Javier García Chávez, quien se autoapoda “El gato”, es un hombre con mucha suerte y –políticamente hablando- muchas vidas. En las últimas, fue operador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para llevar a la Gubernatura a Graco Ramírez, quien le pagó con una candidatura a diputado federal, elección que ganó, pero unos meses antes de terminar su periodo “saltó” del barco perredista antes de que se hundiera y alcanzó a asirse al navío del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), y hoy busca acuerdos con el Partido Encuentro Social.
Igual que un gato, Javier García no sienta cabeza en un solo lugar. Nació en Michoacán pero desde joven vivió en la ciudad de México, donde ingresó al Instituto Politécnico Nacional a la carrera de Economía. No terminó la carrera porque lo suyo lo suyo era la grilla, tal como quedó de manifiesto en las notas periodísticas que lo ubican como dirigente del Comité de Lucha Estudiantil y fundador de la Organización Nacional de estudiantes del IPN.
Del movimiento estudiantil paso al movimiento de damnificados del sismo del 85. Carlos Monsivais lo menciona en su libro “No sin nosotros” como uno de los privilegiados que representó a los afectados por el terremoto en una reunión con el presidente de la República. Casualmente, en 1988 aparecía ya como precandidato a diputado, aunque no ganó. Lo intentaría nuevamente en 1994 pero tampoco tuvo suerte.
Fue miembro del Sindicato de Telefonistas hasta que lo invitaron a dar clases en Nicaragua, ya que desde 1980 era simpatizante del Comité de Solidaridad con el pueblo de Nicaragua. A su regreso, se integró a la administración del Gobierno del Distrito Federal como subdirector de Regularización Territorial, y luego como director general de Desarrollo Social, coordinador de asesores en la delegación de Milpa Alta y director de Participación Ciudadana en Coyoacán, cuando el PRD era gobierno.
En el 2007 apareció como director general del Sistema DIF-Guerrero con Zeferino Torreblanca, el primer gobernador perredista. Cual mercenario de la política, en 2010 se fue a su natal Michoacán para apoyar a otro perredista, Leonel Godoy. Le dieron la Dirección de Análisis y Desarrollo Político en el gobierno michoacano, un cargo que más bien parecía una “aviaduría”, después le inventaron el cargo de “coordinador general de relaciones interinstitucionales”, pero para ese momento ya tenía en mente otro proyecto: la gubernatura de Morelos para su amigo Graco Ramírez, quien lo había designado subsecretario de asuntos electorales del PRD.
Así, se vino a vivir a Morelos y comenzó a operar la organización “Gente x Gente”, una red de ciudadanos en apoyo a la candidatura de Graco Ramírez. En 2012 el michoacano le levanta la mano al tabasqueño en tierras morelenses.
En pago, le tuvieron que inventar un cargo que justificara su salario, que no era cualquier cosa. Le pusieron “Coordinación General de Análisis Político y Proyectos Estratégicos”, pero que en la práctica servía para seguir coordinando las redes de apoyo “GxG”.
Una de sus primeras pruebas fue la ceremonia de “El Grito” el 15 de septiembre de 2013 en el zócalo de Cuernavaca. Esa noche, desde el balcón paralelo a donde el gobernador iba a ondear la bandera y tocar la campana, el michoacano vigilaba que todo estuviera en orden. La plancha del zócalo estaba dividida en tres zonas: en la primera sólo entraban miembros del “GxG” que se identificaban con una pulsera morada; en la segunda estaban perredistas de todo el estado y a partir de la tercera ya se permitía la entrada a cualquier persona. Así evitaron cualquier abucheo al gobernante.
Con ese tipo de acciones “El Gato” demostró que podía mover a la gente a beneficio del gobierno perredista, e incluso pretendió dirigir al PRD, pero no contaba con que Graco tenía asignado esa misión para su hijastro Rodrigo Gayosso. Le dieron la Secretaría de Organización del Comité Directivo Estatal, lo que se le hizo poco.
Para el 2015 logró sin problemas la candidatura a diputado federal por el distrito que abarca Jiutepec, Temixco y Emiliano Zapata. Uno de sus contrincantes le puso una trampa: mandó a una de sus trabajadoras a que le coqueteara al candidato a través de Whatsapp y “El gato” cayó. Un grupo de abogadas se encargó de denunciar por acoso sexual al candidato a diputado federal, y expuso como pruebas las fotos pornográficas que le mandó a la guapa estudiante de bachillerato.
A pesar de esa trampa García Chávez logró el triunfo por un amplio margen en las elecciones intermedias, convirtiéndose en diputado federal, aunque su paso por el Congreso Federal transcurrió sin pena ni gloria.
En el 2017, el ya candidato al gobierno de Morelos por el PRD, Rodrigo Gayosso, le pidió a Javier que le entregara la base de datos de “Gente por Gente” y éste se negó. Ahí vino el rompimiento, pero no entre Graco y Javier, sino con su hijastro.
Los favores hechos a Morena como diputado federal le valieron la diputación local para el proceso electoral del 2018, a pesar de que –como ya se dijo- El Gato llegó a Morelos en 2011. El nuevo sexenio pintaba bien para el ex perredista, pues no solamente sería diputado local, sino presidente de la Junta Política. Sin embargo, unos días antes de la definición el grupo de Morena se comenzó a desmoronar. Se salió Pepe Casas, luego Andrés Duque, hasta que perdió fuerza y sólo quedó como presidente de una comisión, a la que renunció hace unos días.
Recientemente “El Gato” emitió un extraño comunicado en el que hace un llamado a los principales actores políticos de la sociedad morelense para establecer un diálogo que permita construir un gran pacto de unidad, que deje a un lado las diferencias, al tiempo de discutir reformas y leyes que resulten necesarias para las y los morelenses.
“Hoy hace falta en Morelos establecer un diálogo en el que impere la confianza y buena fe; basta ya de disputas y de descalificaciones, lo que se debe hacer es sentarnos a dialogar por el bien de nuestro estado”, dice.
Y remató:
“Se debe entender que si pierden los municipios, pierden los morelenses; que si pierde el Ejecutivo, perdemos todos, y si pierde el congreso, pierde Morelos”.
No hay que perder de vista que Javier, además de “gato” es un “viejo lobo” de la política que pretende quedar como el conciliador y salvador de la gobernabilidad en Morelos o ya está pensando en su siguiente salto a otro partido.
HASTA MAÑANA.