“El caso Cuauhtémoc”, como los morenistas le denominan para no decir con todas sus letras de qué se le acusa, tiene muchas similitudes con un asunto que los morelenses conocimos perfectamente porque también se trataba de un diputado al que sus compañeros -e incluso compañeras- protegieron durante todo el trienio legislativo para que no procediera el juicio de desafuero. Hoy cumple tres años y cuatro meses preso en el Penal de Atlacholoaya.
También el sábado hizo cuatro años de que, en la ceremonia del Día Internacional de la Mujer, un grupo de diputadas se negó a participar en la sesión solemne porque al interior del Pleno Legislativo se encontraba un hombre acusado de violación y acoso sexual en agravio de dos de sus excolaboradoras.
“Las diputadas intentaron hacer la sesión solemne en el Salón de Comisiones, pero les dijeron los asesores jurídicos que para que tuviera validez debía ser en el recinto oficial, por lo que tuvieron que regresar y seguir la ceremonia con él ahí sentado en su curul, burlándose de las mujeres, que hasta ese momento no habían podido desaforarlo”, recuerda una de las víctimas.
Sí, hablamos de Marcos Zapotitla Becerro, cuyo caso es un claro ejemplo de lo que le puede suceder a una persona que viene desde abajo, que escala posiciones a base de traiciones, que cambia su forma de vida de un extremo a otro, y que su propia soberbia lo hace perderlo todo, hasta la libertad. “El que nada tiene y llega a tener, loco se quiere volver”, es el refrán popular que aplica perfectamente para Marcos y muchos otros.
Originario del poblado indígena de Tetelcingo y con raíces autóctonas de padre y madre (de hecho, hubiera tenido su lugar apartado en las elecciones gracias a las modificaciones legales en favor de los derechos indígenas), Marcos Zapotitla se abrió paso en una sociedad clasista y logró ser técnico en contabilidad.
Es el diputado cuautlense Francisco Rodríguez Montero el que lo invita a trabajar como su auxiliar en el Congreso Local y ahí conoce al también diputado Raúl Iragorri Montoya, quien habría de ser su mecenas en los siguientes años.
El oriundo de Tetelcingo se convirtió en el “brazo derecho” del empresario automotriz y ambos vivieron muy de cerca el proceso de nacimiento del partido Morena. Fue gracias a los oficios de don Raúl que es designado secretario de organización de ese instituto político en 2015.
De hecho, la candidatura de Zapotitla a la diputación local por el séptimo distrito electoral fue considerada una posición de don Raúl Iragorri, donde él tuvo que ceder a sus pretensiones de ser candidato a senador. Lo que no se imaginaba Iragorri Montoya es que, llegando a la diputación, el indígena (dicho con todo respeto), lo desconocería no sólo a él, sino al partido que lo llevó al triunfo, pasándose al Partido Encuentro Social (PES) a las primeras de cambio.
Pero más allá del cambio de partido, lo que fue más notorio fue su transformación física del oriundo de Tetelcingo. Los que lo conocieron de huaraches cuando ayudaba al diputado Rodríguez, ahora lo vieron llegar con zapatos de cuatro mil pesos.
Y los que lo vieron trasladarse en un Tsuru que le prestaba Don Raúl, no lo reconocían cuando lo miraron llegar en un Kia nuevecito y después a bordo de una camioneta Suburban y con escoltas que le proporcionaba el fiscal Uriel Carmona. Cadenas de oro, esclavas, anillos, relojes de las mejores marcas y lentes de prestigiadas firmas se incorporaron a su atuendo rutinario.
Aquel hombre sencillo que conocieron en el vetusto edificio de Matamoros, sonriendo servicial mientras cargaba un portafolio descarapelado, hoy estaba convertido en un auténtico “dandy”, con trajes sastre aunque sin corbata porque nunca se acostumbró a usarla.
