En nuestra entidad tenemos cuatro instituciones públicas dedicadas a atender la salud de las y los morelenses, lo que representa una carga presupuestal enorme tan sólo en salarios de sus funcionarios. En contraparte, no hay médicos ni enfermeras que reciban enfermos en los hospitales y clínicas comunitarias. Como dijeran en la Milicia: hay puro general y nada de tropa.
Hablamos de la Secretaría de Salud cuyo titular es el médico de Puente de Ixtla, Mario Ocampo; el organismo público descentralizado llamado Servicios de Salud que tiene como directora a Jaqueline Hernández Ruiz; el llamado IMSS-Bienestar que encabeza Marco Antonio Cantú Cuevas, y un órgano que casi nadie conoce, dependiente de la Secretaría de Salud Federal, que se llama Servicio Nacional de Salud Pública cuya representante en Morelos es Cecilia Guzmán Rodríguez.
Entre todos ellos se acaban una gran tajada del presupuesto federal y estatal del sector salud por concepto de sueldos (Jaqueline gana 97 mil, Cecilia 65 mil), y de ahí para abajo hay subdirectores, coordinadores, supervisores, hasta llegar a los que realmente hacen el trabajo: los médicos.
Son estas personas, médicas y médicos, los que tienen en sus manos la salud de los morelenses, con sueldos ínfimos en comparación con la responsabilidad que tienen. Por eso es que aquel dicho que hizo famoso el presidente Andrés Manuel López Obrador, de que tendríamos un sistema de salud igual que Dinamarca, quedó en una broma (él mismo lo confesó) para hacer enojar a los neoliberales.
Y es que en materia de salud, la llamada 4T ha venido aplicando la máxima de que “echando a perder se aprende”, y el método de las ocurrencias. Desaparecieron el Seguro Popular e inventaron el “INSABI”, que como no funcionó más que para enriquecer a unos cuantos, lo quitaron y pusieron en su lugar el IMSS-Bienestar.
Tan sólo por el nombre usted se imaginaría que consiste en que el Instituto Mexicano del Seguro Social que todos conocemos ya atenderá a todo público, pero no.
Resulta que se creó un Organismo Público Descentralizado denominado Servicios de Salud del Instituto Mexicano de Seguro Social para el BIENESTAR (OPD IMSS BIENESTAR), que absorberá todos los hospitales y clínicas que antes pertenecían al Sector Salud.
¿Se acuerdan de la descentralización de los servicios de salud que tanto presumían los gobiernos priístas y que sería la solución para mejorar este rubo a nivel nacional? Pues ahora vamos de regreso. Le pongo un ejemplo: si un hospital requiere una reparación de plomería, en lugar de contratar al plomero de la esquina, deberán enviar el requerimiento a la ciudad de México para que desde allá autoricen el gasto.
En materia laboral también están teniendo dificultades, ya que al transferir a la nómina del gobierno estatal al federal, “quedaron volando” varios aspectos que los están perjudicando:
Fueron transferidos un total de mil 800 trabajadores, de los cuales 226 perdieron su derecho de escalafón, es decir, que toda su trayectoria en los servicios de salud de Morelos se pierde, y ahora quedarán como si hubiesen sido contratados dos meses antes.
Uno de los mayores problemas que se tuvieron fue por el pago de pensiones alimenticias que fue suspendido a partir de la transición al OPD IMSS BIENESTAR, así como el pago de terceros institucionales por los meses pendientes (ISSSTE, FOVISSSTE, préstamos personales, SAR, SAT y otros) cuyas retenciones ya fueron realizadas, pero no hicieron los reportes correspondientes.
Lo que todo mundo se pregunta: ¿Por qué se les ocurrió hacer todo este movimiento administrativo en el ocaso de un sexenio? ¿Qué habría pasado si hubiera ganado otro partido político?
Recordemos que no todos los estados de la República están dentro de este sistema, pero como el gobernador de Morelos se pasó a Morena, entonces se convirtió en el principal aliado del presidente AMLO y hoy de la presidenta Sheinbaum.
La gobernadora Margarita González Saravia tiene las mejores intenciones de que los morelenses tengamos servicios de calidad, pero para lograrlo se requiere más que buena voluntad. Se necesita tener al personal más capacitado y con mayor experiencia en el ramo, y ahí al parecer es donde está la falla, pues pareciera que está aplicando la fórmula amloísta: 90 por ciento de confianza, por 10 por ciento de conocimientos.
No es lo mismo administrar un municipio de menos de 30 mil habitantes que la infraestructura de salud pública de todo un estado, además de que no ha estado en hospitales grandes. Sin embargo, se ganó la confianza de la gobernadora y se le tiene que dar el beneficio de la duda.
Ciertamente Mario Ocampo no está “maleado”, pues viene de gobernar un municipio al que llegó por la vía independiente y ha sido médico comunitario, sin embargo, se le han colado personajes ligados al cuauhtemismo como es la directora general de los Servicios de Salud, Jaqueline Hernández Ruiz, protegida desde siempre por el dos veces diputado Alfonso de Jesús Sotelo (Ponchito) que la trajo de Jojutla a la capital del estado y hoy es la que maneja todos los recursos del sector salud.
Tal como ocurre en otras muchas dependencias del gobierno del estado, personajes que se hicieron millonarios en la anterior administración, hoy tratan de ganarse la confianza de los que vienen llegando para seguir “pegados a la ubre” e incrementar su patrimonio familiar.
Algo que nos hacen notar los auténticos médicos es que no hay especialistas entre los nuevos funcionarios, son puros médicos generales y hasta un dentista. Sí, Jonathan Gracia Ortiz es odontólogo y fue designado subdirector de atención primaria a la salud de la SS, es decir, jefe de todos los Centros de Salud.
Sí, esos centros de salud donde falta todo: medicinas, médicos (se están jubilando y las plazas las congela la Secretaría), y vehículos para cubrir el interior del estado. Nos comentan que en materia de salud vamos en retroceso, pues antes había clínicas comunitarias que funcionaban las 24 horas, y hoy solamente atienden durante la mañana y parte de la tarde.
Ese es uno de los mayores retos de la nueva gobernadora, Margarita González Saravia.
HASTA EL LUNES.