Leo con cierto extrañamiento tu columna publicada el día 9 de julio. Quisiera, si es posible, hacerte algunas precisiones. Primero, desconozco la realización de alguna reunión en la cual se viera involucrado mi nombre y mucho menos ser parte de alguna conspiración (en contra de Manuel Martínez Garrigós, presidente estatal del PRI). Tú me conoces desde hace muchos años. Creo que sabes quién soy. Mis posiciones de ‘bajísimo perfil’, como tú las denominas, las he ganado con trabajo y honestidad. Quizás por eso no he podido acceder a alguna candidatura en más de 30 años de militante; además por no pregonar sin recato algunos logros personales. No es mi estilo. En distintas etapas históricas de mi partido he colaborado con el Comité Ejecutivo Nacional del PRI, primero como secretario particular del presidente Mariano Palacios Alcocer, después en el Comité Directivo Estatal priista en el Estado de México como asesor de la presidencia, y recientemente en la campaña presidencial con el carácter de coordinador nacional operativo del Programa de Vinculación Política del licenciado Enrique Peña Nieto. Sería un orgullo presidir mi partido en Morelos, pero ahora me ocupan otros asuntos. Además, por los mismos principios, no pretendería llegar a ello por la puerta de atrás. Me respeto y respeto a los demás. Saludos”. Hasta aquí la misiva de Jorge Trujillo, a quien el 9 de julio mencioné como parte de un complot orquestado en contra de Martínez Garrigós por algunos personeros tricolores, entre quienes ha tenido un papel relevante Vinicio Limón Rivera, dirigente estatal de la CTM. Servido.
Cambiando de tema retomaré el de ayer, que podemos resumir en la siguiente pregunta: ¿Con quién pactará Graco Ramírez Garrido Abreu, futuro gobernador constitucional de Morelos? La víspera me referí fundamentalmente a la cada vez más cercana relación que el ex senador deberá sostener con la 52 Legislatura local. De entrada es importante crear escenarios en torno a determinados personajes y sus posibilidades de llegar a la coordinación de los grupos parlamentarios respectivos. Tocante a la bancada del Partido de la Revolución Democrática (PRD) es probable que su coordinador sea Juan Ángel Flores Bustamante, ex líder estatal del mismo partido y quien durante periodos aciagos le guardó fidelidad al ahora gobernador electo. Pero en la futura vinculación del Ejecutivo con el Legislativo no será suficiente la lealtad pasada sino la pericia política. Juan Ángel la tiene, pésele a quien le pese. Por otro lado, es casi un hecho que Héctor Salazar Porcayo, quien es diputado local debido a la promoción que para su candidatura hizo el Partido del Trabajo (PT), finalmente decidirá incorporarse de lleno al GPPRD. Y en torno a Carlos de la Rosa Segura y Joaquín Carpintero Salazar, el primero (ex presidente de la Barra de Abogados de Morelos) tiene el hándicap que le otorga su profesión de abogado avezado en cuestiones constitucionales. No tendría problemas para llevarse bien con Juan Ángel Flores Bustamante y apoyar las iniciativas del gobernador morelense.
En el lado del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ni duda cabe. El grupo parlamentario deberá ser coordinado por un personaje neutral que evite llevar al interior de la bancada los problemas personales y grupales derivados de la reciente campaña preelectoral y tenga capacidad conciliatoria para frenar cualquier ambición personal. Así percibimos a José Manuel Agüero Tovar, ex diputado federal por el II distrito y ahora legislador electo por el distrito VIII (Jiutepec Norte). En la cada vez más cercana discusión sobre el Presupuesto de Egresos del Gobierno del Estado para 2013, Agüero será un elemento de apoyo, conocimiento y experiencia, pues si algo domina es precisamente el tema de las finanzas públicas. Tocante a Manuel Martínez Garrigós, es probable que continúe al frente del PRI estatal buscando cumplir simultáneamente con su responsabilidad legislativa. En relación al Partido Nueva Alianza (Panal), es evidente que el coordinador será Matías Nazario Morales (si es que la maestra Elba Esther Gordillo lo deja ahí) quien, debido a su extracción priista, apuntalará las iniciativas del GPPRI y la posición que el partido tricolor vaya a asumir como “oposición responsable” ante el nuevo gobernador de Morelos.
Tocante al grupo parlamentario del Partido Acción Nacional (PAN) no hay de otra. Con el carácter de “oposición responsable” la bancada deberá ser coordinada por alguien que conozca el entramado de la administración pública, tenga conocimientos sobre finanzas públicas, que convoque además a expertos en derecho constitucional para debatir tal o cual iniciativa del Poder Ejecutivo y que, asimismo, posea experiencia legislativa. No veo a otro más que a Javier Bolaños Aguilar. El grupo parlamentario del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) deberá ser coordinado por el ex alcalde de Zacualpan de Amilpas, Ángel García Yáñez, quien tiene experiencia en finanzas públicas municipales. Y respecto al grupo parlamentario del Partido Social Demócrata el coordinador será Eduardo Bordonave Zamora, dirigente estatal de ese instituto político. Empero, habrá que ver su definición al comienzo de la siguiente Legislatura sobre el siguiente dilema: ¿Dejará o no la curul a Roberto Carlos Yáñez Moreno, su suplente, quien además es hermano del ex candidato gubernamental Julio Yáñez Moreno?
Aunque a varios de los aludidos se les identifica muy bien dentro de lo que subjetivamente denominamos “opinión pública”, lo cual se repite con la mayoría de quienes integrarán la totalidad de la 52 Legislatura morelense, es complicado saber por ahora con quién o quiénes pactará Graco Ramírez Garrido Abreu. No sabemos todavía lo que en sus inminentes posiciones querrán cada uno de ellos y sus grupos; si lo que anhelan les demandará pactar y qué cosa los motivaría a un arreglo. Y si no se sabe con quién, para qué y acerca de qué, las probabilidades de pactar son bajísimas o los pactos resultarán estériles. El hándicap de Graco Ramírez es que sabe de qué pie cojean. Identifica a los actores y percibe sus personales escenarios de crisis o transformación institucional, sus circunstancias de exploración o de explotación. Los futuros miembros del Congreso local tendrán que decidir si destinan sus recursos limitados (atención, dinero, poder, tiempo, inteligencia, influencia...) a la exploración de nuevas reglas, instituciones y prácticas, o a la explotación de las ya existentes, a su aprovechamiento más cabal o más sutil. La experiencia de la ignominiosa 51 Legislatura arroja un resultado más inclinado a la explotación que a lo primero. A ver.