Trabajar con pólvora es hacer un “pacto con la muerte”. Así lo definen quienes se dedican a la pirotecnia en diferentes puntos de la República Mexicana. Saben que en cualquier momento no sólo pueden quedar muertos, sino descuartizados, pero asumen el riesgo porque la paga es buena y, sobre todo, porque no saben hacer otra cosa.
De las familias que emigraron hace media década de Villa Escalante, Michoacán, unos se fueron al Distrito Federal, mis padres a Cuernavaca y otros a Tultepec, estado de México, considerada la cuna de la pirotecnia a nivel nacional. Por eso es que conocemos algo de esta actividad.
El mercado de San Pablito en Tultepec, donde en diciembre de 2016 un polvorín explotó, es conocido por ser el sitio con venta legal de pirotecnia más grande de México. Unos 300 locales están aislados del resto de la población, algo que según las autoridades locales hacía de este centro "el más seguro de América Latina". En 2005, una explosión similar, durante la venta del día de la Independencia, dejó 129 heridos. La reconstrucción tomó meses, pero al final el mercado volvió a abrir bajo el amparo de las autoridades. Para esa Navidad de 2016, esperaban vender alrededor de cien toneladas de explosivos.
Pero no sólo es la elaboración de artefactos explosivos para venderlos en sus tianguis. Otro sector se dedica a vender los tradicionales “castillos” y “toritos” muy socorridos en las ferias de todo el país. Si no hay “castillo” es como si no hubiera habido feria.
A eso se dedicaba la familia Carranza en un predio del municipio de Totolapan, donde ocurrió una explosión el pasado lunes por la tarde. Trabajaban en la elaboración del castillo y los toritos que se quemarían “El Quinto Viernes de Cuaresma”, tradicional en la Iglesia de esta localidad.
Los testimonios son desgarradores:
Una mujer aseguró que “en el taller estaba Demesio Carranza, dueño del negocio, Margarita Vergara, su esposa, Jorge Negrete, su cuñado, Paco Rosas, sobrino y sus trabajadores conocidos como ´el patito´ y ´el coyote´ y una bebé de un año y medio”, todos fallecieron, además de 15 personas que resultaron heridas durante la explosión.
Los habitantes entraron a la propiedad para sacar los cuerpos; uno de los ahí presentes aseguró “empecé a escombrar, rompí una loza, encontramos un pie, una mano y un cuerpo, como una hora lo tuve que cuidar hasta que llegaron las personas especializadas me retiré”.
Debido a la fuerte explosión, restos de estas personas quedaron esparcidas en las calles, azoteas, patios de las moradas y en los árboles.
“Venía yo avanzando y sí había cachos de personas, en una calle encontramos parte de una mano y la resguardamos por los animalitos y después llegó Semefo para levantar esta parte humana”, dijo otro testigo según publicó el portal Factor Quatro Noticias.
Al final hubo un conflicto con las autoridades de la Fiscalía pues los vecinos y familiares no querían que se llevaran los cadáveres o lo que quedaban de ellos, pues resultaba innecesario realizarles cualquier tipo de necropsia.
Un día después, la Coordinación Estatal de Protección Civil del Estado de Morelos informa que, tras el incidente presentado en el municipio de Totolapan, los primeros datos indican que la explosión se originó al interior de una vivienda donde se llevaba a cabo la manufactura y almacenamiento de manera clandestina de artificios pirotécnicos.
El Ayuntamiento de Totolapan que encabeza Sergio Livera se refirió al evento como una “explosión de un centro de acopio de pirotecnia no regulado”, para no usar la palabra clandestino.
Y como ocurre siempre, “después del niño ahogado”, ahora sí instruyó a su personal de Protección Civil “a llevar a cabo recorridos de inspección en los domicilios señalados como posibles centros de acopio de pirotecnia o polvorines clandestinos, con la finalidad de prevenir el riesgo a la población. De dicha inspección, hasta el momento no se han encontrado lugares con material explosivo”.
Adicionalmente realizan una evaluación a fin de contar con datos precisos de daños en la zona de la explosión por pirotecnia. Las festividades religiosas del último viernes de Cuaresma se llevarán a cabo, no así los festejos paganos como son los bailes, jaripeos y encendido de juegos pirotécnicos.
Cada vez que ocurre una tragedia de estas, pensamos que ya no habrá gente que se quiera dedicar a la elaboración de artefactos con pólvora, pero siempre nos equivocamos. Entre los pirotécnicos hay una creencia de que estos fallecimientos son como “sacrificios” que el creador les manda para darles prosperidad y éxito en la venta de sus productos.
En Tultepec, cada vez que había una explosión, los mismos habitantes del pueblo se organizaban para apagar el fuego y no dejaban pasar a los reporteros, pues consideraban que la difusión de imágenes de lo que ocurre cada vez que explota un polvorín, podría hacer que las autoridades prohíban definitivamente esa actividad, y entonces de qué van a vivir los moradores de ese municipio mexiquense.
Por otra parte, hemos visto infinidad de publicaciones en redes sociales pidiendo que ya se prohíban los cohetes o cuetes cada 12 de diciembre o en cualquier otra festividad religiosa, ya que ese ruido provoca estrés en sus mascotas.
Pero no, no hay nada que impida que haya elaboración y venta de productos explosivos, y únicamente cuando hay acontecimientos como los de Totolapan, alzamos la voz para denunciar que no hay suficiente vigilancia que impida la proliferación de esos polvorines clandestinos, pero después se nos olvida. Así somos.
INFORME DE CHECO PÉREZ
Agradecemos a nuestro amigo Leopoldo Nieto la invitación para el Segundo Informe de Actividades de “Checo” Pérez, pero no el corredor de autos que el pasado domingo llegó en primer lugar del Premio de Arabia Saudita, sino Sergio Pérez Flores, el senador por Morelos del partido Movimiento de Regeneración Nacional. La cita es el 25 de marzo a las 12:00 horas, vía Facebook, para ahorrar. HASTA MAÑANA.