La anécdota deja en claro que ni el político más avezado (“vertebrado”, diría Javier, el hermano de Gely) pudo aguantar a los testarudos locatarios que no se dejan ayudar y que hacen lo que ellos quieren, quizás por aquel refrán que dice: “La burra no era arisca, la hicieron a palos”.
El tema viene a colación precisamente por una publicación que hace la dueña de la “Fonda La Güera” en la que critica la falta de acatamiento de los comerciantes a las disposiciones sanitarias que las autoridades han ordenado para prevenir el contagio de la epidemia conocida como Covid-19.
“¿Qué el Ayuntamiento no piensa hacer nada ante esta necesidad extrema? Regular las entradas, lavar el mercado, exigirle al del estacionamiento que lo arregle… algo”, cuestiona.
Y efectivamente, mientras en el gobierno en sus tres niveles pide que toda la gente permanezca en sus casas para no propagar más el coronavirus, el ALM es un auténtico “hervidero” de gente. Desde las cuatro de la mañana los camiones cargados con frutas y verduras invaden todo el circuito y los cargadores llevan sus “diablos” hasta con copete.
Apenas está clareando el día cuando la venta ya está en su apogeo en el estacionamiento oriente, ahí donde está la reconocida fonda que creó doña Ángela Frikas (hoy en remodelación, según nos informa Gely).
En los pasillos no se puede caminar por tanta aglomeración, y la “sana distancia” que promueve el gobierno federal aquí no tiene cabida. Es literalmente imposible evitar el roce de una persona con otra.
“Si no trabajo no como”, se justifica un comerciante. Y es que todavía hay incredulidad entre este sector de la población. “El día que comience a ver los muertos entonces voy a creer, pero mientras haya clientes a quien venderles aquí voy a estar”, agrega.
No sabemos si exista la intención de ordenar el cierre del mercado ALM, pero quien tenga la idea debe pensarlo varias veces. Si no han aceptado cerrar con incendios y temblores, menos van a querer si el mentado coronavirus nadie lo ha visto.
En agosto del 2010 ocurrió uno de los incendios, suponemos que el más grande. Era la oportunidad perfecta para demolerlo y hacer uno nuevo.
“El lamentable incendio del mes pasado era una inmejorable oportunidad de resolver un problema social de fondo, pero las autoridades, tanto estatales como municipales, prefirieron dar paliativos que les representen bonos electorales y no alborotar el avispero”, escribimos en nuestra columna del 3 de septiembre de ese año en La Unión de Morelos.
Con la tecnología que hoy existe en materia de construcción, en tres o cuatro meses se pudo haber levantado una estructura dotada de los más modernos sistemas contra incendio. O tan simple como construir una enorme cisterna en la parte norte del centro de abasto y poner tubería que llegue a todos los rincones del mercado, además de los extintores que son obligatorios en cualquier construcción. Tan simple como conectar el transformador adquirido durante el trienio de Jesús Giles y que las conexiones de energía eléctrica vayan en tuberías con sus respectivos cortadores de corriente.
Pero no. Las autoridades prefirieron no enfrentarse con el desunido y desorganizado gremio de los comerciantes y darles dinero rápido para evitar manifestaciones y tomas de instalaciones.
Los “expertos” se quebraron la cabeza para idear la solución: poner una malla que cubra todo el techo y evitar así que los posibles pedazos que se caigan no vayan a descalabrar a algún comerciante o marchante.
“Sobre ellos, los que tuvieron en sus manos la decisión de resolver el problema de fondo, caerá el peso de la responsabilidad, más moral que jurídica, si (ojalá nunca suceda) hay un nuevo incendio o cualquier otro acontecimiento con víctimas qué lamentar”, escribimos en aquella ocasión, cuando el presidente municipal era Manuel Martínez Garrigos.
Afortunadamente no ha sucedido ningún incendio de grandes dimensiones ni se ha caído el techo con los temblores. Pero ni los gobiernos priístas, ni panistas ni perredistas han logrado doblegar a los comerciantes del ALM.
En 2011 se hablaba de un proyecto de remodelación que incluía cambio del cableado de energía eléctrica, rehabilitación de sanitarios, del drenaje, cambio de piso, mejoramiento de áreas, pero sobre todo a la construcción de un estacionamiento de cinco niveles. Supuestamente ya estaban de acuerdo todos los líderes pero nunca se llevó a cabo.
En 2012, con Graco Ramírez llegó como secretario de Economía Julio Mitre Zendejas, hijo del ex alcalde Julio Mitre Goraieb, con un proyecto de remodelación muy ambicioso y que beneficiaría a todos los locatarios, pero pasó el tiempo, Graco corrió a Julio Mitre y el asunto se diluyó. Supongo que Graco dijo lo mismo que Sandoval Camuñas.
Todavía en octubre del 2017, un boletín de la UAEM hacía referencia un “proyecto de desarrollo sustentable” elaborado por estudiantes de la Licenciatura en Seguridad Ciudadana de la Facultada de Derecho y Ciencias Sociales de la máxima casa de estudios.
El 22 de junio de 2017 (siendo alcalde Cuauhtémoc Blanco Bravo) se entregó el proyecto al Ayuntamiento de Cuernavaca, mismo que incluía aspectos de Protección civil, vialidad, estacionamiento, limpieza, reubicación de los puestos de frutas y verduras, manejo adecuado de residuos cárnicos, imagen urbana, así como el uso de energías limpias, propuestas de financiamiento y obtención de recursos.
Suponemos que dicho proyecto está en el cajón de algún funcionario o ya hasta lo tiraron, sabedores de que ante cualquier propuesta la respuesta de los locatarios va a ser NO.
Volviendo al tema de la epidemia, el día que cierre el ALM no sabemos qué vamos a comer los que estamos tratando de guardar la cuarentena en nuestras casas. El trabajo de comerciantes y cargadores es tan esencial como el de los trabajadores de la salud, pero de que están violando las disposiciones sanitarias, eso que ni qué, y tarde o temprano la autoridad algo tendrá que hacer.
HASTA MAÑANA.