Desde tiempos inmemoriales el pueblo de Ocotepec (municipio de Cuernavaca) se rige por usos y costumbres, y cada vez que alguna corporación policiaca se mete a su territorio los elementos son detenidos en la Ayudantía Municipal y sólo los sueltan cuando alguno de sus superiores acude a pedir disculpas al pueblo. Así ha pasado con policías metropolitanos, estatales, ministeriales y hasta elementos de la Agencia Federal de Investigaciones.
El pasado sábado le tocó a la recién creada Guardia Nacional. Alrededor de las 21:30 horas, esta corporación ingresó al poblado y “causó daños diversos”, además de agredir a tres jóvenes y al comandante de la ronda comunitaria Abundio Hernández. Según pobladores de la zona, fueron ocho elementos de la Guardia Nacional, incluida una mujer, quienes incluso llegaron disparando en estado de ebriedad.
Al filo de las 22 horas las campanas de la iglesia comenzaron a sonar, ante el llamado la gente se arremolinó en la zona y bloqueó las salidas, por lo que los elementos ya no pudieron salir del lugar. Pobladores y guardias quedaron frente a frente a punto del enfrentamiento directo. Esto hizo que los guardias nacionales dispararon al aire en cerca de 50 ocasiones.
Al final —como ha venido ocurriendo desde hace décadas— los elementos fueron dejados en libertad con el compromiso de no meterse en territorio de Ocotepec. Una salida “política” pues.
Cuando el 23 de marzo 2009 un elemento de la 24ava. Zona Militar fue retenido por pobladores de Ocotepec, el gobierno del Estado recomendó al general buscar una salida política.
Pero el general Leopoldo Díaz Pérez, jefe de la zona militar en ese tiempo, montó en cólera y ordenó que un pelotón de soldados acudiera a rescatar al supuesto soldado ebrio.
La Comisión Independiente de Derechos Humanos (CIDH) difundió el siguiente testimonio de los pobladores de Ocotepec:
“Las camionetas de los elementos de la ronda de vigilancia llegaron al centro del pueblo e inmediatamente fueron rodeados por los vehículos militares y con palabras altisonantes les obligaron a bajar de las camionetas, les decomisaron los toletes, los encañonaron y catearon para ver si traían armas, los voltearon contra la pared, con las piernas separadas y los brazos abiertos, y un comandante del Ejército les dijo: "A ustedes les gusta pegarle a los soldados, qué se creen muy cabrones, indios ojetes" y los tiraron al suelo, boca abajo, dándoles diez segundos para que entregaran el celular, el cinturón y las agujetas de los dos detenidos. El jefe de los militares, varios de los cuales estaban con capuchas negras, procedió a someter a interrogatorio a cada uno de los elementos de la ronda de vigilancia del pueblo. Ahí separaron a uno de ellos que traía unas botas militares adquiridas en el tianguis, a quien se las decomisaron "porque nadie debe usar artículos del Ejército porque es un delito" luego de golpearlo dos veces con la culata del rifle”.
La versión del Ejército sobre este asunto quedó documentada en el “informe de hechos” firmada por el teniente César Doroteo Rivera, que obra en el expediente SC01/1989/2009 que inició más tarde la Procuraduría de Justicia del Estado.
“Que siendo aproximadamente las 23 horas del día de la fecha me comunican vía radio el sargento Saúl Cuevas Navarrete que de orden del comandante de la unidad me trasladara en un vehículo Hummer al poblado de Ocotepec, ya que se tenía conocimiento que un elemento de la unidad se encontraba detenido, por lo que me trasladé a dicho lugar en compañía de tres elementos más, arribando al lugar en mención a las 00:05 horas, en donde me percaté que el cabo Daniel Vázquez Merino en esos momentos lo sacaban de la celda de ese poblado varias personas, arribando en esos momentos otra fuerza al mando del teniente Eduardo Loza Monroy, por lo que procedimos a dialogar con estas personas para que nos hicieran entrega del cabo Daniel, aceptando entregar al detenido aproximadamente a las 00:10 horas, y al preguntarle por lo sucedido al cabo Daniel Vázquez Merino él me manifestó que aproximadamente a las 22:15 horas caminaba por la calle principal una cuadra antes de llegar a la ayudantía con dirección al oriente, ya que buscaba una dirección de un domicilio cuando de repente fue interceptado por una camioneta Ford Ranger color azul marino la cual pertenece a la Ayudantía de dicho poblado los cuales lo revisaron y uno de ellos, el cual es de aproximadamente 1.70 metros de estatura, complexión regular, tez morena clara y usaba lentes de aumento para poder ver, le puso las manos atrás golpeándolo en varias partes del cuerpo rompiéndole la playera y le quitó su teléfono celular al momento que le decía “que se lo iba a llevar su puta madre” por sospechoso ya que en esa colonia había muchos robos y que él tenía fachas de delincuente y que después se lo llevarían a la Procu para que le metieran la pistola por el culo y que también reconocía a otro sujeto que le había quitado su cartera el cual es de complexión robusta de 1.65 metros, moreno, y vestía playera roja con pantalón de mezclilla, personas que en esos momentos Daniel nos señaló como los que momentos antes lo golpearon y le quitaron sus pertenencias, motivo por el cual fueron asegurados aproximadamente a las 01:00 horas, toda vez que no pudieron identificarse como servidores públicos, y al explicarles el motivo de su detención, leyéndoles previamente sus derechos, la persona que dijo llamarse Gerardo Estrada Rosa, quien también dijo ser el comandante de la Ronda del poblado de Ocotepec, me manifestó que no quería tener problemas y que mejor nos entregaría el teléfono celular que le había quitado al cabo Daniel por lo que en ese momento se dirigió hacia un vehículo del cual no me percaté mayores características y momentos después se me hizo entrega de un teléfono celular de la marca Sony Ericson, de color azul, modelo Z320-A y el otro sujeto que dijo llamarse Francisco Javier Regil Rangel cuando el cabo Daniel se encontraba encerrado en la celda le aventó su cartera pero ya sin el dinero que llevaba momentos antes, por lo que fueron trasladados a la enfermería militar para que le realizaran un examen médico, ya después los trasladamos al tercer regimiento blindado para realizar la respectiva puesta a disposición ante esa representación social”.
El asunto concluyó con un “acuerdo reparatorio” en el que los ronderos de Ocotepec pagaron los dos mil 500 pesos que según el Cabo llevaba en su cartera, y advertidos de que no se volvieran a meter con militares.
Esa fue la única vez que les aplicaron la ley a los ronderos de Ocotepec. Actualmente, si usted tiene un percance automovilístico en territorio de Ocotepec, independientemente de los daños que cause al otro vehículo, tendrá que pagar cinco mil pesos a la Ayudantía Municipal, y ahí no tiene validez ninguna recomendación del Ayuntamiento ni del Gobierno del Estado.
Por eso cuando nos preguntan por qué en Ocotepec tiene su propia Policía y su propia oficina de Licencias de Construcción, les contestamos: ¿Qué no han visto que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos al final trae un artículo transitorio que dice: “No aplica en el pueblo de Ocotepec”?
HASTA MAÑANA.