La violencia sobre las personas se concreta, en sus diferentes grados, en la coerción física a hacer o no hacer, o bien a ceder forzosamente cosas que se poseen, incluso informaciones o confesiones de cualquier tipo; en la privación de la libertad por periodos más o menos largos, o bien el secuestro; en los golpes, las heridas, la mutilación y la tortura, y por último en la muerte. La violencia sobre las cosas adopta la forma de daños más o menos graves, y de destrucción más o menos total e irreparable. Así entendida, la violencia puede ser o no socialmente definida como un crimen, según que sea o no legitimada por la sociedad de que forma parte el sujeto que la hace, o bien por la mayoría de sus componentes.
2.- Según Johan Galtung, sociólogo noruego experto en conflictos sociales, la violencia es como un iceberg. Es decir, la parte visible es mucho más pequeña que las inobservables. Así tipifica tres tipos de violencia: la violencia directa, la violencia estructural y la violencia cultural. La directa es visible y se concreta con comportamientos, respondiendo a actos de violencia. La estructural (“la peor”, dice Galtung) se centra en el conjunto de estructuras que impiden la satisfacción de las necesidades y se concreta en la negación de las mismas necesidades. Y la cultural, que crea un marco legitimador de la violencia y se concreta en actitudes. Surge entonces la inevitable pregunta: ¿Estamos inmersos en una cultura de violencia, entendiéndola como la respuesta violenta a los conflictos? En el caso concreto de los morelenses ¿la vemos como algo natural, normal e incluso como la única manera viable de hacer frente a los problemas y disputas que nos encontramos a diario? Desde mi particular punto de vista respondo con un rotundo sí. A lo largo de 42 años de carrera periodística he visto la evolución de la violencia en mi entidad natal. Diez gobernadores (tres en el sexenio de pesadilla 1994-2000) y ninguno ha podido controlar la violencia, mucho menos evitar la cultura de la violencia. Sin duda debo vincular todo lo antes dicho con las recurrentes escaladas de agresiones directas a gente inocente por parte de criminales que recurren al robo con violencia para conseguir dinero, movilidad y armas.
3.- Un estudio del Global Peace Index (2012) sobre los niveles de paz en la Tierra sitúa a México en el puesto 135 de un total de 158 países, solo superado en el continente americano por Colombia. El más pacífico es Islandia. Congo, Sudán, Rusia y Afganistán, están entre los más violentos. Nicaragua ocupa el lugar 81. El Indice de Paz Global es un indicador que mide el nivel de paz de un país o región. La lista incluye a 158 países y los clasifica en función de la ausencia o presencia de violencia. Se puede ver el mapa de niveles de paz en la página web: http://www.visionofhumanity.org/gpi-data/. ¿Cuáles son los factores que disparan la violencia (y por ende la cultura de la violencia) en México? Entre ellos se encuentran el narcotráfico, la inseguridad jurídica y falta de educación.
4.- David Martínez-Amador, profesor universitario en materia de “Etnografía del crimen organizado” ha recorrido la ruta de Guatemala a Sinaloa (México) estudiando formas de violencia ligadas al narco. “El mismo índice del estudio presentado al inicio de las preguntas plantea una situación interesante. A pesar de la espantosa crisis económica, España no presenta las cifras de violencia que tienen países como México o Guatemala, territorios que hoy, económicamente, tienen mejores cifras macroeconómicas pero no mejoran en la prevención de la violencia”, comentó el experto. “Entonces, con esta respuesta dada, la variable recae en la cultura de la violencia enraizada en México: matar y romper la legalidad (la cultura del carril auxiliar) son maneras de operar perfectamente tolerables por la sociedad mexicana en todos los estratos”, agrega. Una violencia “tolerada” que ya ha dejado más de 70 mil muertes en seis años. Un país en el que campea la impunidad (solo se resuelve el uno por ciento de los delitos).
5.- Pero, ¿la violencia es histórica o estructural? En opinión del investigador Martínez-Amador es estructural, definitivamente. “Es cierto que toda la historia mexicana es violenta, desde el pasado ‘glorioso’ precolombino hasta el fin de la Colonia. El inicio del siglo XX fue brutalmente violento y el inicio del siglo XXI lo está siendo igual. Pero hay formas culturales de violencia reproducidas en el discurso cotidiano que se transforman en residuos estructurales y perduran en el tiempo.” Y añade que México distribuye mejor la riqueza que su vecina Guatemala, pero “eso no detiene la espiral de violencia”. “Lo que sucede es lo siguiente: la violencia en todas sus simbologías, de lo privado a lo público, impregna la cultura mexicana; desde la forma cómo el novio trata a la novia; la manera cómo le tiro el auto al peatón; la forma cómo un policía me detiene... y así. Otra triste prueba. Los condados con alta población mexicana (y mexicano-americana) en EU tienen mayores índices de violencia. Duele reconocerlo: los mexicanos son violentos.”
6.- Para Lolita Bosch, escritora mexicano-catalana radicada en Barcelona (España), el narcotráfico, unas autoridades y unos políticos impunes y una corrupción desmedida son la causa de la violencia que azota a México. Para ella, “la violencia es histórica si se entiende como estrechamente vinculada con el Partido Revolucionario Institucional en el poder, y es estructural en el sentido de que ha corrompido todos los niveles de la sociedad”. Agrega, además, que la violencia está vinculada con la política, su amparo, su venta y su protección. Respecto a este punto, Martínez-Amador asegura que “al derrumbarse el régimen de control priísta, la violencia estalla en México igual que en Irak la violencia estalla al derrumbarse el control autoritario”. El experto en narcotráfico cree que México siempre será violento y corrupto. Y lo compara con el sur de Italia, Albania y el continente africano. “Hay formas culturales residuales que no se modifican y producen sociedades de enfermos mentales que normalizan la patología”, concluyó. ¿Ustedes qué opinan, estimados lectores? Para mí no hay duda: en Morelos todavía prevalece la cultura de la violencia. Feliz 2015.