La escena conmueve a cualquiera: elementos de la Policía Municipal, apoyados por soldados del Ejército y miembros de la Guardia Nacional, levantan las cajas de fruta de una señora que estaba vendiendo sobre la banqueta de la calle Degollado. Algunos mangos y guayabas ruedan por el suelo. “Así fueran contra los delincuentes, la señora sólo se gana la vida honradamente”, se escucha decir a un transeúnte.
Pero esa es sólo una de las dos caras del ambulantaje: la aparente necesidad de la gente por ganarse unos pesos para subsistir ejerciendo una actividad lícita.
La otra cara es que la señora no está sola. Pertenece a un grupo sindical que le indicó dónde ponerse y hasta le dio un teléfono celular para que avisara si llegaba algún inspector del Ayuntamiento, con la indicación literal: “mándalos a la chingada”.
Por eso es que, desde el principio del operativo amenaza: “Ahorita viene mi líder”. Acto seguido empuja las charolas con frutas que caen al piso y ruedan por la calle. “Ustedes lo van a juntar eh”, agrega. También cuestiona al inspector que ya la había visitado una vez para advertirle que el siguiente paso sería su desalojo: “¿Por qué no vino usted solo’”?
A los pocos minutos, mientras terminan de levantar su puesto ella habla con alguien por el celular: “Ya se llevaron todo, fue muy rápido y eran muchos”.
Al poco rato llegan varios hombres que no tienen aspecto de comerciantes. Visten ropa de buena calidad pero se cubren el rostro con cubrebocas (qué conveniente resultó la pandemia), y de inmediato comienzan a cuestionar a los policías sobre su proceder.
“No traemos armas. Somos gente trabajadora y sólo queremos que nos respeten y nos dejen trabajar”, dicen.
Cada vez llegan más y entonces se dirigen a la avenida Morelos, la más transitada, y bloquean el tránsito.
El hombre que se cubre el rostro con cubrebocas advierte retadoramente: “Estamos de acuerdo en un reordenamiento, más no en un retiro de los comerciantes porque todos tienen necesidad de trabajar”.
—Y el reordenamiento pudiera ser en la Plaza Lido?—cuestiona una reportera.
—Bueno, eso es reubicación. Reubicación no, reordenamiento: si alguien está de medidas de más o estorban se reubican de dos o tres metros. Pero seguiremos en la calle”.
El entrevistado no es el máximo líder, sólo un operador. El que encabeza la organización quizás esté cómodamente sentado en su residencia mientras toma alguna bebida y da instrucciones por teléfono.
Por lo pronto, ayer ya no continuó el operativo de desalojo de comerciantes ambulantes en la capital del estado, pues esa fue la condición de los manifestantes para retirar su bloqueo. Y así cada vez que se intenta frenar el ambulantaje en Cuernavaca.
Por eso es que, si usted estimado lector se da una vuelta por las principales calles, verá que hoy descubre un puesto que ayer no estaba. Los fines de semana ni se diga: ya hay puestos de comida a los que solamente les falta el “valet parking”.
En el zócalo de Cuernavaca es increíble: decenas de puestos con venta de comida atascados de clientes, mientras los comercios establecidos no tienen ni un cliente.
Qué bueno por los comerciantes ambulantes que les vaya muy bien y salgan de la pobreza, pero que mal para los empresarios restauranteros que tiene que pagar renta e impuestos, además de empleados.
Así estaban hasta hace unos meses en el municipio de Cuautla. Allá estaban peor. Según información de la Dirección de Industria y Comercio del Ayuntamiento de Cuautla, durante la administración de Jesús Corona Damián el ambulantaje creció en un 300 por ciento, es decir, se triplicó el número de vendedores que prácticamente se apoderaron de la plaza del zócalo y las calles del Centro Histórico.
Hasta el inicio de la obra de remodelación del zócalo en mayo del 2022, los comerciantes fueron desalojados, pero se instalaron en calles aledañas. A más de un año de los hechos, finalmente se retiraron para dejar las calles limpias y sin nada que obstruya el paso de transeúntes.
El presidente municipal de esta localidad, el morenista Rodrigo Arredondo López declaró que el reordenamiento del comercio informal será una actividad constante, y sólo se dará preferencia a los vendedores locales de venta tradicional.
"Este operativo de retiro de ambulantes, que se lleva a cabo por parte de Industria y Comercio, será permanente y en todo el primer cuadro de la ciudad", advirtió recientemente en entrevista con los medios de comunicación. Asimismo, el alcalde anunció que se reunirá con los comerciantes locales para buscar alternativas de reubicación.
Una de las opciones para reubicar al ambulantaje es el Centro Comercial Cuautla, esto luego de que el Gobierno del Estado otorgara el uso, seguridad y certeza jurídica sobre los inmuebles de que forman parte del Patrimonio del Gobierno Estatal y este centro es uno de ellos.
Luego entonces, los ciudadanos no debemos dejarnos engañar por quienes pretenden hacer quedar como los villanos a los alcaldes que sólo quieren recuperar los espacios de sus respectivas ciudades. Hay mucha diferencia entre una señora que se pone a vender tamales en la calle para subsistir, a las “cadenas” de puestos de comida que camionetas pasan a dejar y luego recogen, haciendo del comercio ambulante un negocio millonario.
Por otro lado, recordemos que los sindicatos surgieron para defender los intereses de los TRABAJADORES al interior de las empresas, así que el Nuevo Grupo Sindical y la Confederación de Trabajadores de México, nada tienen que hacer representando (o más bien regenteando) comerciantes ambulantes.
HASTA MAÑANA.