Y conminó por igual a partidos políticos diferentes para no vulnerar, sobre todo, el proceso de pre registro de quienes votarán a favor de tal o cual candidato. Es decir: el senador Castro ya empezó a trabajar, relevando a Juan José Castro Justo, quien se incorporó al equipo de Manuel Añorbe Baños, candidato del PRI a la gubernatura de Guerrero, con el carácter de coordinador general de campaña. No se olvide que Castro Justo es un prestigiado político guerrerense.
Sin embargo, más allá de los exhortos que pudiera enviar a granel el delegado general del CEN me parece importante reflexionar en torno a dos escenarios sobre los cuales se llevará a cabo el proselitismo de quienes aspiran a la presidencia y secretaría general del Comité Directivo Estatal, acéfalo desde hace casi dos años. Basándonos en los nombres difundidos por los medios locales, las posiciones habrán de decantarse entre lo urbano y lo rural.
Recientemente platiqué con Jorge Meade Ocaranza, viejo lobo de mar en la clase política tricolor (ha sido presidente del PRI, diputado federal y local, así como delegado especial en infinidad de elecciones estatales y miembro del Consejo Político Nacional), hombre proclive a la integración de una fórmula unificada y dirigentes más identificados con lo urbano que con lo rural. Tiene sus motivos personales para pensar así, pero no descarta cualquier resultado durante la elección del 7 de noviembre, incluyendo la posibilidad de la confrontación, una nueva polarización y la pérdida del capital político conseguido por su partido en las elecciones de 2009.
Así las cosas, pasemos a analizar, aunque sea de manera breve, la conceptualización sobre lo urbano y lo rural. Cuando algunos sociólogos se refieren a lo urbano indican que “es el lado prestigioso de la aglomeración de viviendas y actividades humanas en un espacio preciso. Es la ideología de la civilización industrial una y mil veces renovada, remodelada, rehabilitada y vuelta al centro de su esencia. Urbanizar a alguien es adaptarle a las costumbres dominantes, propias de las convenciones burguesas en su aspecto más gratuito y convencional: besar la mano, ceder el paso, preguntar por la salud y comportarse en la mesa. Lo urbano es lo contrapuesto a la ciudad; si lo urbano es lo positivo, la ciudad es lo negativo: la ciudad mata, destruye, arrasa, causa infartos, cáncer de pulmón, stress y otras maldades físicas y psíquicas. La ciudad es el lugar de la delincuencia, del gansterismo, de la drogadicción y de todo tipo de desviaciones” (Jesús Leal Maldonado, doctor en sociología por la Universidad Complutense de Madrid).
Y tocante a lo rural, una apretada definición señala que es el territorio “no urbano” de la superficie terrestre o parte de un municipio que no está clasificada como área urbana o de expansión urbana; áreas no urbanizadas al menos en su mayor parte o destinadas a la limitación del crecimiento urbano, utilizadas para actividades agropecuarias, agroindustriales, extractivas, de silvicultura y de conservación ambiental. En cuanto a su concepción geográfica como paisaje, el paisaje rural estudiado por la geografía respectiva incluye también las zonas dedicadas a otros usos (residenciales, industriales, de transporte o de servicios) en los municipios clasificados previamente como rurales.
Ambas definiciones y los dos escenarios me sirven para decantar posiciones entre varios de los aspirantes a la dirigencia estatal priísta. Los candidatos “urbanos” serían Víctor Samuel Palma César, Víctor Manuel Saucedo Perdomo y Rodolfo Becerril Straffon, a quienes se sumaría un “neo urbano”: Julio Espín Navarrete, acostumbrado ya a los placeres de la ciudad. Y ni qué decir de Francisco Javier Barbará Salazar, ex presidente de la Canacintra. El maestro Jaime Sánchez Vélez se cuece aparte, pues lo mismo se relaciona con lo urbano que con lo rural. Y rural sería Amado Orihuela Trejo, quien no ha abandonado su residencia en Mazatepec. Empero, la dicotomía se confirma a través de las alianzas, pues Julio Espín Navarrete será apoyado por Delfino Toledano, Enoé Salgado Jaimes y Andrés González, con esencia todavía rural; y Amado Orihuela, entre otros respaldos, ya tiene los de Rosalina Mazari Espín, Félix Rodríguez Sosa y 12 alcaldes rurales (incluido además el de Cuernavaca, Manuel Martínez Garrigós). ¿Dónde hay más densidad de posibles electores, susceptibles de ser “mediatizados”? Saquen ustedes sus propias conclusiones, amables lectores.