Desde el 25 de noviembre en que se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, hasta el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, este año la Organización de las Naciones Unidas (ONU) también extiende la campaña “ÚNETE”: dieciséis días de activismo intenso contra la violencia basada en el género y una oportunidad para movilizarse y generar conciencia en todo el mundo.
La violencia contra la mujer es una violación de los derechos humanos y es consecuencia de la discriminación que sufre, tanto en leyes como en la práctica, y la persistencia de desigualdades por razón de género; dichas agresiones también afectan e impiden el avance en muchas áreas, incluidas la erradicación de la pobreza, la lucha contra el VIH/SIDA y la procuración de la paz y la seguridad.
La fecha del “Día Naranja” fue elegida por la ONU para recordar a las hermanas Mirabal, tres activistas políticas que fueron brutalmente asesinadas en 1960 por orden del gobernante dominicano Rafael Trujillo. Desde 1981, las militantes en favor del derecho de la mujer observan el 25 de noviembre como el día contra la violencia, mismo en el que se nos invita a llevar alguna prenda de ese color para resaltar el llamamiento a erradicar la violencia contra la mujer: sin reservas, equívocos o demora.
El 17 de diciembre de 1999, a través de la resolución 54/134 , la Asamblea General de la ONU declaró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, invitando a los gobiernos, las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales a que organicen en ese día actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública respecto al problema de la violencia contra la mujer. El 20 de diciembre de 1993, la Asamblea General aprobó la “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer” (A/RES/48/104).
Entre los datos que destaca la ONU al respecto de la violencia que se ejerce en contra de las mujeres, resaltan los siguientes:
"La violencia contra la mujer es la forma más extrema de discriminación y, en los casos más graves, esa violencia puede provocar la muerte. Según datos del citado informe, referidos a 87 países y recolectados entre 2005 y 2016, el 19% de las mujeres de entre 15 y 49 años de edad dijeron que habían experimentado violencia física o sexual, o ambas, a manos de su pareja en los 12 meses anteriores a ser preguntadas sobre este asunto. En 2012, casi la mitad de las mujeres víctimas de un homicidio intencional en todo el mundo fueron asesinadas por su pareja o un familiar, en comparación con el 6% de los varones.
Otro caso extremo de violencia es la ablación. Desde el año 2000, la práctica tradicional nociva de la mutilación femenina ha disminuido en un 24%. No obstante, la prevalencia sigue siendo elevada en algunos de los 30 países que disponen de datos representativos, y en los que, según datos de encuestas realizadas alrededor de 2015, más de 1 de cada 3 niñas de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años habían sufrido esa práctica, en comparación con casi 1 de cada 2 niñas alrededor de 2000.
Además, apenas la mitad de las mujeres de entre 15 y 49 años (un 52%) que están casadas o viven en pareja toman sus propias decisiones en materia de relaciones sexuales consentidas, usan anticonceptivos y acuden a los servicios de salud. Esa estadística se basa en datos disponibles en torno a 2012 sobre 45 países, 43 de ellos de regiones en desarrollo".
“No es exagerado decir que la mayor amenaza para la vida de las mujeres son los hombres, y, a menudo, los hombres a los que quieren”, señaló en su momento Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, quien también dio a conocer que prácticamente en la mitad de casos de mujeres asesinadas en 2012, el agresor fue un compañero sentimental o un familiar.
Debido a lo anterior, es necesario “implicar a los hombres y los niños como defensores y agentes del cambio a favor de la igualdad de género y los derechos de las mujeres (…) que los hombres que creen en la igualdad de género, pasen a la acción”.
En el año de 1995, 189 gobiernos se reunieron en Beijingm, en donde se aprobó “la Plataforma de Acción que definía estrategias clave para poner fin a la violencia contra las mujeres”, siendo la prevención uno de los factores relevantes para acabar con las principales causas de la desigualdad de género.
Las estrategias clave incluyen diversas líneas de acción: mejores servicios para las sobrevivientes de violencia, tales como líneas telefónicas de asistencia, refugios, consejo legal, acceso a la justicia, asesoramiento, protección policial y servicios sanitarios; índices de denuncia más precisos, una mejor recopilación de datos y un análisis más riguroso sobre los factores de riesgo y prevalencia; incluso mayor asistencia a las organizaciones de mujeres, una de las primeras líneas de ayuda.
Muchos países han incorporado leyes para prohibir, penalizar y prevenir la violencia contra las mujeres, pero su aplicación y cumplimiento no son adecuados: los índices de denuncia de casos de violencia siguen siendo bajos y la impunidad de los agresores, muy alta.
La violencia contra la mujer continúa siendo una pandemia global, pero la violencia contra las mujeres y las niñas se podría evitar: la prevención es esencial, recordemos que debemos actuar y ser agentes de cambio, día a día.
El tema de este año, “Que nadie se quede atrás: Pongamos fin a la violencia contra las mujeres y niñas”, del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de noviembre) y de la celebración de la campaña ÚNETE con los 16 días de activismo (25 de noviembre - 10 de diciembre), nos recuerda la necesidad de que las personas rompan el ciclo de la violencia contra las mujeres.