Efectivamente. Una muestra de su capacidad conciliatoria, según publicó el domingo pasado el semanario “Proceso” (edición 1746) bajo la firma de Ricardo Ravelo, fue la negociación que condujo entre una decena de cabecillas de los cárteles de Juárez y el Golfo, quienes limaron sus asperezas a finales de 1993 gracias a sus buenos oficios. Empero, he de decirle a usted que ese cónclave tuvo lugar en Cuernavaca. Faltaba más.
Durante una parte del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, Jorge Carrillo Olea tuvo bajo su mando los principales aparatos de seguridad nacional y de lucha antinarcóticos. Cuando fue “destapado” como candidato del PRI a la gubernatura, en noviembre de 1993, Amado Carrillo Fuentes, jefe del cártel de Juárez, se paseaba por Morelos resguardado por un aparatoso cuerpo de seguridad, acudía a restaurantes, fiestas e iba de compras a los mejores centros comerciales; compró casas y realizó diversos negocios.
Lo anterior formó parte de un informe difundido en 1996 por la agencia APRO, también de dicha publicación, donde se incluyó un documento elaborado por el Centro de Inteligencia del Paso (EPIC) del gobierno de Estados Unidos, según el cual en la capital de Morelos, a finales de 1993, se llevó a cabo una “cumbre” de narcotraficantes organizada por Juan José Esparragoza, considerado el cerebro financiero del cártel de Juárez. Para entonces, Carrillo Olea ya era candidato del PRI a la gubernatura, mientras Antonio Riva Palacio López todavía fungía como gobernador.
A ese pacto se le llamó “La paz del norte”, porque puso fin a una etapa de matanzas y traiciones entre los cárteles de Juárez y el Golfo, y disminuyó las tensiones que sacudían a Ciudad Juárez y Tamaulipas, las zonas fronterizas más boyantes del narcotráfico mexicano. En esas mismas fechas, “El Azul” fraguó su proyecto de crear una federación de cárteles para que el narco en México fuera operado por un solo grupo.
Todo lo anterior me sirve como preámbulo para retomar una noticia difundida por varios medios nacionales el 28 de diciembre de 2004 sobre actividades criminales en Coahuila. No se trató de una broma vinculada al “día de los inocentes”, sino de un hecho verídico que involucraba a Morelos. A continuación transcribo parte de esa información que, al día de hoy, coadyuva para ubicar a determinados personajes e instituciones en el tiempo y el desarrollo de la criminalidad que hoy enfrenta el aparato gubernamental federal y estatal.
“La delegación en Coahuila de la Procuraduría General de la República ha evadido investigar o dar seguimiento a constantes decomisos de droga que se realizan en la zona fronteriza texana por agentes de Aduanas de Estados Unidos en donde se han visto involucradas más de 60 personas originarias o provenientes de Monclova, Coahuila. Aunque se habla de una colaboración en las investigaciones entre las corporaciones de los dos países, la PGR se excusa ante el hecho de que no se da conocimiento o solicita apoyo de parte de las autoridades norteamericanas, pues en la Corte de Del Río (EUA) se han levantado cargos contra estas personas por el delito de tráfico de drogas”.
“Los decomisos son constantes de droga como cocaína y metanfetaminas en los puentes de Eagle Pass, pero la PGR no los investiga porque no es solicitado el apoyo, pero tienen conocimiento de cada uno de los detenidos, sus características y el tipo de droga decomisada. Una pesquisa de la PGR, iniciada desde el año 2001, encontró que la red de narcos en la que se vio involucrada la policía del Estado de Morelos (en 2004) operó una ruta de transporte de droga que partía de Guatemala y tenía como punto de destino nacional Piedras Negras, Coahuila. Según un documento elaborado por el servicio de inteligencia de diversas corporaciones policíacas, la ruta cubría Guatemala, Chiapas, Salina Cruz, Chilpancingo, Cuernavaca y Piedras Negras, para de ahí cruzar a Estados Unidos. La PGR de Coahuila documentó cargamentos de droga a bordo de aeronaves provenientes del aeropuerto de Cuernavaca”. ¿Qué tal?