Panóptico Rojo
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“Y usted… ¿también es Charlie?

#JeSuisCharliese convirtió en uno de los hashtags más difundidos en la historia de Twitter, al ser replicado por personas en diversos países con acceso a la red social, en solidaridad con los periodistas de la revista satírica francesa Charlie Hebdo, tal como si este mensaje fuera “el último grito en la defensa de la libertad de expresión”. 

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Doce personas fueron asesinadas durante un ataque terrorista a la redacción de la revista, en Francia, el pasado miércoles.

El hashtag fue mencionado en 3.4 millones de tuits en un lapso de 24 horas, con el mayor número de menciones durante la tarde del jueves, cuando eran casi 6 mil 500 tuits por minuto; al final del día viernes, las menciones rebasaban los 5 millones. La traducción literal al español del texto #JeSuisCharlie es: #YoSoyCharlie.

Herbert Marshall McLuhan fue el primer autor en hablar del mundo como una “aldea global”, luego de sus análisis sobre medios de comunicación, en los años sesenta del siglo pasado. McLuhan no conoció Internet, pero sus investigaciones vislumbraban el futuro: los medios de comunicación de masas han convertido al planeta en una aldea, en donde las redes de información se transforman en una especie de “sistema nervioso” de la humanidad (“la neocorteza cerebral”, según le ha llamado el mexicano Javier Esteinou, doctor en Sociología).

Esteinou ha señalado que la teoría de McLuhan se queda únicamente en lo cultural, sin explicar “los intereses históricos de la dinámica del poder” en los que se enmarca: las transformaciones tecnológico-sociales de los sistemas de información no son ni neutras ni gratuitas. En ello coincido plenamente.

Por su parte, el investigador e historiador español Roman Gubern -quien también ha sentenciado que McLuhan estaba equivocado-, utiliza una de las frases del semiólogo italiano Umberto Eco: ‘La red es como una gran librería desordenada, es útil, pero su utilidad es limitada’, enmarcándola en lo que llamó "la pantallización" de la sociedad.

"Un empleado promedio puede llegar a pasar más de doce horas diarias frente a una pantalla (…) Eso supone un reemplazo de la experiencia física real por la experiencia filtrada, mediatizada, que esconde el riesgo de confundir el mundo real con la virtualidad e irrealidad de las imágenes (…) La sobreoferta de información, a su vez, supone un empobrecimiento de la comunicación y de la posibilidad real de estar en contacto con lo que ocurre a nuestro alrededor. En otras palabras: más oferta es igual a mayor desinformación e incomunicación", apunta Gubern.

Como se comentó en este espacio, “diversos académicos han señalado que, en la actualidad, el terrorismo puede entenderse más fácilmente si lo estudiamos desde una primera óptica relacionada con la comunicación, en lugar de referirlo a una óptica de violencia: el éxito relativo del terrorista se medirá entonces no por el número de bajas o el daño material que logre, sino por la atención mediática que reciba. (…) Cabría en este momento hacernos la pregunta: ¿Qué papel estamos jugando, entonces, como observadores de estas acciones violentas?” (en ‘Panóptico Rojo’, domingo 5 de octubre de 2014).

De manera personal no me identifico con la publicación Charlie Hebdo ni con su representación estereotipada del mundo islámico, tampoco con el humor negro bajo la forma de la sátira. Sí, considero totalmente atroz el ataque a las oficinas de la revista y añado que nada justifica el homicidio. También reconozco la pluralidad de opiniones que ha desatado este hecho reprobable: “hay una línea muy fina entre libertad de expresión y la ofensa a la sensibilidad de las personas”, han dicho algunos; otros, en cambio, opinan que “el punto central de dicha libertad de expresión es precisamente la libertad de ofender; ridiculizar el odio”.

Joe Randazzo, en su momento editor de una publicación satírica, The Onion, ha expresado que la sátira debe siempre acompañar a cualquier sociedad libre y que “es una absoluta necesidad. Incluso en los reinos medievales represores, entendían la necesidad del bufón de la corte, la única alma a la que se le permitía decir la verdad a través de la burla”. El primer ministro de Australia, Tony Abbott, indicó que “si no te gusta algo, no lo lees; no matas a las personas con las que no estás de acuerdo”.

Y por supuesto, el dicho que escribió Evelyne Beatrice Hall, biógrafa del escritor francés del siglo 17, Voltaire, también ha sido utilizado como un resumen de los puntos de vista sobre la censura: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.

Dicho lo anterior y a manera de humilde recordatorio, transcribo entonces los nombres de los doce fallecidos en ese ataque terrorista, materializado en el nombre Charlie Hebdo: los caricaturistas Stephane “Charb” Charbonnier, Jean “Cabu” Cabut, Bernard “Tignous” Verlhac, Georges Wolinski y Philippe Honore, los columnistas Bernard Maris y Elsa Cayat; Michel Renaud, Frederic Boisseau y Mustapha Ourrad; también los oficiales de policía Franck Brinsolaro y Ahmed Merabet. Cada una de las doce víctimas merece por igual recuerdo y respeto.

Pero la imagen que ha quedado grabada para mí respecto a este incidente, es precisamente la muerte del oficial Ahmed Merabet, capturada en video y compartida rápidamente a través de las redes sociales, en los primeros momentos de crisis por el ataque terrorista en Francia. Después de haber lesionado al policía, puede observarse a los terroristas, escondiendo su rostro con balaclavas y portando rifles Kalashnikov, cuando corren al lado del herido, quien tiene las manos en alto, en señal de estar rendido.

Entonces le disparan, después de un intercambio de cortas frases –una de ellas, la del agresor, es: ¿quieres matarme?- cuando él ya está indefenso, tirado sobre el pavimento afuera de las oficinas editoriales.

Al respecto, el hermano del agente fallecido dijo en una rueda de prensa ser "francés de origen argelino y musulmán de fe; estoy muy orgulloso de mi hermano Ahmed, que representaba a la policía francesa y defendía la República. Libertad, igualdad y fraternidad". También exigió que se deje de utilizar el video que muestra a Ahmed ultimado por los terroristas. "Nos parece despreciable que se usen estas imágenes. (…) Oí su voz, lo reconocí y lo vi recibir un disparo".

Durante el ataque a Charlie Hebdo, los terroristas presumiblemente gritaron “Hemos vengado al profeta Mahoma (Muhammad)”: el nombre Ahmed comparte raíces lingüísticas con “Mahoma”, y en ocasiones se le refiere como “Ahmed”. En una aldea global en la que gran parte de la población mundial es observadora de acciones violentas, actos terroristas y espirales de conducta racista y xenófoba, debemos tener en claro, entonces, que el odio es opcional.

 

#JeSuisCharlie

#JeSuisAhmed

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Margarita Rebollo

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