Confusión, premeditación o lo que fuere; la verdad histórica del delicado asunto empieza a trascender a través de algunos medios nacionales de comunicación. La realidad es que si el vehículo no hubiera estado blindado con la protección más alta que existe hasta hoy, gracias a lo cual las tres personas salvaron la vida, en este momento el escenario sería distinto y quizás estuviera inmerso en la enorme montaña de impunidad y estadísticas dentro de la lucha contra el crimen organizado (que de organizado ya no tiene nada, pues las bandas se han fragmentado de manera enloquecida por todos lados en la República Mexicana). ¿Qué andaban haciendo los funcionarios de la Embajada de EUA en Morelos? ¿Eran capacitadores tolerados por el gobierno federal no obstante el impedimento constitucional? La infiltración de estos “asesores” en cuestiones de seguridad nacional de México no es nada nuevo porque así le ha convenido siempre al vecino país del norte. Desglosemos, pues, lo que escribió Luis Astorga:
“Los atentados del 1 de septiembre de 2001 en Estados Unidos obligaron al gobierno de ese país a reorganizar su agenda de seguridad. Durante las primeras semanas posteriores, el tráfico de drogas de México hacia Estados Unidos fue relegado en el discurso político estadounidense hasta casi desaparecer como tema en los medios de comunicación, para desgracia de algunos de éstos que ya mostraban un cierto grado de adicción a ese tipo de notas. Autoridades de la DEA aprovecharon la primera oportunidad que tuvieron para asociar el terrorismo al tráfico de drogas y posteriormente catalogaron a éste como una variedad del primero. Tenían que ajustar su discurso tradicional a las nuevas prioridades de la agenda política estadounidense si querían mantener su influencia y luchar por la distribución del financiamiento público. Talibanes y tráfico de opio, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el tráfico de cocaína, los hermanos Arellano y sus presuntos nexos con las FARC, etcétera. Se empezó a rearmar un discurso con figurantes de una especie de internacional ‘narcoterrorista’ interesada en atacar a Estados Unidos y desestabilizar a los países democráticos. La cooperación demandada a los países aliados debía ser entonces de carácter diplomático, jurídico, policiaco y militar para combatir la nueva amenaza, o más bien la combinación de amenazas prexistentes, pero potenciadas”. Y vaya que todo ha sido otorgado a cabalidad por el gobierno de México. Hasta aquí la obra de Luis Astorga.
El prestigiado diario norteamericano “The New York Times” publicó el 8 de agosto de 2011 una noticia destacada cuya cabeza fue: “Operan en México agentes de la CIA y la DEA”. En resumen la información indicó que “nuevos agentes de la CIA, civiles del Pentágono, militares retirados y agentes de la DEA (agencia antidrogas) se están desplegando en México, al ampliar Washington su papel directo en la guerra antinarcóticos en el país vecino. De hecho hasta está considerando emplear contratistas de seguridad privados, con iniciativas diseñadas para evadir leyes mexicanas que limitan la presencia de fuerzas de seguridad extranjeras en el país, reportó el periódico The New York Times. En las semanas recientes un pequeño número de agentes de la CIA y civiles del Departamento de Defensa de Estados Unidos comenzaron a trabajar en una base militar en el norte de México, donde por primera vez oficiales de seguridad de ambos países trabajan conjuntamente en recaudar información y planear operaciones. Por otro lado, también se contempla insertar un equipo estadunidense de contratistas privados dentro de una unidad policiaca antinarcóticos mexicana, informó el rotativo. Funcionarios de ambos países indicaron al NYT que estas nuevas iniciativas han sido elaboradas de tal manera que evadirán las restricciones de las leyes mexicanas que prohíben a militares y policías extranjeros operar en territorio nacional. En la base militar mexicana, un equipo integrado por menos de 24 agentes de la DEA y la CIA, junto con militares retirados del Comando Norte del Pentágono, instala un centro de inteligencia basado en el modelo de los centros de fusión que Estados Unidos opera en Afganistán e Irak para vigilar a grupos insurgentes”. ¿Ya se entendió parte del origen de la “confusión” y atentado en Tres Marías?
La iniciativa se desarrolló después de que se intensificó la violencia en Monterrey, Nuevo León, y de que el gobierno del presidente Felipe Calderón solicitó a sus contrapartes estadunidenses mayor acceso a tecnología sofisticada de vigilancia y a expertos. Después de meses de negociaciones, Estados Unidos estableció a finales de julio del año pasado el centro de inteligencia en la base militar mexicana, cuya ubicación no fue revelada por el NYT, a solicitud de las autoridades estadunidenses. ¿Tiene relación con lo anterior el campo de adiestramiento de Xalatlaco, Estado de México, de donde al parecer provenían los dos agentes norteamericanos y el marino mexicano antes de ser atacados, y que es operado a más de tres mil metros de altura sobre el nivel del mar por la Armada de México? Pudiera ser. Pero de que hay injerencia de personeros al servicio de un gobierno extranjero, no hay duda. El NYT indicó que a través de la Iniciativa Mérida Estados Unidos ha otorgado capacitación a casi 4 mil 500 nuevos agentes de Policía Federal; ha ayudado a realizar intervenciones de telecomunicaciones, en el manejo de informantes y en el interrogatorio de sospechosos, como también en la entrega de helicópteros Blackawk. Además, en meses recientes ha realizado sobrevuelos de territorio mexicano con naves no tripuladas manejadas a control remoto (los llamados drones) para detectar narcotraficantes. ¿Qué tal?