Pero, ¿cuáles son las condiciones que permean en materia electoral? ¿Son diferentes a los procesos electorales de otros años?
Cada quien hablará según su punto de vista, pero por lo menos en lo que se refiere a los medios de comunicación sí han cambiado mucho las cosas en los últimos años en lo relacionado con los procesos electorales. Quién no recuerda aquellos titulares en los periódicos en los setentas y ochentas en los que sólo existían los candidatos del PRI o a Jacobo Zabludovsky asumiendo siempre su papel de vocero del gobierno en turno.
Ver un programa de televisión o noticiario en el que se entrevistan igualmente a los candidatos de todos los partidos era impensable hasta hace algunos años. En 1988, la revista “Por Esto” de Mario Menéndez se convirtió prácticamente en la bitácora de la resistencia y poco a poco se fueron uniendo otros medios como La Jornada y El Universal que abrieron sus páginas al entonces candidato Cuauhtémoc Cárdenas.
Y es que, para que haya un gobierno autoritario se requiere una prensa sumisa y limitada económicamente. De manera paralela a la democratización del país, surgieron nuevos periódicos económicamente fuertes que ejercen un periodismo sin ataduras, e incluso la empresa Televisa ha tenido que modificar sus criterios ante el riesgo de quedarse en la obsolescencia informativa.
En efecto, una elección libre y justa no solamente se trata de la emisión de un voto en condiciones adecuadas, sino que también de contar con la información más relevante de los partidos, políticas, candidatos y del propio proceso electoral a efecto de que los electores estén en condiciones de hacer una selección informada.
Ese es el gran reto de los medios de comunicación hoy en día.
Desde la perspectiva de la democracia resulta imprescindible que los medios de comunicación y sus operadores (dueños, comentaristas, reporteros, etc.) regulen su actividad y conciban su función a partir de valores de comportamiento ético y responsable en la cobertura de las acciones, declaraciones y acontecimientos de campaña de los partidos políticos y sus candidatos durante las contiendas electorales. Las condiciones en que compiten las instituciones políticas son ahora mucho más equilibradas y justas que antaño y en el futuro podrían mejorar. Pero nadie puede asegurar que la información que emiten los medios en relación con la cobertura de las campañas de proselitismo durante los procesos electorales continúe por la ruta de la equidad, la justicia, la imparcial y la verdad, entre otros valores de lo que podría llamarse periodismo democrático.
Es importante por ello, la configuración de un nuevo sistema de criterios y valores que normen la conducta, una nueva legislación o alguna otra forma por la que se pueda orientar la labor informativa de los medios y que determine sanciones para aquellos que violen las normas éticas de la profesión, sin perjuicio de la aplicación de sanciones configuradas en las leyes, actuales o futuras, en esta materia.
En la mesa del debate público nacional que se ventila en los medios, en el ámbito legislativo y en los sectores académicos, se han manejado algunas opciones que podrían asegurar el comportamiento ético y equilibrado de los medios de comunicación durante las contiendas electorales.
En México existen una Ley de Imprenta que data de 1917 y una Ley Federal de Radio y Televisión promulgada en 1960; ambas, por obsoletas, resultan en muchos sentidos inoperantes por lo que se ha discutido, desde tiempos de López Portillo, la conveniencia o no de renovar la legislación en materia de medios. No obstante, han sido los empresarios de los medios de comunicación, con el respaldo de algunas de sus plumas y voces a su servicio, que han antepuesto objeciones a que exista la más mínima intervención estatal para regular la actuación de ellos mismos.
Durante el sexenio de Ernesto Zedillo volvió a discutirse la posibilidad de formular y emitir una nueva ley de medios de comunicación. En aquella ocasión, ante las voces airadas de no pocos representantes del gremio que calificaban aquella pretensión como una “ley mordaza”, tanto el Presidente, como el entonces secretario de Gobernación, Francisco Labastida, se pronunciaron porque los informadores y comunicadores se sujetaran a sus propios códigos de ética, en virtud de que, según dijeron, era la mejor opción ante cualquier mínima intervención del Estado para someter a los medios al imperio de la normatividad jurídica con el argumento de que se atentaría en contra de la libertad de expresión.
Tal situación parece indicar una encrucijada: regular los medios de comunicación a través de leyes en la materia podría ser un riesgo para la libertad de expresión; pero no hacerlo, implica un serio problema de irresponsabilidad mediática e impunidad de periodistas frente a conductas cuestionables e incluso ilícitas.
Al parecer, el primer medio mexicano que adoptó el compromiso de sujetar su conducta a un código de ética es El Economista, al que más adelante se han sumado La Crónica de Hoy, El Universal y la revista Etcétera a nivel nacional. En Morelos ningún periódico lo tiene, o al menos no lo ha difundido.
Independientemente de los códigos deontológicos que se autoimponga cada medio, en materia electoral sería deseable que adicionalmente a los lineamientos de la autoridad electoral, ellos mismos aplicaran criterios de comportamiento para cubrir las contiendas políticas.
Tomando a los lineamientos aplicables a los noticiarios de radio y televisión que ha expedido el IFE para las elecciones federales como parámetro de lo que espera la sociedad, los partidos políticos y la autoridad electoral de los medios de comunicación, las reglas de oro, es decir, el código de ética ideal para la cobertura informativa de los comicios, serían los siguientes:
Diferenciación clara entre la información propiamente dicha y los comentarios y alusiones que impliquen un juicio de valor dentro de los contenidos. Esto es porque con cierta frecuencia se puede observar que los reporteros y los lectores de las noticias escriben o emiten sus informaciones con cierta intencionalidad que pudieran dañar la veracidad u objetividad de sus reportes. En el pasado y aún en el presente, muchas notas informativas vienen llenas de juicios de valor, editorializadas, como decimos los periodistas.
