bajo el padrinazgo de Fidel Demédicis. Al término de su periodo en el Congreso de la Unión, era ya la candidata natural a la presidencia municipal de su ciudad natal.
Los analistas de Marketing Político coincidían en que Gisela Mota era quien supo manejar mejor “el photoshop” (herramienta digital que se utiliza para mejorar la imagen de una persona). Mediante computadora, a Gisela la adelgazaron, la hicieron menos morena, le quitaron las pequeñas imperfecciones de la piel y le blanquearon los dientes. Quienes conocieron en persona a Gisela y vieron sus fotografías promocionales aseguran que “simplemente era otra persona”.
Lamentablemente esa imagen fabricada no solamente era en sus fotografías, sino en todo. Y con eso no pretendemos decir que Gisela fuera una mala persona, sino simplemente que era un ser humano, con muchos defectos como todos (a unos días de tomar posesión, chocó su vehículo y fue grabada cuando se deshacía de los envases de cerveza).
Van las pruebas:
Ya hemos dicho en muchas columnas que Alberto Capella Ibarra es “artista exclusivo” de varios medios nacionales de comunicación. Para lograr ese trato preferencial, el que fuera comisionado de Seguridad Pública de Morelos de 2014 a 2018 tiene que proveer de información exclusiva a ciertos columnistas a nivel nacional. Los periodistas le exigen que la información esté basada en documentos, y Capella les cumple al pie de la letra.
Uno de esos documentos filtrados fue el reporte 3920211 del C5, según el cual unas horas después del asesinato de Gisela Mota, se recibió una llamada anónima de un hombre que dijo haber estado en el bar en donde se planeó el crimen de la ex alcaldesa, un lugar llamado La Chopería de Temixco, y aseguró que la ex presidenta municipal, había sido asesinada a causa de los presuntos negocios turbios de su ex pareja sentimental, un comerciante al que se le vincula con Los Guerreros Unidos.
Se trata de Fabián Real Maldonado, quien aparece como “accionista del Grupo PIREMA” en documentos de la Comisión de Mejora Regulatoria de la administración municipal de Temixco en el 2014 y como integrante de la Planilla del Partido Acción Nacional a la presidencia municipal de esa localidad en el cargo de Síndico.
Pero la gente de Temixco no olvida que en el 2010 un local de pinturas propiedad de Fabián fue incendiado y que un hermano suyo apareció colgado junto con otros tres sujetos en el Puente de Tabachines. Su relación con el narcotráfico, era un secreto a voces.
A pesar de ello, a la muerte de Gisela Mota y ya bajo la administración de Irma Camacho, Fabián fue beneficiado con la concesión del corralón municipal de vehículos a través de un prestanombres.
Otro dato revelador:
Además de la carpeta de investigación por el homicidio del 2 de enero del 2016, la Fiscalía General de Justicia inició otra averiguación a petición de la familia de Gisela. Fue en contra del personal de la Fiscalía que participó en el levantamiento, pues de la recámara de Gisela fue sustraído alrededor de un millón de pesos en efectivo que la alcaldesa guardaba.
A cuatro años de distancia, con todos los autores materiales del homicidio muertos o detenidos, a nadie le importa ya quién la mandó matar ni el móvil de ese asesinato del que muchos y muchas se beneficiaron.
HASTA EL LUNES.