Al respecto se han escrito centenares de cuartillas conteniendo especulaciones y eventuales hipótesis sobre lo que antes sucedió, y hecho infinidad de comentarios a través de los medios informativos nacionales y estatales colocándose las más altas autoridades locales en una nueva crisis de legitimidad, que jamás hubiera surgido si el delicado asunto tuviera, como muchísimos otros, reales vínculos con la delincuencia organizada.
Asimismo, el deceso del hijo de un prestigiado intelectual mexicano sacó de la esfera estatal el múltiple homicidio para colocarlo ante la opinión pública nacional, propiciando un grave daño estructural a las instituciones morelenses, políticas y de seguridad pública. Desglosemos.
En la columna del 21 de enero del presente año abordé el siguiente tema, que tiene total analogía con lo acontecido recientemente. Escribí: “El juez penal del Séptimo Distrito Judicial con sede en Jonacatepec, Joaquín Magdaleno Magdaleno, dictó antenoche auto de formal prisión en contra de Ranulfo Morán Lima, ex tesorero municipal de Temoac, su hijo Hugo Morán Estudillo y su chofer Hipólito Sanguilán Domínguez, bajo acusaciones de homicidio calificado en agravio de Abraham Ortiz Rosales, presidente municipal de aquella localidad. El juzgador inició así el proceso que los tres aludidos deberán enfrentar presos, sin derecho a fianza, otorgando validez a las investigaciones del Ministerio Público del fuero común. Durante los próximos meses, Magdaleno deberá emitir sentencia condenatoria o absolutoria”.
Agregué: “Los hechos, ocurridos el pasado 10 de enero cerca de Amilcingo, involucraron a otras personas, dos de las cuales debieron recibir ayer, al filo de las 22:00 horas, un auto de formal prisión similar. Al respecto, Pedro Luis Benítez Vélez, procurador general de Justicia, declaró que las investigaciones continúan. Sin embargo, con los resultados demostrados hasta hoy por el fiscal morelense, hubo un mentís hacia sus detractores, algunos de ellos adscritos al grupo parlamentario del PRI. Exigían la renuncia del funcionario y también la de Gastón Menchaca Arias, secretario de Seguridad Pública de Morelos. Desde luego, esta posición tuvo que ver con una típica campaña de ataques dirigidos hacia el gobernador Marco Adame Castillo. Para su infortunio, varios actores políticos que demasiado pronto se desgarraron las vestiduras hicieron el ridículo”.
¿Qué sucedió allá y entonces para disminuir (hasta casi desaparecer) la tensión prevaleciente alrededor del procurador y su jefe superior inmediato? Acertó usted: se ubicó a los autores materiales e intelectuales del asesinato del alcalde y se evitó la impunidad.
Era lógico, pues, que el poeta Javier Sicilia definiera (tras su retorno de Asia y las exequias de Juan Francisco) una posición sobre el asesinato de su hijo. Y lo hizo ayer dentro de los espacios nacionales que ocupa tan lamentable suceso: dar un plazo de 15 días a la Procuraduría de Morelos para hallar a los responsables del múltiple homicidio, amén de advertir que la institución no debe fabricar chivos expiatorios. Esto, definitivamente, implica la necesidad de hacer un alto en el proceso declarativo y especulativo, a fin de no complicar más las cosas (por parte de las autoridades estatales y los responsables de la persecución delictiva). Así lo sugerí antes de que la PGJ esclareciera el homicidio de Abraham Ortiz Rosales. Serenidad, investigación y coordinación con fuerzas federales.
Tocante al daño estructural, me parece que surgió, insisto, desde el momento mismo en que el tema salió de la esfera local para pasar a la nacional. Atrás quedó el esfuerzo gubernamental desplegado durante el año pasado y lo que va del actual para disminuir la imagen de Morelos como reducto del crimen organizado.
Las demandas en torno al asesinato de Juan Francisco y seis personas más, por su origen y contenido, son reivindicatorias, contestatarias y estructurales. La temporalidad del conflicto, en consecuencia, será permanente, con formas de expresiones activas y pasivas, organización espontánea, independiente y afiliada; y un alcance local, regional y nacional. Un auténtico berenjenal si no aparecen los culpables del crimen para ser castigados.
Desde luego, en un nuevo contexto de dimes y diretes (y desgarramiento de vestiduras) volvió a brotar el que, desde enero de 2010 hasta la fecha, se han cometido en Morelos alrededor de 385 ejecuciones ligadas al crimen organizado. Pero como no había aparecido un Juan Francisco Sicilia entre los múltiples cadáveres encontrados (inclusive en el mismo tramo de la Autopista del Sol), los muertos se quedaron sin nombre, en la ignominia. Y muchos de ellos fueron a dar a la fosa común. Todo ello derivado de una guerra que muchos sectores de la sociedad mexicana aún no comprenden.