Es más: nos recuerda la que apareció en la excelente película dirigida por Frank Oz, titulada en inglés “The Score” y traducida “Golpe Maestro” al español (2001), estelarizada por Robert De Niro y Edward Norton. Aquel depósito contenía un cetro cuyo valor alcanzaba cifras multimillonarias. Pero resulta que en el caso de “nuestra caja fuerte”, al abrirla está vacía. Así he imaginado siempre a la Procuraduría General de la República (PGR).
Me parece que he tenido razón. En escasos tres días la opinión pública nacional se enteró respecto a la “limpia” iniciada por la maestra Maricela Morales Ibáñez, titular de la PGR, quien está decidida a pasar a la historia no solo como la primera mujer al frente de la corrupta institución, sino también por haber aplicado drásticas medidas de saneamiento, las cuales jamás adoptaron la mayoría de sus antecesores. En ello –la negligencia y la omisión- incurrieron Eduardo Medina Mora y Arturo Chávez, procuradores dentro de la era calderonista, aunque es importante subrayar que la PGR fue infiltrada desde hace décadas por el crimen organizado convirtiéndose en el reducto de hampones institucionalizados y el obeso “elefante blanco” que yace sobre la espalda del pueblo mexicano, mientras toda la sociedad sufre el flagelo de las bandas criminales.
Dicha “limpia” iniciada por Maricela Morales lleva hasta ahora, al menos, 462 servidores públicos destituidos y, además, tiene en la mira a otros 700 funcionarios por diversas irregularidades administrativas y conductas penales. La renuncia de 21 delegados estatales se da dentro del proceso de depuración de la dependencia iniciado el 7 de abril pasado con la llegada de la maestra. Desde luego, la resaca alcanzó a Morelos, donde la más reciente delegada, Aurora de la Mora Alvarado (quien tomó posesión en marzo pasado), fue cesada. Su paso por nuestra entidad sirvió para maldita la cosa.
Como ya lo indiqué, la abulia y las frecuentes omisiones en la delegación Morelos de la PGR nos remontan a muchos años antes. A continuación haré un breve recuento de las deficiencias. El 7 de noviembre de 2005 arribaron Cuauhtémoc Villarreal Martínez y María de la Luz Becerra con el carácter de subdelegados, lo cual fue para ellos un premio. Provenían de Sinaloa y Michoacán. Al encontrar aquí un sitio donde veranear, lo hicieron hasta más no poder, al igual que sus antecesores Víctor Manuel Martínez Cortés y Hermes Olmedo Rojas. Ni qué decir de la entonces delegada, Carmen Archundia Escutia, quien se dedicó a hacer lo mismo.
El 26 de diciembre de 2005 escribí lo siguiente: “Durante la actual administración (el régimen foxista), 21.7 por ciento de los 7 mil elementos que integran la AFI han estado implicados en averiguaciones previas por la comisión de delitos, que van desde la extorsión y el secuestro hasta actividades del narcotráfico. Hablamos de mil 519 elementos, de los cuales alrededor de 400 fueron consignados ante jueces por su presunta responsabilidad en tales ilícitos. Lo anterior indica que la policía modelo todavía encabezada por Genaro García Luna, y que mucho ha presumido el presidente Vicente Fox Quesada dentro y fuera de México, sigue siendo reducto de la delincuencia organizada”.
El 14 de abril de 2006 hice el siguiente comentario: “Hubo quienes lo advirtieron desde su arribo a Morelos proveniente de Tlaxcala. La delegada de la PGR, María del Carmen Archundia Escutia, fue enviada a esta entidad para nadar de a muertito, a veranear y disfrutar de la hospitalidad morelense y de nuestro bendito clima, tal como lo hizo su antecesor Martín Rubio Millán, quien, sin embargo, demostró más talento al ligar sus vacaciones con la delincuencia organizada (recuérdese la liberación del sobrino de Rafael Caro Quintero y tres tripulantes más del famoso Mercedes Benz negro). La flamante delegada de la PGR ya se encuentra bajo ataque. Este 17 de abril (2006) diversas agrupaciones de juristas del estado de Morelos debieron remitir al titular de la PGR, Daniel Cabeza de Vaca, un oficio solicitando el cambio de adscripción de la delegada en Morelos, además de pedir el inicio de una investigación por conducto de la Visitaduría, para que vea que es falso que el narcomenudeo no ha aumentado en los últimos años, como lo asegura la funcionaria”.
El 4 de octubre de 2008 me referí al “intenso trabajo” desplegado por la multicitada delegación, pero en contra de fayuqueros y vendedores de productos piratas: “A juzgar por la prevalencia del problema, es claro que a pesar de los esfuerzos por decomisar grandes cantidades de mercancía ilegal, aún falta mucho por hacer en materia de investigación policial para desarticular definitivamente a los cárteles del contrabando. He aquí el quid del tema: los fayuqueros atracados y reprimidos por autoridades de los tres niveles de gobierno en Cuernavaca y otras localidades morelenses son el último eslabón de una cadena enfrentada por la PGR con lo que he denominado política de resultados y eficientismo. Esta ha sido la práctica común demostrada hasta ahora por todos los delegados de la PGR en Morelos, a quienes no les queda más que cumplir órdenes superiores, sin tocar con el pétalo de una rosa a los narcotraficantes y demás criminales organizados”.
En más sobre las omisiones de la delegación de la PGR, el 22 de octubre de 2009 escribí lo siguiente: “Los más importantes decomisos de estupefacientes y la captura de narcomenudistas siempre han estado a cargo de la Policía Preventiva Estatal o de alguna corporación local. Rara vez trascienden las intercepciones por parte de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), y cuando llegan a presentarse los espectaculares operativos de la SIEDO en Cuernavaca u otras regiones morelenses, casi nunca se informa de qué se trata. Basta con identificar el exiguo número de agentes investigadores comisionados a la delegación (entonces a cargo de Mauricio Saad Viveros, otro simulador) para percatarnos de que el trabajo de la multicitada institución federal es una mascarada”. En fin.