Comenzó siendo un elixir en Suiza, pero donde se hizo popular fue en Francia debido a la asociación entre los artistas y escritores románticos que tomaban esta bebida en el París de la última parte del siglo XIX hasta que se prohibió su producción en 1915. La marca más popular de absenta (raíz etimológica de la palabra) durante los años iniciales fue ‘Pernod Fils’ y hoy continúa siéndolo mundialmente”.
Efectivamente. La absenta ha sido una bebida controversial a lo largo de la historia. Lo anterior tiene relación con la creencia de que al consumir cierta cantidad de absenta surgen alucinaciones, y por eso algunos países decidieron prohibirla. Con el tiempo –más de medio siglo- y su creciente demanda, los países empezaron a levantar las prohibiciones, eso sí, fijando límites máximos al contenido de tuyonas (aceites esenciales químicamente asociados al alcanfor) para evitar alucinaciones. Actualmente está prohibida en algunos estados de Estados Unidos. La descripción es una postura exagerada de lo que se puede denominar “efecto secundario” acerca del “estado en blanco”, igual al que surge tras haber ingerido grandes cantidades de alcohol (la cruda, pues).
Obviamente, al hablar sobre la historia general de las drogas siempre es indispensable remontarse hasta la antigüedad. Por ejemplo, parece ser que la adormidera (fuente del opio) ya se cultivaba en Europa en la Edad de Piedra. En Suiza se han encontrado fósiles de semilla de adormidera perteneciente al cuarto milenio antes de Cristo.
Las propiedades embriagadoras del cáñamo de la India fueron utilizadas para algunas ceremonias religiosas. En el año 600 los árabes propagaron las virtudes terapéuticas de la adormidera, revelando a los chinos la propiedad estupefaciente del opio. El consumo de la droga se extendió rápidamente por toda China y se desarrolló el contrabando del opio a gran escala. A principios del siglo XX aparecieron en occidente el opio y el hachís. Finalmente el consumo de drogas se extendió por todo el mundo, creando un grandísimo problema social. La ONU calculó en 1971 que en todo el mundo había unos 120 millones de drogadictos.
Y si ustedes desean conocer más información respecto al origen del narcotráfico en México, por favor lean el excelente libro “El cártel de Sinaloa. Una historia del uso político del narco” (Editorial Grijalbo, México, 2009) donde, entre otras facetas históricas, hallarán una sobre el tráfico de opio en Sinaloa, durante la década de los años veinte, por chinos inmigrados a nuestro país a través de los puertos de Topolobampo y Mazatlán. Con ellos llegaron ciencia, técnica, arte y filosofía de una civilización diferente, pero también una sustancia que les agradaba sobremanera.
Es así como pretendo llegar a la columna que escribí el 3 de junio del año pasado. Entre otras cosas indiqué que “al menos en Morelos (y de ello he escrito innumerables columnas) el lacerante problema del crimen organizado (en sus principales vertientes, comenzando con el narcotráfico) no empezó junto con las administraciones de Felipe Calderón Hinojosa y Marco Adame Castillo. Sería aberrante responsabilizarlos sobre todo lo que sucede hoy en día. El asunto me transfiere a 1974, cuando comencé mi carrera periodística, aunque la problemática ya existía y provenía desde tiempos inmemorables”.
“Tengo en mi poder un excelente libro que se titula ‘Los estupefacientes y el Estado Mexicano’, de Luis Rodríguez Manzanera, editado en 1974, cuyo prólogo decía lo siguiente: ‘El problema del tráfico, uso y abuso de estupefacientes se hace cada vez mayor, y ha invadido campos que, hasta hace unos años, no hubiéramos soñado que pudiera invadir’”.
Efectivamente. El material usado se extrajo de las Memorias de la PGR, de 1934 a 1973. Desconozco dónde laboraba o a qué se dedicaba Luis Rodríguez Manzanera en 1974, pero hasta junio de 2010 era director general de la Academia Nacional de Seguridad Pública del Sistema Nacional del ramo a nivel nacional.
En resumen: todo lo antes escrito, amables lectores, nos ayuda a comprender la posición asumida este fin de semana por el poeta Javier Sicilia durante una entrevista concedida a “Reforma”. Con la rabia por el artero asesinato de su hijo Juan Francisco, planteó la necesidad de pactar con los cárteles de las drogas, lo cual tiene relación con nuestra columna de ayer y el estado fallido.
Como ya se apreció en el tema de hoy, muchos gobernantes (y funcionarios de distintos niveles) llegaron y se fueron, pero el crimen organizado continuó en ascenso hasta constituir no sólo una impresionante fuerza capaz de desafiar al Estado Mexicano, sino de encabezar y expandir lo que se denomina la “economía criminal” tendiente a mover varias regiones del orbe.