Al menos mediáticamente abandonó aquella belicosidad y, en aras de convertirse, primero en candidato de una “coalición” de partidos y organizaciones sociales a la gubernatura, y después en gobernador morelense, se comporta institucionalmente, sin participar en movimientos políticos tendientes a minar la resistencia del mandatario panista Marco Adame Castillo.
No definió ninguna posición respecto a dos juicios políticos que se solicitaron al Congreso local contra el titular del Poder Ejecutivo, ni emitió (o emite) opiniones contrarias a la acción de grupos identificados con el PAN, cuyo objetivo es enfrentar y frenar al PRI. Al contrario: cuando se trata de cuestionar cualquier error del presidente municipal de Cuernavaca, Manuel Martínez Garrigós (uno de los principales exponentes del priismo local y eventual candidato a la gubernatura), lo hace tras bambalinas, según su costumbre, amén de que públicamente ha criticado a la administración municipal.
La historia de Graco Ramírez, ex presidente del Partido de la Revolución Democrática en Morelos, expone muchos vaivenes, la mayoría a partir de la traición. En 1994 fue acusado de crear una iglesia de corte político fundamentalista inspirada en Marx y al servicio de los movimientos radicales de izquierda, según denunció Juan Manuel Beltrán, coordinador de análisis político de la Coparmex, en un detallado documento donde acusó a Graco de estar ligado con jesuitas.
Casi nadie conoce el patrimonio del político tabasqueño en Cuernavaca, pero según el Registro Público de la Propiedad adquirió en 1989 una casa de más de 800 metros cuadrados en el fraccionamiento Rancho Tetela, por la cantidad de 9 mil viejos pesos. La escritura pública es la 13 mil 104, con fecha 23 de noviembre de ese año, registrada en la Notaría Pública 2 de Cuernavaca. Casado con Elena Cepeda de León, en 1993 adquirió a nombre de ella un condominio en Tabachines con un valor (entonces) de 65 mil pesos. La operación se asentó con el número 327, foja 109, tomo 48, volumen uno, de la sección uno, folio número 84 mil 678. Se trata de un exclusivo condominio de 120 metros cuadrados. En abril del 2002, su cuñada Ana Lilia Cepeda adquirió un terreno de 255 metros cuadrados en Cuernavaca, con valor de 120 mil pesos, según consta en la escritura pública número 29 mil 423. En 2002 le fue cancelada a la esposa de Graco Ramírez una hipoteca en Banamex por 223 mil pesos, y un año antes le fue cancelada a su cuñada otra hipoteca de Bancomer por 50 mil pesos.
El columnista Francisco Rodríguez (Indice Político) escribió sobre Graco en mayo de 2004: “Hay fundadas sospechas de que la cuñada de Graco es su prestanombres, aunque en descargo de ella habría que señalar que también fue esposa de uno de los hijos del ex presidente Luis Echeverría, por lo que el económico no debe ser uno de sus problemas”. Efectivamente: Ana Lilia Cepeda estuvo casada con Pablo Echeverría Zuno, ex candidato a diputado federal por Morelos. Todo lo anterior puede ser legal, pero revela a un empresario próspero o a un agitador aliado con los gobernantes en turno (lo fue con Liébano Sáenz y Carlos Salomón Cámara en el sexenio de Ernesto Zedillo), y no a un verdadero activista de la izquierda social mexicana, lo cual se entenderá más adelante.
El 21 de mayo de 2004, Carlos Ramírez, director del semanario La Crisis, escribió sobre Graco diciendo que el grupo conocido en el PRD como “Los Chuchos” (al que pertenece el tabasqueño) no es el más congruente de todas las tribus perredistas. Efectivamente: la corriente proviene de la “izquierda talamantista” formada a la sombra y compromisos del también tristemente célebre Rafael Aguilar Talamantes, a quien Graco ayudó a fundar en 1973 el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Gracias al apoyo de Talamantes, pero especialmente del ex presidente Luis Echeverría, Graco fue diputado federal por primera vez en 1979 y después en 1985. Es curioso que los cimientos de su carrera se relacionen con el tormentoso sexenio de Echeverría (1970-1976). Cabe señalar que el Partido Socialista de los Trabajadores, desde su fundación, siempre estuvo cuestionado por recibir recursos públicos a través del Instituto Mexicano del Café cuando su director era Fausto Cantú Peña, detenido en 1978 por cometer un fraude contra el organismo. El PST y otros partidos comparsa de Echeverría provenían de la eclosión social de 1968. Tomaron de la izquierda algunas de sus ideas fundamentales, pero mantuvieron cierta autonomía que les permitió ser interlocutores del gobierno. “De hecho, esa ha sido su función principal, aunque en algunos momentos se han alejado de este rol, como en 1988, cuando formaron parte del Frente Democrático Nacional” (Carlos Monsiváis, “La izquierda mexicana: lo uno y lo diverso”, Fractal 5, abril-junio 1997, año 2, volumen II, pp. 11-28).
Prueba palpable de que Aguilar Talamantes y Graco no tenían peso específico más allá del círculo de poder otorgado en su momento por Echeverría, fue el hecho de que el 5 de noviembre de 1981 cinco grupos se unificaron sin tomarlos en cuenta para formar el Partido Socialista Unificado de México, el Partido del Pueblo Mexicano, el Movimiento de Acción Unificada Socialista, el Partido Revolucionario Socialista y el Movimiento de Acción Popular. Según añadió Monsiváis, “a la fusión la domina la convicción implícita y explícita: los escasos beneficios del término comunista se han agotado, hay que darle oportunidad a nuevas concepciones y abandonar las ilusiones a largo plazo”.
A pesar de que el proyecto no cuajó como se esperaba, “la fuerza de la izquierda social (movimientos de opinión pública, sectores intelectuales y magisteriales, corrientes sindicales, órganos de prensa, enclaves académicos) no disminuyó, aunque las posibilidades de la izquierda política se atomizaron”. Ni Graco Ramírez, ni Rafael Aguilar Talamantes pertenecieron a esta tendencia. Al contrario: fueron sostenidos por el gobierno federal, incluso después de haber cambiado el membrete al PST por otro denominado Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional que, para repuntar en 1988, formó parte del Frente Democrático Nacional haciendo a Cuauhtémoc Cárdenas su candidato. Graco traicionó entonces a Aguilar Talamantes e inició su carrera como “político de Morelos” consiguiendo por tercera vez una diputación federal en 1994 bajo la égida del PRD.