El pasado miércoles, senadores y diputados expresaron su repudio a la política migratoria del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que separa a niñas, niños y adolescentes de sus padres en centros de detención norteamericanos, según dio a conocer, mediante un comunicado, la LXIII Legislatura del Congreso de la Unión.
Luego de exponer el audio en el que se escuchan las voces y llantos de niños en un centro de detención de inmigrantes, el senador Javier Lozano Alarcón señaló que “estamos frente a uno de los hechos más crueles e inhumanos de los que tengamos memoria”, por lo que llamó a la unidad nacional para enfrentar esta política pública “aberrante” del mandatario estadounidense.
Por su parte, la senadora María del Carmen Ojesto Martínez Porcayo advirtió que casi todas las asociaciones estadounidenses de Pediatría describieron esta práctica como un abuso a menores permitido por el gobierno, que puede causar daños irreparables, con consecuencias de por vida.
Martínez Porcayo destacó que es necesario reflexionar no sólo sobre la política migratoria que aplican en Estados Unidos, sino lo que se hace en México en esta materia: “También tenemos a niños privados de la libertad en estaciones migratorias”, indicó.
Mientras que la diputada Josefina González Luna advirtió que “el juicio de la historia será implacable con la actual administración del presidente Trump, pero nos corresponde hacer todo que esté en nuestro poder para ayudar a quienes hoy padecen por el autoritarismo y la xenofobia de un individuo que utiliza a los niños migrantes como medio de presión y moneda de cambio”.
Y es que en cerca de dos meses, más de dos mil menores de edad, con edades de uno hasta los 18 años, han sido separados de sus padres y familiares, quienes se encuentran arrestados en espera de un proceso por ingresar ilegalmente al país ya que, bajo una nueva doctrina de "tolerancia cero", todo inmigrante indocumentado se considera un delincuente y se le procesa judicialmente aunque no tenga antecedentes penales; el protocolo estadounidense prohíbe que se detenga a los niños con sus padres, puesto que los menores no están acusados de un delito.
Tras las numerosas y duras críticas en diversos niveles de la opinión pública, incluso entre los mismos republicanos, Trump firmó una orden ejecutiva que busca acelerar juicios y eliminar plazos que limitan la detención de menores, luego de que en el lapso de apenas seis semanas, entre el 19 de abril y el 6 de junio, ya se había separado a cerca de dos mil niños, a veces bebés, de sus familiares adultos; sin embargo, los aproximadamente 2 mil 300 niños ya apartados no se reagruparán de forma inmediata con sus familias.
Por si estos hechos fueran pocos, además, en la semana que concluye, Estados Unidos abandonó el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al señalar que la ONU es tendenciosa en contra de Israel que figura como su aliado; la embajadora ante Naciones Unidas hizo el anuncio y la calificó como una organización que es indigna de su nombre.
¿Qué es un “daño colateral”? El concepto fue agregado en tiempo relativamente reciente al vocabulario castrense para señalar las consecuencias accidentales de las intervenciones militares; el término sugiere una desigualdad existente de derechos, ya que acepta a priori la distribución desigual de los costos que implica emprender dicha acción.
Zygmunt Bauman, sociólogo polaco, en su libro “Daños colaterales: Desigualdades sociales en la era global”, traslada el concepto de "daño colateral" a las víctimas de una sociedad movida por afanes egoístas y desmedidos de lucro; la mayor parte de esas víctimas son quienes se encuentran en las mayores condiciones de pobreza y marginalidad.
Y en medio de una globalización que escapa a todo control, un daño colateral implica, a decir de Bauman, “asumir tácitamente una ya existente desigualdad de derechos y oportunidades, y pensar que esos daños no son lo suficientemente importantes como para justificar los gastos de prevenirlos ni tenerlos en cuenta a la hora de planificar”.
La visión que tiene Bauman de la sociedad contemporánea no es totalmente pesimista, sino generadora de opinión: en la fase de globalización desenfrenada que hemos alcanzado, se requiere renovar los factores esenciales de solidaridad humana, en un marco de “creación de opinión y de formación de voluntades”.
Para Bauman, el llamado Estado social, una de las grandes conquistas del pasado siglo, ha dejado de ser viable y sólo lo que él llama un "planeta social", basado en organizaciones y asociaciones no gubernamentales que deberán actuar a escala universal, puede asumir las funciones que aquél ha venido cumpliendo.
A nuestro alrededor crece la desigualdad social y se incrementa el sufrimiento humano, relegado al estatus de 'colateralidad': No perdamos el sentimiento de solidaridad que nos lleva a indignarnos contra el término “descartable” y actuemos, en la medida de nuestras fuerzas, para reducir la marginalidad. En palabras de Albert Paine: “Lo que hacemos por nosotros mismos, muere con nosotros; lo que hacemos por los demás y por el mundo, permanece y es inmortal”. Coincidimos.