Este 30 de julio se conmemora el “Día Mundial Contra la Trata de Personas”, con el fin de crear mayor conciencia sobre la situación de las víctimas de este delito que atenta contra la dignidad humana y que representa el tercer negocio ilícito más rentable, sólo después del tráfico de armas y drogas; según datos previos de la Organización de Estados Americanos (OEA), "genera una movilidad promedio de 6 mil 600 millones de dólares anuales tan sólo en América Latina, y en todo el mundo un promedio de 32 mil millones de dólares".
La Organización Internacional del Trabajo calcula que casi 21 millones de personas en el mundo son víctimas del trabajo forzoso; en esa cifra se incluye también a las víctimas de trata para la explotación laboral y sexual.
La trata de personas, la “esclavitud moderna”, es un delito que explota a mujeres, niños y hombres con numerosos propósitos, que incluyen el trabajo forzoso y el sexo; aproximadamente, un 30 por ciento de las víctimas de la trata son niños y un 70 por ciento son mujeres y niñas, según el reciente “Informe Mundial sobre la Trata de Personas”, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
En el año de 2010, la Asamblea General adoptó un Plan de Acción Mundial para Combatir el Tráfico de Personas, además de establecer un Fondo Voluntario Fiduciario para las víctimas del tráfico, especialmente mujeres y niños; el objetivo de dicho fondo es facilitar la asistencia y la protección efectivas y directas a las víctimas de la trata, mediante la subvención a organizaciones no gubernamentales especializadas.
Cabe destacar que también se ha dado a conocer que, en un futuro próximo, la intención respecto a dicho fondo es dar prioridad a las víctimas provenientes de conflictos armados o que forman parte de grandes corrientes migratorias o de refugiados; además, centrar la asistencia en las víctimas que han sido objeto de la trata para explotarlas sexualmente, extirparles órganos u obligarlas a la mendicidad y a la delincuencia.
Este año, la UNODC ha elegido “La respuesta a la trata de niños y jóvenes” como el tema central del "Día Mundial contra la Trata", con lo que se busca resaltar el hecho de que casi un tercio de las víctimas de la trata son niños, para fomentar posibles iniciativas de acción relacionadas con la protección y la garantía de la justicia para los niños víctimas.
Respecto a nuestro país, cabe anotar que México fue pionero al participar en una de las campañas más importantes para prevenir este delito, "Corazón Azul Contra la Trata de Personas", en el año 2010 y como parte de las acciones de cumplimiento de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y sus respectivos Protocolos, informando a más de 53 mil personas sobre esta problemática, durante el periodo 2010-2012; sin embargo, falta mucho camino por recorrer.
Y es que la trata de personas vulnera los derechos fundamentales a través del engaño, sometimiento, coacción, abuso de poder, intimidación o amenaza, incluso en contra de la voluntad o viciando su consentimiento, equiparando, además, la condición de las personas a la de un objeto, aprovechado por el tratante para obtener beneficios ilícitos.
Uno de los antecedentes históricos de la trata de personas se sitúa en el periodo medieval, concretamente durante la lucha entre musulmanes y cristianos, cuando las personas adquirían un “rango de mercancía”; en 1869, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define el vocablo "trata" para referirse al "comercio de esclavos africanos"; en 1904, se firmó el primer acuerdo internacional para asegurar la protección eficaz contra el tráfico criminal denominado "trata de blancas": dicho término fue transformándose e incluyendo toda forma de explotación en contra de cualquier persona.
En fecha más reciente, en el año 2000, surgió el "Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños", conocido como "Protocolo de Palermo"; un instrumento cuya finalidad es combatir la trata de personas, proteger y ayudar a las víctimas, así como promover la cooperación entre los Estados parte, para combatir dicho delito de manera integral; dicho “Protocolo de Palermo” fue firmado por México en el año 2000.
“Los gobiernos no pueden cruzarse de brazos y esperar a que las víctimas se identifiquen; todo lo contrario, deben buscarlas de manera proactiva mediante investigación en los sectores de alto riesgo, observación de las poblaciones vulnerables y capacitación de los funcionarios públicos correspondientes”, señala el “Informe 2014 sobre Trata de Personas”, en cuya introducción el entonces embajador plenipotenciario para Vigilar y Combatir la Trata de Personas, Luis C. de Baca, apuntaba acertadamente: “la transición de víctima a sobreviviente es un camino que nadie debe recorrer solo”.
Seamos solidarios con los millones de víctimas de trata de personas, comprometidos en la medida de nuestras posibilidades y responsabilidades a devolverles lo que han perdido: la esperanza.