Cabe subrayar que el Partido Revolucionario Institucional siempre se mostró renuente a aceptar la participación de Orihuela Trejo. Aunque hace varias semanas el coordinador general de la campaña priísta, Matías Nazario Morales, afirmó que “iremos sólo al foro convocado por el Instituto Estatal Electoral”, la realidad es que otros asesores del ex alcalde de Mazatepec le recomendaron “no exponerse”, incurriendo en un grave error: subestimar su capacidad de respuesta ante los eventuales ataques de sus contendientes.
Debido a los muchos desafíos y rumores difundidos sobre el particular a través de las redes sociales, Amado Orihuela Trejo y compañía tuvieron que aceptar, aunque con varias limitantes fijadas por Víctor Saucedo Perdomo, representante de Orihuela en la organización del debate, quien entre otras cosas exigió que los periodistas no tuvieran acceso al salón de sesiones del IEE. Y sólo ingresarán diez invitados por candidato, otros más de los dirigentes partidistas, los representantes de los tres poderes estatales y párele usted de contar. En el estacionamiento del Instituto será colocada una carpa con alrededor de 75 sillas (ese fue el número de periodistas registrados), desde las cuales se podrán observar varias pantallas y la transmisión del debate por el Sistema Morelense de Radio y Televisión (o Canal Tres, como usted guste llamarle).
Desconozco quién o quiénes se obstinaron en causarle a Orihuela Trejo un estéril problema de imagen proyectándolo como incapaz para enfrentar las agresiones de sus oponentes. No sé quién o quiénes redactaron anteayer un comunicado donde, supuestamente, el candidato priísta solicita “tolerancia, respeto, altura de miras y propuestas en el debate, sin descalificaciones”, factores inexistentes en la lucha política, que además contradicen algunas de las posturas asumidas por el mismo abanderado tricolor a lo largo de la campaña; de igual forma ha agredido al gobierno de Morelos, al partido gobernante y a todos sus adversarios electorales. Sé que Saucedo propuso que el debate fuera en miércoles a las 12:00 horas, cuando nadie ve la televisión y las amas de casa escuchan programas radiofónicos enfocados a las féminas. Esta, señoras y señores, es una de las más grandes aberraciones que he escuchado en mi experiencia como periodista, pues la política no es para los timoratos.
En una columna anterior me referí a las fortalezas y debilidades de cualquier persona, que también se repiten con los candidatos a cargos de elección popular e inclusive en los gobernantes de naciones poderosas. Amado Orihuela, Adrián Rivera, Graco Ramírez y Julio Yáñez poseen fortalezas, pero también debilidades. Ninguno es todólogo. ¿Vieron ustedes el debate de los candidatos presidenciales hace unos días? Dígase lo que se diga, el ganador fue Enrique Peña Nieto, a quien vapulearon Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador. ¿Y saben ustedes que a pesar de las recientes manifestaciones de jóvenes en el Distrito Federal (desde la que se llevó a cabo en la Universidad Iberoamericana, hasta la de ayer frente a la Estela de la Luz), Peña Nieto no ha visto mermado su posicionamiento en las encuestas? ¿Por qué? Lo anterior es simple de responder a partir de la psicología social.
El fenómeno se asemeja con la actitud que asumimos al ver una película. Una de estas dinámicas es la atracción y la empatía que sentimos hacia los personajes. Tarde o temprano, a lo largo de la proyección, nos identificaremos con el personaje (principal o secundario) y sus características, sus motivaciones o sus circunstancias. Es cierto que no siempre ocurre así (no nos identificaremos con un psicópata sin escrúpulos o con alguien sin empatía o compasión), pero es una de las principales fuerzas del cine, la atracción hacia el protagonista. Dice Jaime Burque, autor de un blog en internet denominado “Filmoterapia”: “Nos identificamos con figuras ganadoras, éticas o con grandes fortalezas, pero también con personajes no tan ‘identificables’, como el malo, el amoral o el débil. Y es entre estos últimos personajes ‘malditos’ donde se encuentra la figura del perdedor, un papel muy goloso para un actor por la cantidad de matices que conlleva, desde la mayor de las comicidades hasta el más profundo de los dramatismos”.
Agrega el especialista cinematográfico: “Es muy fácil pensar que nos gustan los perdedores porque están peor que nosotros; pero existen más factores que explican esta incomprendida atracción hacia personajes a los que teóricamente nada les va bien, cero asertivos, pasivos, que se dejan llevar por la autodestrucción emocional, con una baja autoestima o con actitudes muy negativas. Muchas veces en nuestras vidas (o áreas muy concretas) nos sentimos frustrados, sin poder, llenos de resignación y rodeado de personas que nos quitan energía. Encontramos a un personaje que le ocurre lo mismo y nos identificamos plenamente con él y con sus sentimientos. Queremos hacer como el personaje, cambiar y romper con todo. Cuando vemos la vida del perdedor, muy pronto nos compadecemos de él y activamos nuestra empatía, cariño y justicia. Todos hemos fracasado alguna vez en la vida y sabemos lo que se siente; pronto empatamos con el personaje y nos ponemos en su piel de perdedor. Un perdedor bueno y con cualidades, como nosotros”.
¿Ya se va entendiendo el asunto, amables lectores? Seguimos de manera breve: “Hay personajes que a pesar de ser grandes perdedores nos ofrecen una serie de cualidades como la persistencia, la amistad o la inocencia que provoca que les cojamos cariño y los queramos ayudar. Un perdedor a veces despierta verdadero amor, cariño y compasión en nuestro interior (unas emociones muy recomendables por cierto)”. Hasta aquí la referencia a la “Filmoterapia” de Jaime Burque.
Durante aquel debate dominical entre los candidatos presidenciales me sorprendí cuando varios de mis acompañantes (en su mayoría apolíticos) comenzaron a solidarizarse espontáneamente con Peña Nieto. Así que… ¡Aguas! A manera de resumen yo diría: cuidado con seguir subestimando a Amado Orihuela Trejo. Y mucho cuidado con las agresiones hacia el priísta en el debate de hoy. Sin temor a equivocarme puedo pronosticar que los ataques se revertirán hacia quienes recurran a este método para bajarlo del posicionamiento que tiene en las encuestas. Por lo demás, los asesores de Amado deben dejarlo ser… Esa es su fortaleza: ser como es. Ya déjenlo en paz.