Derivado de lo anterior, otro tópico de ética sería el evitar la adjetivación en las notas informativas en beneficio o en perjuicio de uno u otro contendiente. Por extensión, también convendría que los reporteros eviten hacer cuestionamientos que lleven implícito un prejuicio o condena al entrevistado.
Permitir y abrir espacios a las aclaraciones. En el quehacer periodístico puede ocurrir que se emita alguna información errónea derivada de la interpretación equivocada del reportero de un hecho o una declaración, o bien, de la procedencia de una fuente o declarante que le haya proporcionado al reportero una versión ajena a la verdad. Cuando ello ocurra, el medio debe dar lugar a la aclaración, de preferencia en un lugar destacado.
Procurar una distribución justa y equilibrada en los espacios y tiempos dedicados a cada partido o candidato. Se reconoce, sin embargo, que no todos los días habrá notas que cubrir, que no siempre los partidos y sus candidatos generan información relevante y que existen instituciones políticas y contendientes que no tienen el mismo ascendiente social que otras fuerzas. En ese sentido, los medios no tienen por qué darle un trato igualitario a los partidos. Equidad e igualdad son conceptos diferentes.
Conocimiento pleno y profundo de los asuntos electorales por parte de los periodistas adscritos a la fuente respectiva. Debemos reconocer que la mayoría de los periodistas morelenses desconocemos a fondo la normatividad en materia electoral y con frecuencia sólo confundimos al ciudadano con nuestras notas informativas.
Respeto a la vida privada de los contendientes. Sería encomiable que los comunicadores no se inmiscuyan en los asuntos personales y privados de los candidatos en la medida en que éstos no tengan implicaciones de interés público. No obstante, se entiende que pueda haber algún declarante que emita algún juicio o comentario que atente contra la vida privada del aludido, en ese sentido se considera que la responsabilidad recae en el emisor y no en el medio o reportero que emite la nota.
Constituirse los reporteros en una suerte de coadyuvantes para evitar prácticas atentatorias de la efectividad del sufragio, denunciando y exhibiendo mediante sus informaciones a aquellos casos de compra y coacción del voto, y otros delitos.
Asimismo, sería deseable que los mismos medios se comprometieran a establecer mecanismos de control verificables a través de observadores imparciales que monitoreen con alguna frecuencia establecida -al modo en que lo hace el IFE- su propio comportamiento y se publiquen dentro de los mismos los resultados del monitoreo.
Todo lo anterior, lo reconozco, es solo una lista de buenas intenciones o de lo que debería ser. La realidad es todo lo contrario, sin embargo, no está por demás dejarlo asentado.
Ahora bien, ¿a qué nos enfrentaremos en los comicios del 2015?
Desde mi particular punto de vista, el proceso electoral va a contener tres características que no habíamos visto en elecciones anteriores o que por lo menos no se notaron tanto.
La primera característica es el uso de la tecnología enfocada a favorecer o perjudicar a determinado candidato o partido. Estoy hablando de cosas como el correo electrónico con el que se pueden hacer cadenas difamatorias, pero que es una herramienta cibernética que ya está quedando en desuso por la llegada del Facebook y del Twitter. Quien hoy no tiene cuenta de “feis” y no tiene “followers” prácticamente no existe, pero lo más grave del asunto es que si eres alguien importante y no tienes cuentas, puede haber alguien que la puede abrir por ti.
Es decir, el Internet es una excelente herramienta de propaganda partidista, pero también es perfecta para la guerra sucia. No nos extrañe pues que en los próximos meses aparezcan cadenas de correos con fotografías truqueadas, denuncias falsas, o que el día de la elección uno de los candidatos decline su candidatura vía twitter y convoque a sus seguidores a votar por otro.
Lo más grave es que ninguna autoridad puede hacer nada para evitar todo esto porque todo es virtual.
La segunda característica que es mucho más preocupante que la anterior es la presencia de la delincuencia organizada. Ojalá me equivoque pero considero que en esta elección el narcotráfico va a tener una mayor influencia como ha ocurrido en Michoacán y en otros estados del país.
Una tercera característica es que considero que habrá más “trampitas” para evadir al Código Federal de Procedimientos Electorales por cuanto se refiere a la propaganda en medios electrónicos. Ya vimos a una revista, “Vértigo”, anunciándose en televisión con una entrevista a un candidato, o a una revista de espectáculos entrevistando a unos actores que dicen por quien van a votar. En las últimas elecciones, durante un partido de futbol, casualmente los reporteros de televisa encuentran a un candidato a delegado en el DF y le preguntan sobre la importancia del impulso al deporte.
Pero no hay que olvidar que las agencias de publicidad e imagen lo que tienen son personas expertas en creatividad, que seguramente ahorita ya están pensando cómo burlar la disposición legal de no hacer uso de los medios electrónicos en propaganda partidista fuera de lo autorizado por el IFE.
HASTA MAÑANA
Estrategias
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Las nuevas condiciones electorales en Morelos
Darle otra oportunidad al PAN, regresar al PRI o probar con el PRD es un dilema que habremos de resolver en conjunto los morelenses en el 2015.
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Jesús Castillo García. Periodista con 30 años de trayectoria; Premio Estatal de periodismo 2010 y 2012. Premio Nacional de Periodismo 2013.