Durante su visita a Cuernavaca, el funcionario federal informó que en todo México y en Morelos el número de siniestros sigue con la tendencia a incrementar en alrededor de un 20 por ciento con respecto al 2016; también explicó que el combate es más complejo por el comportamiento agresivo de los incendios, debido a los fuertes vientos que se pronostican y porque dada la sequía, hay mucho combustible en el suelo, como hojarasca.
En un contraste significativo y haciendo referencia a otro país, recordemos que en enero del 2016 ocurrió una de las cinco mayores nevadas que han caído en Nueva York: la tormenta de nieve 'Jonas' dejó al menos 18 muertos y aisló a 80 millones de personas en Estados Unidos; también en Argentina se viven temporadas alteradas, con inviernos muy cortos y veranos largos e intensos, que llegan a rayar los 50°C: tampoco la primavera -en septiembre del 2015- llegó a Buenos Aires y únicamente se experimentó un cambio brusco del frío al calor, sin estación intermedia.
Podríamos continuar incluyendo numerosos ejemplos de los efectos que las acciones del hombre causan, directa o indirectamente, en la naturaleza; e irónicamente, también repercuten negativamente sobre sí mismo.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el año 2050 habrá 9 mil millones de habitantes en la Tierra. Para que podamos legar a nuestros hijos y nietos un mundo habitable, es necesario combatir la pobreza generalizada y la destrucción del medio ambiente, evitando así que paguemos un precio mayor, con un planeta más pobre e inestable y degradado: las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando, y más de un tercio de todas las especies conocidas podrían extinguirse si el cambio climático continúa sin control.
Y es que el desarrollo sostenible debe ser un punto vital en la agenda de gobiernos y ciudadanos.
Podría decirse que el movimiento ecologista empezó hace siglos, como una respuesta a la industrialización. En el siglo XIX, los poetas románticos ingleses ensalzaron la belleza de la naturaleza; de igual modo, el estadounidense Henry David Thoreau elogió la vuelta a una vida más sencilla, que se guiara por los valores implícitos en la naturaleza.
En los siglos XX y XXI, miles de héroes anónimos son devotos ambientalistas. Incluso durante una gala de los premios Oscar, el galardonado actor y ecologista Leonardo DiCaprio aprovechó la ocasión para destacar en su mensaje que "el cambio climático es algo real, está sucediendo en estos momentos y es la amenaza más urgente a la que se enfrenta nuestra especie; tenemos que trabajar juntos para hacerle frente".
José Mujica, ex presidente de Uruguay, pronunció un discurso -en junio del 2012- en la cumbre Río+20: el nombre abreviado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, llevada a cabo veinte años después de la histórica Cumbre de la Tierra realizada en Río en 1992.
Le compartimos un extracto, estimado lector, para reflexionar acerca de los grandes cambios negativos que la ambición ha provocado en nuestro mundo.
“Permítasenos hacer algunas preguntas en voz alta. Toda la tarde se ha hablado del desarrollo sustentable. De sacar las inmensas masas de la pobreza. ¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas? ¿El modelo de desarrollo y de consumo, que es el actual de las sociedades ricas? Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes?”.
“¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar? Más claro: ¿Tiene el mundo hoy los elementos materiales como para hacer posible que 7 mil u 8 mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿Será eso posible? ¿O tendremos que darnos algún día, otro tipo de discusión? Porque hemos creado esta civilización en la que estamos: hija del mercado, hija de la competencia y que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo. Pero la economía de mercado ha creado sociedades de mercado. Y nos ha deparado esta globalización, que significa mirar por todo el planeta”.
“¿Estamos gobernando la globalización o la globalización nos gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad y de que “estamos todos juntos” en una economía basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?”.
(…)
“No se trata de plantearnos el volver a la época del hombre de las cavernas, ni de tener un ‘monumento al atraso’. Pero no podemos seguir, indefinidamente, gobernados por el mercado, sino que tenemos que gobernar al mercado”.
“Por ello digo, en mi humilde manera de pensar, que el problema que tenemos es de carácter político. Los viejos pensadores -Epicúreo, Séneca o incluso los Aymaras- definían: ‘pobre no es el que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho, y desea más y más. Esta es una clave de carácter cultural”.
“Pero tenemos que darnos cuenta que la crisis del agua y de la agresión al medio ambiente no es la causa. La causa es el modelo de civilización que hemos montado. Y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir (…) Cuando luchamos por el medio ambiente, tenemos que recordar que el primer elemento del medio ambiente se llama felicidad humana”. Coincidimos.