Hoy manifiesta una actitud diferente. Al menos mediáticamente abandonó aquella belicosidad y, en aras de convertirse primero en candidato de una coalición de partidos y organizaciones sociales a la gubernatura y después en gobernador morelense, se comporta de manera institucional, sin participar en movimientos políticos tendientes a minar la resistencia del mandatario panista Marco Adame Castillo”.
Por aquellos días eran de sobra conocidos los encuentros que importantes políticos locales sostuvieron durante la primera quincena de abril con el secretario de Gobernación, el malogrado Juan Francisco Blake Mora, a raíz del artero asesinato de ocho personas que fueron tiradas frente al acceso del fraccionamiento “Brisas de Cuernavaca”, entre quienes se encontraba Juan Francisco Sicilia Ortega, hijo del insigne poeta y laureado escritor mexicano Javier Sicilia Zardaín. Este último, tras la pérdida de su vástago, articuló uno de los movimientos sociales de mayor trascendencia histórica de que se tenga memoria a nivel nacional y que logró cimbrar las estructuras del poder público morelense. Y Graco Ramírez no pudo faltar a una de las varias citas pactadas entre Blake Mora y determinados personajes morelenses para resolver la creciente crisis política. A partir de ahí propios y extraños comenzaron a especular sobre una “transición aterciopelada” del Poder Ejecutivo en Morelos hacia las elecciones concurrentes de 2012 y acordada precisamente por las cúpulas de este país considerando a Graco como candidato de una alianza partidista. Hasta se insistía en una coalición del PRD y Acción Nacional, lo cual no cuajó por obvias razones.
Andrés Manuel López Obrador se autonombró “presidente legítimo” de México tras la accidentada toma de protesta del panista Felipe Calderón Hinojosa, según lo mandata la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ante el Congreso de la Unión. Recuerden ustedes que en diciembre de 2006 varias calles aledañas al centro histórico del DF y otras más cercanas al Palacio Legislativo de San Lázaro estaban copadas por simpatizantes de López Obrador, quien mantuvo así la zona durante varias semanas afectando la cotidianeidad de muchísimas familias. Esa imagen belicosa había acompañado desde siempre al político tabasqueño (recuerden ustedes cuando “tomó” 60 pozos petroleros en Tabasco hacia finales de 1996) quien, de manera sorpresiva para todos los mexicanos, a partir del segundo semestre de 2011 empezó a proyectar una imagen diametralmente opuesta. A mediados de noviembre ya hablaba sobre la “República del Amor” como tópico de precampaña y cuando fue postulado por una coalición de izquierda a la presidencia de la República, Andrés Manuel ratificó que “a partir de hoy todo es amor y paz” (19 de enero de 2012).
Este mimetismo fue el que durante 2011 desplegó el senador perredista Graco Ramírez Garrido, quien hizo a un lado el discurso beligerante sobre el gobernador en turno, aunque sí lo mantuvo respecto a otras personalidades, entre ellas el actual presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, Manuel Martínez Garrigós, a quien su equipo de precampaña siempre observó con respeto, lo cual se modificó drásticamente tras la postulación de Amado Orihuela Trejo como abanderado priísta a la gubernatura. Graco no habla (como AMLO) sobre la “República del Amor” ni expresa nada tocante al lema setentero de “amor y paz”, pero sí ha procurado cosechar y consolidar el trabajo que –fiel a su estilo- sembró y le abrió espacios desde comienzos de la década de los años 90 hasta nuestros días. Durante el régimen de Jorge Carrillo Olea el político tabasqueño (nació el 26 de junio de 1949 en Villahermosa) aprovechó la impunidad institucional y los huecos dejados al azar por vetustos politicastros priístas, metiéndose de lleno a la vida pública morelense. Tablas políticas nunca le han faltado, ni conexiones con las más importantes cúpulas de este país. Por si ustedes no lo saben, hoy les puedo asegurar que tiene una magnífica relación con Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, y su familia.
A continuación mencionaré algunos de sus principales datos curriculares: a los 26 años de edad fue electo diputado federal en la denominada Legislatura de la Reforma Política (1979 a 1982). En el periodo de 1985 a 1988 fue otra vez diputado federal (LII Legislatura), donde comandó el grupo parlamentario del Partido Socialista de los Trabajadores. Llegó por tercera ocasión a la Cámara de Diputados en la LVI Legislatura (1994-1997), y presidió la Comisión de Asentamientos Humanos y Obras Públicas, amén de que integró las comisiones de Defensa Nacional (debido a su pasado vinculado con las fuerzas armadas) y del Instituto de Investigaciones Legislativas. En 2006 fue electo senador de la República, cargo del cual deberá separarse dentro de unos días para rendir protesta como candidato de una alianza izquierdista a la gubernatura de Morelos.
Miles de cuartillas se han escrito en torno a Graco Ramírez Garrido quien, entrevistado ayer por este columnista en Línea Caliente Matutino, me recordó una anécdota más de Don Lauro Ortega Martínez, gobernador de Morelos en el sexenio 1982-1988. Quien esto escribe se encontraba presente cuando un ayudante de Ortega le acercó una tarjeta informativa donde se mencionaba la venta de drogas en una discoteque del centro de Cuernavaca. Le devolvió la tarjeta al ayudante y ordenó: “Dígale a (Moisés) Maislín (entonces director general de Seguridad Pública del Estado) que investigue”. Una persona que se encontraba también ahí le dijo a Don Lauro: “¿Para que se mete, doctor? Es un asunto de la PGR. Deje que lo haga la Judicial Federal”. Y el mandatario replicó: “Yo soy gobernador de Morelos y todo lo que suceda en Morelos me incumbe”. Le recordé a Graco aquella historia, ante lo cual indicó: “Es un magnífico ejemplo para decirte que jamás se repetirá la historia de secretarios de seguridad pública, ni jefes policíacos ministeriales aliados al crimen organizado, como tampoco incurriré en las omisiones de las cuales ya está harta la sociedad morelense”. ¿Cómo la ven ustedes, amables lectores? El otrora controversial Graco Ramírez está dispuesto a la inclusión y no a la destrucción. A ver.