Similar a “La Puerta de Alcalá”, las enormes y pesadas rejas del Palacio de Gobierno ha visto entrar y salir a muchos gobernadores, además de ser mudos testigos de múltiples manifestaciones populares. Cerradas casi en forma permanente en los últimos años (el acceso era por la parte trasera del edificio), ayer fueron reabiertas por la gobernadora Margarita González Saravia, apenas unos minutos después de protestar el cargo en el Congreso del Estado.
Fue un acto simbólico que dijo mucho del gobierno que la antecedió, cuando había poca actividad gubernamental, apenas la básica.
Es de todos sabido que el gobernador casi nunca despachaba en Palacio de Gobierno, salvo aquellos eventos que requirieran forzosamente estar en ese lugar, por ejemplo, las ceremonias del Grito de Independencia o izamiento de bandera. El resto del año el Palacio de Gobierno permanecía semiabandonado, pues los guardias no permitían la entrada a nadie que no fuera servidor público.
Conocimos ese edificio durante el sexenio de Antonio Riva Palacio López, cuando cualquier persona podía entrar sin dar explicación alguna. Eso provocó que los baños y pasillos fueran utilizados por vendedores ambulantes e indigentes.
En consecuencia, cuando el general Jorge Carrillo Olea asumió el cargo de gobernador, ordenó que ya no se permitiera el acceso a personas ajenas a la institución. Fanático de la seguridad (toda su vida trabajó en el Estado Mayor Presidencial), mandó instalar arcos detectores de metales y aquello se convirtió en una fortaleza impenetrable.
Esa excesiva seguridad le sirvió al “gobernador de la reconciliación”, Jorge Morales Barud, para dar una muestra de apertura social y, literalmente, llegó a abrir las puertas de Palacio después de caminar desde el Congreso del estado que se ubicaba a dos cuadras, en la calle Matamoros, donde lo nombraron sustituto del militar que había solicitado licencia para separarse del cargo.
En los dos sexenios gobernados por el Partido Acción Nacional, con Sergio Estrada Cajigal y Marco Adame Castillo, no hubo demasiada seguridad en la sede del Poder Ejecutivo, aunque las puertas sí permanecieron cerradas por las constantes manifestaciones de pobladores inconformes provenientes de diferentes municipios y, las organizaciones magisteriales que fueron el dolor de cabeza de Adame Castillo.
Fiel a su estilo demagógico, el perredista Graco Ramírez Garrido Abreu también hizo un show en su primer día de gobierno. Incluso le cambió el nombre al Palacio de Gobierno y ordenó que se conociera como “Casa Morelos”, y para causar más polémica cambió el escudo oficial que se había utilizado hasta esa fecha (obra de Jorge Cázarez) por uno creado por el muralista Diego Rivera al que algunos le atribuían tintes comunistas.
Su gobierno fue de simulaciones. Aparentaba transparencia presumiendo que su declaración patrimonial era pública, pero no decía que todos los datos importantes estaban tachados. Dejó al estado endeudado con seis mil millones de pesos, y todavía pretendió heredar el cargo a su hijastro, Rodrigo Gayosso.
Quizás esa fue la causa de que la mayoría de los morelenses optamos por el futbolista Cuauhtémoc Blanco, propuesto por el Partido Encuentro Social (PES) pero cobijado por la Coalición integrada por el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que llevaba como candidato presidencial a Andrés Manuel López Obrador.
Y las puertas de Palacio permanecieron cerradas. Literal y simbólicamente. Los principales funcionarios despachaban en oficinas alternas, con excepción del secretario de Gobierno, Samuel Sotelo Salgado, habilitado como “mayordomo”.
Fue precisamente el secretario en funciones de gobernador quien se encargó de recibir al mandatario con licencia, Cuauhtémoc Blanco, para que develaran ambos sus respectivos retratos en el Salón Gobernadores. Fue un acto discretísimo, reservado solamente para unos cuantos en el último día de su sexenio.
Las puertas de Palacio, que hace apenas unos meses intentaron ser derribadas por un grupo de periodistas furiosos por el asesinato de uno de sus compañeros (Roberto Figueroa), volvieron a ser cerradas herméticamente, hasta ayer a la una de la mañana que fueron abiertas de par en par para permitir el acceso a la nueva gobernadora, seguida por una turba proveniente del nuevo recinto legislativo.
“El estado de Morelos es parte de la nueva historia que a partir de hoy en México se escribe; después de rendir protesta como la primera mujer Gobernadora Constitucional del Estado de Morelos, Margarita González Saravia se trasladó desde la sede del Congreso del Estado hasta el Palacio de Gobierno, para abrir las puertas de este recinto donde a partir de este día atenderá sin ninguna distinción a todo el pueblo de Morelos”, dice el boletín 00002 de la nueva Coordinación de Comunicación Social, ahora a cargo de Margarita Estrada.
Y es que el comunicado 00001, da cuenta de su toma de protesta ante los integrantes de la LVI Legislatura, exmandatarios estatales (en realidad sólo Morales Barud y Adame Castillo, los demás están fallecidos o en la cárcel), diputadas y diputados federales, senadores, magistrados, presidentes municipales, representantes de organizaciones internacionales, ciudadanas y ciudadanos. “Margarita González Saravia aseguró que hará un gobierno honesto, de territorio y cercano a la gente”, agrega.
Tan cercano a la gente que el recinto legislativo resultó insuficiente para recibir a tantas personas de todos los estratos sociales y medios de comunicación que querían presenciar (no obstante que la ceremonia se realizó pasada la medianoche del lunes) la toma de protesta de la primera gobernadora en la historia de Morelos.
De igual manera, no hubo control en el acceso al salón donde se llevó a cabo la toma de protesta colectiva a los nuevos funcionarios. Lo mismo gente de traje que personas indígenas se colaron a la zona que supuestamente estaba reservada para la prensa ante la desesperación de los nuevos empleados que intentaban contener a la muchedumbre.
Ya pasaban las dos de la mañana cuando la nueva mandataria bajo las escaleras y salió del Palacio de Gobierno a paso lento, deteniéndose constantemente para conceder las famosas “selfies” que hoy todo mundo quiere tener con Margarita González Saravia.
Difícilmente volveremos a ver a otra gobernadora o gobernador que abra las puertas del Palacio de Gobierno a la una de la madrugada.
HASTA MAÑANA.