Sin embargo, debería haber rubros en los que se cuidará el dinero, como la salud y la educación, ya que eso permitiría evitar una caída era futuro de la actividad económica, pués no tener ciudadanos sanos y bien formados saldrá enormemente caro en poco tiempo.
Al mismo tiempo -como dije la semana anterior- quienes son dueños de empresas deben tomar en cuenta esa situación y buscar la forma de mantener su negocio en actividad sin esperar a los ciclos tradicionales, como las papelerías que se preparan para tener su mejor venta al comenzar cada ciclo escolar, cuando deberían fomentar a través del bueno servicio incrementar el flujo de clientela todo el año.
Aparte, la reforma fiscal entrará en vigor en enero e introducirá variantes en la forma de operar de la empresa, para lo cual el gobierno federal bien podría anunciar medidas que ayuden a, por ejemplo, bajar el costo de la conexión a internet, ahora que será necesario que todos los contribuyentes hagan sus registros de venta en una página web.
No siempre se necesita dinero para tomar medidas que incrementen la productividad. Algunas decisiones a tiempo pueden mejorar la vida de las personas y dar a las empresas, sobre todo a las más pequeñas, la oportunidad de sobrevivir e incluso, de crecer.
Ojalá que no sólo el gobierno federal tome en cuenta esas circunstancias, sino también nuestros representantes populares, a fin de que promuevan ideas enfocadas a hacer que la economía se haga dinámica.
Ya han sido demasiados años de bajo crecimiento y eso ha retrasado el desarrollo e diversos sectores. México es un país con una riqueza impresionante que merece ponerse en marcha.
El presupuesto federal es una de las mejores herramientas, de hecho es el mecanismo más poderoso, pero no es el único.
La empresa privada debe comenzar a dar señales de lo que puede hacer para promover el cambio.
Pero si ambas partes se unen, gobierno y empresa, seguramente los resultados serán espectaculares.