Por lo que se refiere a México, en los últimos meses nuestra economía no ha crecido lo que se esperaba. Sin embargo, hoy tenemos información valiosa que puede ayudar a superar las cifras negativas: sabemos porque no se creció como se había anunciado.
Resulta que el gobierno federal, que introdujo grandes reformas económicas y sociales hace cuatro meses, decidió posponer el año pasado el arranque de grandes obras de infraestructura. Por razones no del todo explicada, las grandes licitaciones que provocarían una derrama económica sin precedentes se detuvieron.
Principalmente enfocadas a la construcción de carreteras y vías de ferrocarril, esas obras no han iniciado y claramente la industria de la construcción, pero también la del hierro y el acero, los servicios y las telecomunicaciones no tuvieron materia de trabajo, por lo menos no en el volumen que se esperaba.
Los analistas internacionales y nacionales señalaron que allí está el origen de la desaceleración económica del país. Y del estado de Morelos, por supuesto, porque una de las obras que no comenzó fue la autopista que unirá a la entidad con Puebla para interneconectar de esa manera Veracruz con Acapulco.
Allí quedó lo suficientemente claro de que si bien la responsabilidad de crear empleos recae sobre todo en la empresa privada, el gobierno debe asumir su papel de motor de la economía.
Pero la principal lección viene de las cifras y la interpretación que le han dado: retrasar la inversión pública afectó a todos los niveles de la economía nacional.
Por eso, como ciudadanos debemos pedir a todas las autoridades que el presupuesto autorizado año con año se debe ejercer en su totalidad.
Por lo pronto, esperemos que pronto se liciten las obras anunciadas y eso permita crear fuentes de empele.