El magistrado Jesús Dávila Hernández fue quien se encargó de recorrer los cubículos de sus compañeros para avisarles que la reunión no sería en el salón Presidentes, sino en la oficina de Samuel.
Ante el nerviosismo de los colaboradores del presidente, comenzaron a llegar uno a uno al cubículo señalado, ubicado exactamente frente a la presidencia del TSJ. Ahí estaban Virginia Popoca González, Ezequiel Honorato Valdez, Nadia Lara Chávez, Rocío Bahena, Jesús Dávila Hernández, Valentín González, Ramón García Jácome y Juan Manuel Díaz Popoca. Eran ocho numerarios y los supernumerarios Rodolfo Cuevas, Samuel Sotelo y Wilfrido López Luna. Algunos comunicadores se aventuraron a suponer que todos los que estuvieron en esa reunión estarían en contra de la reelección de Ricardo Rosas, lo que daba una votación de ocho contra cinco.
La realidad era muy diferente. Magistrados presentes en dicho cónclave explicaron que éste fue convocado para analizar la posible violación a la ley con la reelección de Ricardo Rosas, de acuerdo a un análisis jurídico realizado por agrupaciones de abogados y entregado a cada uno de los magistrados esa misma mañana.
Sin embargo, la reunión llevaba implícita la posibilidad de que, al quedar de manifiesto un probable impedimento para Ricardo Rosas, de ahí mismo saliera el nombre de quien podría sucederlo en el cargo.
Pero los magistrados no dieron pie a esa última posibilidad. Salvo Jesús Dávila, los integrantes del Pleno desde el principio externaron que ya habían analizado la normatividad que rige al TSJ y que no encontraron impedimento alguno para la reelección de Ricardo Rosas.
Aún así, alguien cuestionó: Y si no fuera Ricardo Rosas ¿quién?
Los magistrados callaron. Ezequiel Honorato, cuyo nombre había sido manejado en los medios de comunicación dos días antes se descartó. “Del estado de México no va nadie”, bromeó.
La magistrada Rocío Bahena comentó que era importante que la decisión de los integrantes del pleno fuera en un mismo sentido, pues una votación dividida sería vista desde el exterior como un signo de divisionismo e incluso enfrentamiento.
Inexplicablemente, el magistrado Juan Manuel Díaz Popoca, quien un día antes había estado cabildeando con algunos de sus compañeros, y todavía ese viernes 16 se reunió con la magistrada Aurora Linares y el magistrado Miguel Ángel Falcón Vega en el Vips del centro, se quedó callado.
En opinión de sus propios compañeros, Díaz Popoca se dio cuenta de que Rosas tenía “amarrados” los suficientes votos para asegurar la reelección, y que enfrentarlo en una contienda electoral sólo lo dejaría en ridículo.
Al otro día, fieles a su promesa hecha a Ricardo Rosas, once magistrados pusieron su nombre en la papeleta repartida ex profeso para elegir presidente y hubo una abstención. Ricardo Rosas votó por sí mismo, aunque algunos medios manejaron la versión de que la abstención había sido del único aspirante como una muestra de que no quería influir a su favor en el conteo. “La abstención es mía y ahí está mi rúbrica en la papeleta”, aclaró días después Dávila Hernández, compadre de Ricardo Rosas hasta que el poder los enemistó.
De esta manera, con 12 votos a favor y una abstención, el sábado 17 de marzo del 2008 al mediodía, Ricardo Rosas Pérez protestó como presidente del Tribunal Superior de Justicia. Al mismo tiempo, en la explanada del Palacio de Justicia, al pie de la estatua que representa a la justicia, organizaciones de abogados depositaban una ofrenda floral con la leyenda “descanse en paz el estado de Derecho”.
Lo anterior viene a colación porque el próximo 17 de mayo termina el segundo periodo de la magistrada Carmen Verónica Cuevas López como presidenta del Tribunal Superior de Justicia, y sólo una maniobra como la antes narrada haría que su mandato se prolongara por otros dos años, emulando así a su acérrimo enemigo Rosas Pérez, quién en estos días habrá de recibir nueve millones de pesos luego de ocho años de litigio.
Es tiempo pues, de que los magistrados que integran el Pleno del Tribunal Superior de Justicia se pongan de acuerdo sobre la persona que los habrá de representar por los próximos dos años.
Es del dominio público que los magistrados están divididos. De acuerdo a los últimos acontecimientos, los dos bandos están integrados de la siguiente manera:
A favor de Carmen Cuevas: Elda Flores, Manuel Díaz Carvajal, Carmen Aquino, Valentín López, Idalia Franco, Miguel Ángel Falcón, Rubén Jasso y Leticia Taboada.
En contra de la magistrada presidenta: Jorge Gamboa, Norberto Calderón, Nadia Lara, Bertha Rendón, Juan Emilio Elizalde, Andrés Hipólito, Ángel Garduño, Rocío Bahena e Iván Arenas.
Nueve contra nueve. Basta con que uno se pase de un lado al otro para inclinar la balanza.
Del grupo de los oficialistas nadie ha alzado la mano para pedir ser el sucesor o sucesora de Carmen Cuevas, y la presidenta tampoco ha dado señal alguna de que tenga un “delfín” que le cubra las espaldas cuando deje el cargo.
De los opositores, varios tienen la intención de buscar la presidencia. De hecho, sólo Ángel Garduño se ha descartado, los demás con mucho gusto “se sacrificarían” por el cargo cuyo salario ya superó los cien mil pesos mensuales.
Pero con posibilidades reales vemos a Carlos Iván Arenas Ángeles, Jorge Gamboa Olea y Juan Emilio Elizalde Figueroa, en ese orden. A 115 días de que se realice la votación, ya es justo y necesario que comiencen los destapes y descartes al interior del Tribunal Superior de Justicia.
HASTA EL LUNES.