El sindicalismo nació como un contrapeso ante los abusos de los patrones, en busca de mejores condiciones de trabajo, lo que a lo largo de la historia ha dejado cientos de mártires, razón por la cual ayer se conmemoró el Día del Trabajo. Sin embargo, hay varios aspectos de los sindicatos que quisiéramos hacer notar a raíz de lo que vimos, escuchamos y leímos en tan importante fecha.
Por principio de cuentas, advertimos que las cosas ya no son como antes, ahora están bastante revueltas. Por ejemplo, que quienes marcharon durante años hoy están en el Palacio Nacional, y que desde ahí han diseñado diversas reformas legales en beneficio de la clase trabajadora: incremento en el salario mínimo, vacaciones de 12 días y, la última, una jornada de seis horas en lugar de ocho, aunque hay que aclarar que esa propuesta proviene del partido Movimiento Ciudadano y que todavía está “en veremos”.
Por otra parte, vale la pena resaltar que a la actual administración federal le tocó poner en marcha un proyecto de Reforma Laboral que data de 2017 y que —según algunos especialistas— fue una imposición externa al gobierno de Enrique Peña Nieto; y que surgió desde el Partido Demócrata en Estados Unidos y siguió con el presidente Trump frente a la renegociación del Tratado de Libre Comercio.
Ese proyecto consiste básicamente en eliminar las empresas conocidas como “outsourcing”; en desaparecer los sindicatos que no tienen representatividad y sustituir las Juntas Locales de Conciliación que dependían de los Poderes Ejecutivos por los juzgados laborales dependientes de los poderes judiciales de los estados.
El segundo punto es interesantísimo porque marca un “parteaguas” en las relaciones obrero-patronales de este país. Conforme al artículo Décimo Primero Transitorio del Decreto del 1º de mayo de 2019 por el que se reformó la Ley Federal del Trabajo, todos los sindicatos deben legitimar sus contratos colectivos de trabajo en un plazo máximo de cuatro años a través de una consulta donde los trabajadores decidan mediante voto personal, libre, directo y secreto si aprueban o no el contenido de su contrato colectivo.
Para garantizar que los trabajadores voten con libertad, seguridad y secrecía, el Protocolo dispone que la consulta deberá ser verificada por un fedatario público o una autoridad laboral. El sindicato elegirá la modalidad de su preferencia y señalará el lugar, fecha y hora en que se realizará el evento. Una vez que éste quede registrado, la plataforma generará la convocatoria, boletas y actas de votación que deberán utilizarse para la consulta.
La fecha límite para que las organizaciones sindicales de este país legitimen sus contratos colectivos de trabajo es hoy, dos de mayo de 2023. Se estima que con esto muchos sindicatos “blancos” o “de membrete” van a desaparecer.
Esa modificación legal va a favorecer mucho a los empresarios que, de repente, eran visitados por supuestos dirigentes de sindicatos desconocidos con la amenaza de que estallarían la huelga tal día, por “violaciones al contrato colectivo de trabajo”, cuando los trabajadores ni siquiera los conocían. Aclaramos que esto no es idea de la “cuatroté”, sino la culminación de un proceso que se viene dando desde sexenios anteriores.
Ayer, en la ceremonia oficial por el Día del Trabajo, el presidente Andrés Manuel López Obrador, destacó algunos de los avances en materia laboral como el permiso por maternidad, pago de horas extras y utilidades, creación de juntas de conciliación y arbitraje, así como el reconocimiento del derecho de huelga.
“Ninguno de estos derechos existía en el porfiriato, es indudable que la lucha del pueblo por su emancipación, acompañada de los dirigentes, dio lugar a la ganancia de prestaciones”, dijo.
A lo que no se refirió es a la posibilidad de que cientos, quizás miles de personas, queden desempleadas como consecuencia de la desaparición o fusión de por lo menos 18 organismos como el Instituto Mexicano de la Tecnología del Agua (IMTA), al que AMLO considera que se puede incorporar a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) por el simple hecho de que ambas instituciones hablan del vital líquido; o la desaparición del Instituto Nacional de Acceso a la Información por que “no sirve para nada y nos ahorraríamos mil millones de pesos al año”.
Increíble ver a los representantes de la otrora poderosa Confederación de Trabajadores de México, esa que encabezó hasta su muerte Don Fidel Velázquez, sentados con un presidente proveniente de la izquierda. “Es usted un presidente obrerista”, le dijo el cetemista Patricio Flores Sandoval, quien tímidamente le pidió que “ojalá se exceptuara a los trabajadores del pago de impuestos en aguinaldo, vacaciones y otras prestaciones”. Don Fidel se ha de estar retorciendo en su tumba.
Ahí estaban esos líderes sindicales que nunca han trabajado, que son tercera generación de dirigentes y siempre fueron millonarios. El ejemplo más patético es el de Napoleón Gómez Urrutia, el líder de los mineros, al que AMLO evitó que fuera a la cárcel. Es cierto que ya no está Carlos Romero Deschamps, quien fue sustituido por Ricardo Aldana, pero ese señor debería estar en la cárcel y no disfrutando de todo lo que le robó a los mineros.
Presentes también: Carlos Aceves del Olmo, líder de la Confederación de Trabajadores de México; Isaías González Cuevas, secretario general de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC); Rodolfo Gerardo González Guzmán, secretario general de la Confederación Regional Obrera Mexicana; Francisco Hernández Juárez, secretario general del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, y Napoleón Gómez Urrutia, líder del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana.
No podía faltar el empresario Pedro Haces, el presidente de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), Pedro Haces, muy conocido en tierras morelenses, quien acostumbra poner en las obras de construcción que él representa un letrero que dice: “este negocio está protegido por CATEM”, como si estuviéramos en los tiempos en que los sindicatos también vendían protección a sus clientes.
El único ausente: Hugo Bello Valenzo, dirigente del Sindicato Libertad, quien presumía de haber proporcionado miles de votos para AMLO en las elecciones del 2018 y soñaba con crecer exponencialmente en este sexenio, pero algo pasó y fue detenido por la Policía acusado de secuestro y homicidio.
¿Y en Morelos?
En nuestra entidad los dirigentes sindicales se llevan muy bien entre ellos y ya se están preparando para ocupar cargos de elección popular en el proceso electoral del próximo año EN REPRESENTACIÓN DE LA CLASE OBRERA. Ahí está el mismísimo Vinicio Limón Rivera (“el obrero millonario” que se ha estado reuniendo con los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD en busca de la gubernatura); Vianey Nájera, Roberto Castrejón, José Trujillo, los hijos de Baldemar Tinoco, lo mismo que Bulmaro Hernández y sus hijos.
Lo paradójico es que ninguno de ellos trabaja.
HASTA MAÑANA.