Pero quienes vivieron esa transformación más de cerca fueron las mujeres que aceptaron conformar su equipo de trabajo confiando en que, por venir desde abajo, sería más comprensivo con sus subordinados. Una de ellas fue una joven originaria de Tetelcingo, sobrina del pastor de su Iglesia Cristiana, a quien contrató como “chofera”. La otra fue una psicóloga que le dio clases en la licenciatura en Derecho en la Universidad Privada de Morelos, Campus Cuautla, a la que le ofreció el cargo de secretaria técnica de la Comisión de Igualdad de Género que él presidía.
Ellas fueron las que constataron (y que tuvieron el valor de denunciarlo) que no sólo no era sensible, sino que con el tiempo se volvió grosero, déspota, además de que cayó en el vicio del alcoholismo por las constantes reuniones que sostenía con el gobernador Cuauhtémoc Blanco y con su grupo de legisladores.
Fue precisamente en una de esas cenas que terminaron en borrachera cuando ocurrió el hecho que lo mantiene en la cárcel. Fue el 6 de julio del 2020 cuando la reunión en el restaurante “Gusto” concluyó a altas horas de la noche y le pidió a su auxiliar que lo llevara a su casa de la colonia Vista Hermosa, donde aprovechó que ella quiso entrar al baño y ahí cometió el delito que le imputan.
En el otro caso, la psicóloga entró a trabajar con él en enero del 2020 aprovechando un permiso temporal que le concedió la Fiscalía General de Justicia para separarse de su cargo en la Fiscalía Regional Oriente. La profesionista recuerda que al principio todo iba muy bien, y aunque tenía que trasladarse todos los días a su casa en Cuautla consideraba que el sueldo hacía que valiera el esfuerzo.
El hecho de que alguna vez le dijera el diputado que la Comisión de Igualdad de Género le pertenecía a él y que por lo tanto ella también era de su propiedad, lo tomó como una broma. Sin embargo, muy pronto se dio cuenta que él hablaba en serio. Comentarios subidos de tono como “que bien se ve hoy licenciada con ese vestido corto, con ganas de hacerle un hijo”, se hicieron frecuentes, hasta que una vez le dio una mordida en el brazo, “sólo porque se me antojó”, se justificó el diputado.
Al advertir que ella tenía una relación sentimental con otra persona hizo que el trato se convirtiera en un infierno para la psicóloga. Le revisaba el teléfono, la hacía permanecer en la oficina hasta altas horas de la madrugada sin que existiera una razón justificada y se molestaba cada vez que saludaba a alguien en algún evento, preguntando de dónde lo conocía y por qué.
“Así, llegó un momento en que yo caminaba con la vista hacia abajo, tratando de que nadie me saludara para que no me fuera a regañar. Mi autoestima bajó porque era tanto el regaño que empecé a dudar de mi capacidad de hacer las cosas. Él me lo recalcaba a cada rato: que para que me había servido tanto estudio si no sabía hacer nada, tanto que me lo empecé a creer”, recuerda.
El diputado Marcos Zapotitla aprovechaba cualquier ocasión para recordarles a sus subordinados que él era muy cercano al gobernador. Y así quedó demostrado cuando, después de una primera denuncia, llegó al Congreso la solicitud de juicio de procedencia. El expediente “se extravió”, y por una cosa y por otra nunca pudo avanzar.
En su momento también ofreció una conferencia de prensa para declararse víctima de un complot político. El entonces diputado declaró que esta “campaña orquestada” no lo va a detener, "no me van a callar; si el tema es que yo me ablande, no lo van a lograr", advirtió.
El 17 de septiembre de 2021, ya con una nueva legislatura, la diputada Tania Valentina Rodríguez preguntó al Fiscal General en su primera comparecencia cuál era la situación jurídica que guardaba la denuncia que se formuló en su momento en contra del diputado Marcos Zapotitla cuyo periodo había concluido el 31 de agosto.
"Le informo que hace unos minutos se ejecutó la orden de aprehensión", fue la respuesta del Fiscal que arrancó el aplauso de los diputados, y que hizo llorar a las víctimas, al constatar que la justicia tarda (más cuando tienen fuero) pero finalmente llega.
HASTA MAÑANA.