Son de dar miedo las últimas declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando afirma sin el menor empacho que “cambió de opinión”, con respecto a la presencia de militares en las calles, y la velada amenaza a los ministros que se atrevan a cambiar la prisión preventiva de oficio.
Esas declaraciones, aunadas a la frase que pronunció el líder nacional del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Mario Delgado, en el sentido de que “no importa el cargo, sino el encargo”, prácticamente nos llevan a aquella máxima que pronunció el entonces candidato del PRD a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador: “al diablo con las instituciones”.
Es decir, que no importa lo que se prometa hoy, si se puede cambiar en cualquier momento, incluso en sentido diametralmente opuesto. Así cómo se les va a creer en sus promesas de campaña.
¿Se acuerdan cuando al PRI lo llamábamos el “partido aplanadora”? pues ahora Morena es el “partido aplastadora”, y si no nos creen pregúntenle a Alejandro Moreno Cárdenas –mejor conocido como Alito- o al ex procurador general de la República, Jesús Murillo Karam. Al primero prácticamente lo aplastaron hasta que pidió paz, en tanto que al segundo lo están ablandando en el Reclusorio Norte.
Resulta muy preocupante que las instituciones encargadas de impartir justicia estén siendo manejadas con criterios político-partidistas. Sin el menor recato le conceden la libertad provisional a Rosario Robles y meten a la cárcel a Murillo Karam por haber torturado a presuntos delincuentes, pero lo hacen a capricho, nada más por que pueden. Por eso la tranquilidad de Murillo Karam cuando van por él, a sabiendas de que es mejor entregarse y esperarse a que termine este gobierno para regresar a la libertad. Así ocurrió con “La Quina”, con Elba Esther Gordillo, y otros más.
El asunto de Alejandro Moreno es realmente vergonzoso. Primero lo exhiben tal como es: vulgar, misógino, presumido, jactancioso, luego hacen como que lo van a perseguir penalmente, para después negociar (vaya usted a saber en qué términos) y que el partido que encabeza apoye la militarización del país como lo propone AMLO.
Y ahí tiene usted a millones de morenistas, dando “maromas” para decir que mejor sí es tener a los militares en las calles, después de que durante años esa bandera fue una de las que mejor les funcionó. Y miles de priístas (no creemos que tengan un millón de militantes) reculando su posición anterior para decir que ya se convencieron de que sí es mejor que los militares de hagan cargo de la seguridad pública.
En días pasados, a consecuencia de una iniciativa de ley alineada con AMLO que presentó una diputada priista respaldada por su dirigente, PAN y PRD anunciaron que la alianza opositora está suspendida temporalmente. “Alito” dice que la alianza no está en riesgo y que no hay ruptura… pero que el PRI apoyará la militarización que impulsa López Obrador.
Ese mismo día el secretario de Gobernación va a buscar a Alito hasta su curul y lo abraza y se secretean por varios segundos. Casualmente ya no hubo grabaciones esta semana, ya no se habló de carpetas de investigación ni se sabe que haya avanzado el desafuero en su contra.
“López Obrador hizo lo que tenía que hacer: apostar por cooptar al PRI en vez de perseguirlo”, escribió Carlos Loret de Mola el pasado jueves.
Por su parte, Raymundo Rivapalacio resaltó que “Moreno jugó exitosamente lo que era visto como una traición a la oposición aliada para evitar que Morena repita en el poder, y los llevó al umbral de un conflicto con el propósito, como define la estrategia del brinkmanship, de lograr un resultado positivo”. “Tenemos un proyecto conjunto, pero eso no quiere decir que coincidamos en todo”, dijo en conferencia de prensa. “Esto es por México, por la gente. ¿Con quién están?, ¿con los intereses de partido o con el interés supremo del pueblo de México?”.
Lo cierto es que ya todos nos hicimos bolas. Ahora resulta que la estrategia de AMLO contra la delincuencia vendrá a ser prácticamente la misma que implementó en su momento el presidente Felipe Calderón. Seguramente nunca habrá una “declaratoria de guerra” como tal, pero cuando mandas a la milicia a las calles, significa que estás iniciando un movimiento bélico.
Con esto el gobierno morenista está dejando sin argumentos a la oposición, a menos que se monten en el mismo discurso de Moreno, que afirmó que la estrategia de seguridad de López Obrador ha fracasado. En lo político, porque al reconocer que optó por la militarización de la seguridad pública al no haber otra alternativa, le da la razón a lo que hizo su archi-adversario, el expresidente Felipe Calderón.
Habrá que ver si sigue insistiendo en que su estrategia, aún con miles de elementos de la Guardia Nacional y del Ejército en las calles, sigue siendo la de “abrazos, no balazos”. No importa que la Guardia Nacional se integre al Ejército, pues los resultados serán los mismos al mantener el presidente la orden de no enfrentar a criminales y ser sólo una fuerza de disuasión, por lo que al final del sexenio probablemente se registre el mayor número de homicidios dolosos en la historia.
La forma de aprovechar la coyuntura es sumarse al PRI, pero agregando algo que podrán utilizar en el futuro: métricas para medir resultados. Le darán al presidente lo que quieren, pero a cambio de que con ello haya menos violencia y traiga la paz prometida a la nación. Eso no sucederá, porque tendría que cambiar la estrategia, con lo cual la derrota del momento pueden convertirla en victoria para los años de definiciones electorales.
Ahora bien, ¿cómo impactará todo esto a nivel local? El dirigente estatal Jonathan Márquez debe estar muy ocupado aprendiéndose el discurso de su maestro y amigo, Alejandro Moreno, para seguir poniéndolo como un mártir de la democracia y un héroe de la resistencia.
Dicen los enterados que, al igual que su líder nacional, Jonathan desde hace rato tiene muy buenas relaciones con el poder.
Por su parte, el coordinador de la fracción del PRI, Eliasib Polanco Saldívar, en la apertura del Período Ordinario de Sesiones del Segundo año de trabajo de la LV legislatura, recordó que ha pasado el primer año de ejercicio constitucional y “echarnos culpas y dividirnos es solo seguir retrasando la toma de decisiones por quiénes deben tomarlas; entendámoslo y rompamos con este círculo nocivo de confrontaciones. Basta ya de exhibir al estado y de exhibirnos todos, basta de acusaciones mutuas que generan inestabilidad y la pérdida de confianza de la ciudadanía en todas y todos nosotros”.
Salieron buenos alumnos de su maestro “Alito”.
HASTA EL LUNES.